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Instituición

Problemas del desarrollo

El IPT busca un nuevo perfil y planea articular la solución de grandes temas tecnológicos

IPT_resistencia_material2IPTCon 110 años de edad cumplidos en junio, el Instituto de Investigaciones Tecnológicas (IPT) se encuentra invirtiendo en una nueva vocación. Habituado dar respuestas a las demandas de la sociedad y del desarrollo industrial, como es la producción de ensayos de materiales o la elaboración de dictámenes sobre accidentes en obras, el IPT quiere ahora asumir un rol de articulador de la solución de grandes temas tecnológicos, anticipándose a las necesidades de los sectores público y privado. Un símbolo de ese nuevo modelo es el Centro de Investigaciones de Estructuras Livianas, un laboratorio que inaugurará hacia diciembre en el Parque Tecnológico de São José dos Campos, para investigación y desarrollo de nuevos materiales y estructuras metálicas. El objetivo es ayudar al país en el desarrollo de materiales que ayuden a reducir el peso de los aviones, dominando una tecnología esencial para la competitividad en el sector aeroespacial, con posibles aplicaciones también para la industria automovilística y la del petróleo. Con una inversión total de 90,5 millones de reales, la iniciativa se hizo posible mediante una cooperación que involucra a la FAPESP, el IPT, la Secretaría de Desarrollo de São Paulo, la Empresa Brasileña de Aeronáutica (Embraer) y el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES).

El IPT actúa en ese proyecto como aglutinador, negociando con organismos de fomento y atrayendo aptitudes de las universidades para desarrollar tecnologías que solucionen problemas complejos del sector industrial, dice el director presidente del instituto, João Fernando Gomes de Oliveira, docente de la Escuela de Ingeniería de São Carlos, de la Universidad de São Paulo (USP). Según él, la idea del laboratorio no partió del IPT, pero sí le apuntó una dirección a la institución. Concluimos que nuestra relevancia en el futuro dependerá de aventurarnos en grandes proyectos estructurales como éste, dice João Fernando. Ya existe un segundo proyecto delineado, el laboratorio de gasificación de biomasa, que operará en un horizonte de cinco años en el Parque Tecnológico de Piracicaba, y articulará esfuerzos de empresas e inversiones públicas para superar obstáculos tecnológicos en la producción del etanol de segunda generación.

El objetivo es hacer factible la transformación de la celulosa, que se encuentra en el bagazo de caña y en los rastrojos descartados en la cosecha, en alcohol combustible, mediante la conversión en gas de la biomasa y, la subsiguiente liquefacción del gas en etanol. Este tipo de tecnología, que promete multiplicar la productividad de la caña de azúcar brasileña, es objeto de un gran esfuerzo de investigación, sobre todo en Estados Unidos y Europa. El consorcio interesado en el laboratorio del IPT incluye a Braskem, Petrobras, el Centro de Tecnología Cañera (CTC) y la Unión de Industriales de la Caña de Azúcar (Unica). Las unidades de São José dos Campos y Piracicaba se agregaron a una estructura que en la actualidad se distribuye en 67 edificios, ocupando más de 96 mil metros cuadrados en las localidades de São Paulo, Guarulhos y Franca. El instituto cuenta actualmente con alrededor de 500 investigadores y más de 400 técnicos.

Existen otros temas en evaluación por parte del instituto, tales como el perfeccionamiento de tecnologías para la producción de células solares y de turbinas de energía eólica. Estamos creando una nueva plana encargada de prospectar grandes temas, con potencial para las demandas tecnológicas y el desarrollo de regímenes de colaboración?, dice João Fernando. La señal para el cambio de perfil llegó con el aumento sustancial de la inversión pública en las actividades del IPT. Hasta hace poco el instituto contaba con inversiones anuales del orden de los 3 a 5 millones de reales, en su mayoría advenidos de la iniciativa privada. Entre 2008 y 2010 se están invirtiendo 150 millones de reales en modernización, siendo 120 millones del total, aportes del gobierno estadual.

El nuevo perfil anhelado por el IPT apunta a un modelo internacional. João Fernando Gomes de Oliveira cita el ejemplo del Korea Advanced Institute of Science and Technology (Kaist), una de las mayores instituciones de investigación de Corea del Sur, actualmente abocada a proyectos tecnológicos de avanzada, como lo son el desarrollo de materiales plásticos ultra resistentes y la creación de puertos móviles, capaces de descargar, aún en el mar, grandes barcos que transportan contenedores, cuyos tamaños son cada vez menos compatibles con los calados de los puertos tradicionales. ?Salvando las distancias, la ambición del IPT es similar. Sabemos que la innovación es un proceso continuo, que depende de diversas etapas. Existe un eslabón perdido en el proceso de innovación en Brasil: el financiamiento y la simulación de ensayos capaces de demostrar que todas las buenas ideas de los investigadores contarán con una aplicación práctica para las empresas. Es a ese eslabón donde queremos actuar, afirma.

Hormigón y asfalto
La adaptación a las necesidades de cada época es una característica de la longevidad del IPT. Creado en 1899 como Gabinete de Resistencia de Materiales de la Escuela Politécnica, tenía por objetivo la producción de ensayos de materiales de construcción, tales como el concreto y el asfalto, en ese entonces importados. A partir de 1926 pasó a ser conocido como Laboratorio de Ensayos de Materiales y, en 1934, tomó su nombre definitivo. A lo largo de su trayectoria, incursionó en misiones de todo tipo, como fueron la orientación de la fabricación de granadas de mano para los paulistas rebeldes en 1932; el desarrollo de placas de madera para la fabricación de pequeños aviones en la década de 1940; y la adaptación de motores de automóviles para su uso a gasógeno durante la escasez de gasolina de la Segunda Guerra Mundial. A partir de los años 1950, participó en los proyectos de grandes centrales hidroeléctricas, así como, dos décadas más tarde, en la construcción de la primera línea del metro de la capital paulista.

Durante los últimos 20 años, se abocó también a proyectos en el área ambiental y a asociaciones con pequeñas y medianas empresas que no pueden costear un departamento de investigación y desarrollo propio. El trabajo que más llama la atención del público, sin embargo, está constituido por las pericias realizadas por los técnicos del instituto en accidentes tales como el desmoronamiento de obras de una estación del metro, hace dos años, que causó la muerte de siete personas. Lo ideal sería que el IPT hubiese sido invitado a participar en la fase de elaboración del proyecto y del monitoreo de la obra, en lugar de realizar un trabajo de arqueología para hallar las causas de una tragedia, dice João Fernando Gomes de Oliveira. Pero no podemos evitar esa misión de policía técnica, pues somos la institución más habilitada para realizar eso en el estado y la mayor parte de nuestro financiamiento es pública.

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