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HISTORIA

José Bonifácio de Andrada e Silva conectó las ideas del Iluminismo al proceso de la Independencia de Brasil

El mineralogista y catedrático de Coímbra, “patriarca” de la emancipación, elaboró un proyecto político y económico para el nuevo país

Estatua de José Bonifácio inaugurada en 1872, en Río de Janeiro, para conmemorar el quincuagésimo aniversario de la Independencia

Donatas Dabravolskas / Wikimedia Commons

En 1819, un mineralogista de 58 años, graduado en derecho y filosofía en la Universidad de Coímbra, miembro de la Academia de Ciencias de Lisboa y con diversos cargos desempeñados en el gobierno portugués, se embarcó en Lisboa con destino a Brasil. Cerca de su retiro, el naturalista José Bonifácio de Andrada e Silva (1763-1838) era un intelectual imbuido de las ideas del Iluminismo, que había luchado contra las tropas francesas de Napoleón Bonaparte (1769-1821) y, pese a las responsabilidades asumidas como servidor público, jamás había tenido actividad política.

Eso cambiaría al año siguiente, tras el estallido de la Revolución de Porto, que sepultaría al Antiguo Régimen de Portugal para instalar una monarquía constitucional, basada en las ideas liberales con las que el mineralogista comulgaba. La revolución estableció la formación de juntas de gobierno en las provincias y José Bonifácio, recién llegado a Santos, donde había nacido y residía su familia, resultó electo para la junta de São Paulo, constituida a principios de 1821. Uno de sus hermanos, Antônio Carlos (1773-1845), se incorporaría a las Cortes Generales y Extraordinarias de la Nación Portuguesa, conocidas como las Cortes de Lisboa, la Asamblea Constituyente del nuevo régimen que se reuniría a partir de enero de 1821 en el Palácio das Necessidades, en la capital portuguesa.

Dos años después, el estudioso que firmaba sus cartas como “buen portugués y fiel vasallo” del rey de Portugal, o incluso como “portugués castizo”, se convertiría en uno de los artífices principales de la Independencia de Brasil. En el nuevo país, sería diputado constituyente y ministro del Reino y de Asuntos Exteriores. En agosto de 1822, instigó a Pedro I (1798-1834), príncipe regente y heredero del trono portugués, a decidirse por la escisión de los territorios americanos, afirmando que “de Portugal no [podían] esperar más que esclavitud y horrores”. En ese período, delineó un proyecto nacional para el nuevo país, que incluía la abolición gradual del régimen esclavista, la reforma del sistema agrario y un programa de mestizaje.

Sus ideas no llegaron a ser puestas en práctica. En 1823, el entonces ministro entró en conflicto con los líderes políticos de la elite brasileña, lo que lo llevó a dimitir de su cargo en el mes de julio. Tras la clausura de la Asamblea Constituyente, perdió también su cargo como diputados y fue exiliado por el mismo emperador cuyo poder había ayudado a consolidar. Su exilio se extendió hasta 1829, cuando Bonifácio regresa a Brasil y restablece relaciones con el soberano. Cuando este abdica y retorna a Portugal, en 1831, lo elige como tutor de su hijo, el futuro emperador Pedro II (1825-1891).

En las últimas dos décadas, el papel de José Bonifácio de Andrada e Silva en la separación de la América portuguesa y su labor como estudioso de la naturaleza ha acumulado nuevas interpretaciones, impulsadas por el hallazgo de manuscritos. Según el historiador Alex Gonçalves Varela, de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (Uerj) y autor del libro intitulado Juro-lhe pela honra de bom vassalo e bom português (editorial Annablume, 2006), ahora se sabe que esas pertenencias del mineralogista están desperdigadas en diversos archivos brasileños. Gonçalves Varela informa haber hallado material en sitios tales como el Archivo Nacional, el Instituto Histórico y Geográfico Brasileño (IHGB), el Museo Nacional y la Biblioteca Nacional, en Río de Janeiro, y el Museo Paulista (MP) de São Paulo.

La historiadora Miriam Dolhnikoff, de la Universidad de São Paulo (USP) y autora de la biografía José Bonifácio: O patriarca vencido (Companhia das Letras, 2012), añade que el descubrimiento de documentos inéditos en el IHGB y en el MP resultó crucial para entender la inserción de las propuestas de abolición de la esclavitud en un amplio proyecto nacional. En 2006, los textos digitalizados de Bonifácio fueron recopilados en el sitio web José Bonifácio – Obra Completa, organizado por el escritor Jorge Caldeira (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 128).

