Los cigarrillos electrónicos llegaron al mercado con la promesa de ayudar a los fumadores a abandonar el vicio del tabaco. Pero la diversidad de aromas y formatos –en sintonía con los gadgets codiciados por la juventud– no hace pensar en un tratamiento, del mismo modo que las coloridas y llamativas tiendas en los países que permiten su venta no evocan a los visitadores médicos ofreciendo sus productos en los consultorios de los galenos.
En Brasil, que en el mes de julio mantuvo la prohibición de importar y comercializar estos dispositivos, el principal público consumidor lo constituyen precisamente los jóvenes. Una investigación del Instituto Nacional del Cáncer (Inca) apuntó que el 80 % de las personas que consumen cigarrillos electrónicos en las 26 capitales estaduales brasileñas y en el Distrito Federal tienen entre 18 y 34 años. Y más de la mitad de los individuos que han probado uno de estos dispositivos electrónicos nunca habían fumado un cigarrillo convencional.
Los innumerables efectos nocivos del tabaquismo son de divulgación masiva, mientras que los problemas de salud que acarrean los cigarrillos electrónicos van apareciendo a medida que avanzan las investigaciones, tal como lo muestra el artículo estampado en la portada de la presente edición. Brasil es reconocido por sus vigorosas y exitosas políticas públicas antitabaco, y su población fumadora viene disminuyendo desde hace décadas. A la luz de los conocimientos actuales, se espera que se mantenga la postura restrictiva en cuanto a los llamados vapes que, al actuar en la puerta de entrada de la adicción, y no en la salida, no son más que otra demostración de la capacidad de reinventarse de la industria del tabaco.
Las políticas públicas brasileñas en el área de la salud son objeto de un artículo sobre la inminente obligatoriedad del etiquetado frontal de los alimentos indicando altas concentraciones de azúcares agregados, grasas saturadas y sodio, cuyo consumo excesivo está asociado a enfermedades crónicas. En Chile, donde se implementó una disposición similar, relacionada con la restricción publicitaria y la prohibición de la venta de estos productos en las escuelas, un estudio revela que las familias han disminuido la compra de estos alimentos, sin que ello haya tenido un efecto significativo en el rendimiento económico de las empresas del sector.
Tras la edición especial dedicada al bicentenario de la Independencia de Brasil –quienes se la perdieron pueden leerla en Especial BR 200 Anos–, en esta la revista evoca a una figura central de la historiografía brasileña referente a aquel período: José Bonifácio de Andrada e Silva. El naturalista brasileño y fiel servidor público de la Corona portuguesa se convirtió tardíamente en político, cumplió un rol como artífice de la Independencia, como ministro del nuevo Estado, y concibió un amplio proyecto nacional para el país. Sus ideas, adelantadas a su época, incluían la abolición del régimen esclavista y una reforma del sistema de propiedad de la tierra asociada a un programa de mestizaje. Propuso que el Estado adquiriera las tierras ociosas para distribuirlas entre los indígenas y los negros, pues serían más productivas que los latifundios explotados con mano de obra cautiva. Este complejo personaje es objeto de nuevas interpretaciones, impulsadas por los documentos que se han descubierto en archivos.
Por último, un tema central de Pesquisa FAPESP, cuya premisa es informar sobre el mundo de la investigación científica en un lenguaje comprensible y atractivo. Existen estudios que muestran que la ciencia ha fracasado en la comunicación de sus resultados, publicando artículos cada vez más complejos y cifrados, abusando de las frases largas, las siglas y las jergas. Los papers indescifrables dificultan el avance de la ciencia y la labor del propio periodismo científico.
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