Mariana Zanetti¿Qué lleva a un autor publicar un artículo en una revista depredadora, ese tipo de periódico científico que hace una evaluación inconsistente sobre la calidad de los artículos y que parece más interesado en recaudar dinero que en mantener una buena reputación? En busca de respuestas, la investigadora Tove Faber Frandsen, experta en ciencias de la información de la Universidad del Sur de Dinamarca, examinó un conjunto de artículos científicos sobre el problema.
En un artículo de revisión, publicado en enero por la revista Learned Publishing, ella muestra que hay dos tipos de autores que recurren a esta clase de revistas. Por un lado, existen investigadores mal informados, generalmente cuando están al principio de sus carreras, atraídos por la facilidad de publicación en estos títulos, sin darse cuenta, necesariamente, que sus prácticas no son éticas. Por el otro, están los malintencionados, que conocen la naturaleza de estas revistas y buscan aumentar artificialmente su producción académica, a menudo para obtener promociones profesionales. Según Frandsen, los autores poco éticos frecuentemente afirman la falta de atención al justificar sus decisiones. “Pero el hecho es que buscan activamente una manera de publicar artículos con menos barreras”, dijo. La investigadora discute el empleo del adjetivo “depredador” en el caso de los malintencionados, porque no habría ninguna víctima engañada o capturada: existen autores que saben lo que están haciendo y tratan de sacar ventaja.
Aunque muchas revistas depredadoras son editadas en países tales como la India y Nigeria, el uso de estas publicaciones no se limita a las naciones en desarrollo. Frandsen menciona un estudio realizado en el 2017 por investigadores de la Universidad de Ottawa, en Canadá, según el cual un número significativo de papers publicados en revistas depredadoras en el área biomédica eran de autores de países desarrollados, incluso algunos de ellos formaban parte de universidades de alto nivel. Del mismo modo, cita una encuesta realizada por dos emisoras de la televisión pública alemana que identificó a 5.000 investigadores en el país, autores de revistas depredadoras.
“Se necesitan al menos dos enfoques diferentes para el problema”, escribió. Para los mal informados, las estrategias apropiadas implican ofrecerles tutoría, para que puedan utilizar herramientas disponibles para evaluar la calidad de las revistas científicas, y capacitación para que puedan satisfacer las expectativas de las revistas de alta calidad. Para el grupo de los malintencionados, la recomendación es que sean canceladas las políticas de progresión profesional basadas en la cantidad de artículos publicados, y que sean sancionados quienes utilizan intencionalmente los periódicos depredadores.
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