Según la historiadora Ana Rosa Cloclet da Silva, de la Pontificia Universidad Católica de Campinas (PUC-Campinas) y autora del libro Construção da nação e escravidão no pensamento de José Bonifácio (Centro de la Memoria/Unicamp, 1999), la imagen del mineralogista ha sido cuestionada desde los primeros años del Brasil independiente. Así como por un lado se le sigue llamando “patriarca de la Independencia”, desde otra perspectiva también se lo considera un déspota que censuró y persiguió a sus adversarios políticos mientras ocupó el cargo de ministro. Por haber propuesto la abolición gradual de la esclavitud y la reforma de la propiedad de la tierra se lo considera un adelantado a su tiempo, pero por su rechazo a los principios del federalismo y a las asambleas constituyentes se lo ha tildado de retrógrado.

“Los enfoques personalistas y enjuiciadores pierden de vista la actuación de alguien que vivía las transformaciones aceleradas de su época. Fue un período de grandes tensiones políticas, arrastradas desde el siglo anterior y que se aceleraron luego de la Revolución Francesa [1789]”, dice la historiadora. “Es en este contexto que redactó su proyecto nacional, en su doble condición de heredero de la tradición ilustrada luso-brasileña y artífice del Estado brasileño”.

Dolhnikoff también sostiene que las decisiones y actitudes del consejero y ministro de Pedro I deben entenderse a partir de los conflictos de su época y los razonamientos políticos que implicaban. Un ejemplo de ello es lo que se considera como una postura despótica de José Bonifácio. Presionó a sus adversarios valiéndose principalmente de la ley de prensa, que incluía una extensa lista de restricciones a la libertad de expresión. Esta actitud está relacionada con su formación intelectual, argumenta la historiadora.

“Comulgaba con una idea corriente en los tiempos del Iluminismo, que argüía que los ilustrados, es decir, los letrados, sabían lo que sería mejor para el país. Propugnaba un régimen liberal, que implicaba algún grado de participación de la población, pero al mismo tiempo consideraba que la sociedad brasileña se constituiría de arriba abajo”, dice. “Desde su concepción, era necesario un Ejecutivo fuerte, que fuera capaz de implementar las reformas que tenía en mente y eran la condición para que Brasil se convirtiera en una nación moderna, viable y con un orden interno”.

Bonifácio es una figura casi olvidada en la historiografía portuguesa

Aunque había pasado casi toda su vida adulta en Portugal, con actividades en las ciencias y en la administración del Estado, José Bonifácio es “una figura casi olvidada” para la historiografía portuguesa, afirma la historiadora Isabel Corrêa da Silva, de la Universidad de Lisboa. Es así a pesar de la importancia de algunos de los cargos que ocupó, entre ellos, intendente general de Minas y Metales del reino, director de la Casa de la Moneda de Lisboa y primer profesor de la cátedra de metalurgia de la Universidad de Coímbra. Corrêa da Silva, quien prepara una biografía del mineralogista, dice que solo ahora sus escritos comienzan a ser reconocidos como precursores por los historiadores de la ciencia (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 298). “De hecho, a nivel europeo ya ha sido señalado como precursor de una conciencia de la articulación entre la naturaleza y la explotación de los recursos naturales, lo que hoy en día llamamos ecología”.

Por su formación en la Universidad de Coímbra y su tarea en cargos administrativos del gobierno de Portugal, José Bonifácio representa un nexo entre la Independencia brasileña y el reformismo ilustrado, la versión portuguesa del Iluminismo. La enseñanza que recibió en Coímbra había sido reformada durante el período en que Sebastião José de Carvalho e Melo –el marqués de Pombal (1699-1782)– dirigió el país: en lugar de la tradición escolástica a cargo de los jesuitas, la institución incorporó la mentalidad científica que se estaba desarrollando en Europa a partir del Iluminismo.

“Bonifácio estudió en una universidad reformada y es producto de esa reforma”, dice Corrêa da Silva. “Heredó de Pombal el concepto de un Estado centralizado y el fortalecimiento del poder real, en la creencia de que solo el Estado poseía la estructura y la capacidad para implementar los cambios necesarios con miras a la modernización de la sociedad. Ese fue el ánimo que lo guió en su labor en la administración pública portuguesa y con el que bregó por mantener el reino unido y más tarde por el encuadramiento político y legal del nuevo Brasil”, añade.

Entre 1790 y 1800, el joven Bonifácio realizó un viaje “de perfeccionamiento técnico” por Europa, financiado por el gobierno portugués. Visitó Francia, Alemania y Escandinavia. Realizó cursos de especialización y llegó a describir cuatro minerales, de los cuales el más conocido es la petalita o castorita, fundamental para el descubrimiento, en 1817, de un nuevo elemento químico, el litio (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 277). En Alemania, estudió con Abraham Gottlob Werner (1749-1817), quien, de acuerdo con Varela, se convirtió en su gran referente en la mineralogía.

En ese período, se mostró horrorizado ante la inestabilidad que le siguió a la Revolución Francesa, según el economista Ivan Colangelo Salomão, de la Universidad Federal de Paraná (UFPR). La mala impresión que le dejó ese episodio, al que se refirió como “revolución inaudita”, lo llevó a forjar su propio pensamiento político, añade el economista. “Francia moldeó decisivamente una de sus facetas más conservadoras. No toleraba el desorden y es por eso que llegó a descreer del funcionamiento de las asambleas deliberativas. Esto influyó en su postura durante los debates sobre la primera Constitución de Brasil”, dice.

La carrera de Bonifácio como mineralogista transcurrió bajo el signo del proyecto reformista portugués, cuya ambición era modernizar el país. Los cargos que el académico ocupó en Portugal también tenían entre sus responsabilidades promover el desarrollo del país. “Era un hombre pragmático. Sus intereses científicos no estaban exentos de otras preocupaciones, como el desarrollo económico y la prosperidad de la monarquía. Por ello, tras su regreso a Portugal [de su viaje por Europa], experimenta una suerte de anticlímax de una década de frustraciones, cuando trata de aplicar sus conocimientos en el propio terreno y en la modernización del país”, dice Corrêa da Silva. Cuando retorna a Brasil, en 1819, se sentía frustrado en cuanto al desarrollo portugués, añade la historiadora.

Un elemento fundamental en su desempeño en la función pública fue su vínculo con Rodrigo de Sousa Coutinho (1755-1812), conde de Linhares. Don Rodrigo, quien sería ministro de Relaciones Exteriores y de Guerra de João VI (1767-1826) y llegaría con la Corte a Río de Janeiro en 1808, concebía un imperio portugués transatlántico, del que Brasil, el territorio más grande y más rico de sus dominios, sería parte integrante, y no una mera colonia. “Bonifácio se convirtió en un hombre de confianza de don Rodrigo, quien lo nombró en distintos cargos. Y así, su faceta como naturalista se unió a la de hombre público”, dice Varela.

Las ideas económicas de José Bonifácio también proceden de su vínculo con el Iluminismo, dice Salomão. Como miembro de la Academia de Ciencias, participó en la redacción de las Memorias Económicas de la Academia, una colección de ensayos sobre la economía del Imperio portugués publicada en cinco tomos entre 1789 y 1815. Textos como Memória sobre a pesca das baleias [Memoria de la pesca de ballenas], de 1790, están pautados por el deseo de elevar la rentabilidad de la actividad. “El Iluminismo despunta por su recurrente apelación a la razón, proponiendo la observación de la naturaleza para establecer procedimientos prácticos que contribuyesen al bienestar social y ambiental”, según el investigador de la UFPR. “Asimismo, hay una influencia del liberalismo inglés en la defensa de la libertad económica en detrimento de la tutela gubernamental y sus monopolios”.

Salomão afirma que las ideas económicas de José Bonifácio dieron un giro cuando dejó la mineralogía para convertirse en funcionario público en Portugal, deviniendo luego en político, en Brasil. A partir del momento en que se hizo cargo de delinear los elementos fundacionales de una nación, “Bonifácio adoptó una postura claramente nacionalista, no solo en su discurso, sino también con medidas concretas”, señala el economista.

En 1823 se opuso a los empréstitos ingleses, instruyendo al ministro de Hacienda, su hermano Martim Francisco (1775-1844), para que emitiera moneda sin respaldo y bonos que se saldarían con los ingresos aduaneros de Río de Janeiro. “Bonifácio recordaba la subordinación comercial y financiera de Lisboa a Londres, principalmente a partir de la firma del tratado de Methuen [en 1703], que favorecía a la industria textil inglesa en detrimento de las manufacturas portuguesas”, dice Salomão, añadiendo que el ministro propugnaba la instauración de manufacturas también en Brasil.

Para el economista, este cambio de postura se debió a múltiples factores. “Una de las causas probables es que su liberalismo era inadecuado para una realidad conservadora, en el sentido de que la mentalidad esclavista llevaba tres siglos arraigada en Brasil”, sugiere. “Trató de adaptar sus preceptos liberales a la coyuntura local. Su defensa del libre comercio se centraba en el mercado interno. Como se trataba de un país continental, pero con regiones poco conectadas entre sí, el comercio sería el encargado de generar la unidad nacional. Este era un interés de Estado, lo que revela un proyecto económico y político orgánico”.

Planes como el fin de la trata esclavista y, con el tiempo, de la propia esclavitud, también tenían un propósito económico, ya que Bonifácio consideraba que la productividad era baja. Lo propio vale para la reforma de los sesmos, es decir, del régimen de propiedad de la tierra. Bonifácio pretendía que el gobierno comprara las tierras ociosas y las distribuyera entre los indígenas y los negros, que producirían más que los latifundios cultivados por mano de obra cautiva.

Hasta unos meses antes de la ruptura política entre Portugal y la antigua colonia, José Bonifácio adhería plenamente al proyecto del conde de Linhares. Para Cloclet, tanto los “brasileños” como los “reinóis” [del reino] eran súbditos de un mismo monarca y miembros de una “gran familia lusitana”. No obstante, el traslado de la Corte a Río de Janeiro invirtió los roles que ostentaba cada una de las partes del imperio.

La elite luso-brasileña no pensaba en la independencia. Se veían como súbditos del Imperio portugués y como europeos, en un territorio ocupado por una población bárbara”, dice Dolhnikoff. “Las particularidades de Brasil fueron la llegada de la Corte en 1808 y la elevación al estatus de Reino Unido con Portugal y Algarve. Todas las instituciones del gobierno tenían sede en Brasil y esto era lo que se deseaba mantener con un representante de la monarquía en Río, que en aquella época era Pedro I”.

Sin embargo, las noticias provenientes de Lisboa en 1822 indicaban que los constituyentes de Portugal pretendían que las instituciones del Estado se concentraran en el lado europeo. “A partir de ese momento, la elite brasileña, incluyendo a Bonifácio, comenzó a hablar de un proyecto de recolonización de Brasil representando a Portugal como país explotador”, dice Dolhnikoff.

Según Cloclet, la forma diferente en que los súbditos del reino y los americanos vivieron ese momento condujo a expectativas de futuro extremadamente irreconciliables. En las ciudades de Brasil, el sentimiento de diferenciación, en el que los portugueses pasaron a ser vistos como extranjeros, reflejaba más un antilusitanismo, que irrumpió con fuerza durante el Primer Reinado, que una identidad nacional. “La creación de esta nacionalidad era uno de los retos para personas como Bonifácio. Él empieza a reflexionar sobre la raza que debía surgir aquí y concibe ideas sobre el mestizaje, que traduce, en una metáfora como mineralogista, como ‘una amalgama muy difícil de tantos metales heterogéneos’”, resume la investigadora de la PUC-Campinas.

Tras el apartamiento de los hermanos Andrada y su posterior exilio, se dejó de lado el contenido social y económico del proyecto nacional de Bonifácio. La abolición de la esclavitud y la reforma en la distribución de tierras eran poco probables en aquella época, en un país de elites conformadas por latifundistas y comerciantes que explotaban la trata esclavista en el Atlántico Sur. Las propuestas de mestizaje e integración de la población indígena no llegaron a discutirse antes de la disolución de la Asamblea Constituyente, en 1823.

Artículos científicos
CHAGAS, C. S. y CORRÊA, T. H. B. As contribuições científicas de José Bonifácio e a descoberta do lítio: Um caminhar pela história da ciência. Revista de Educação, Ciências e Matemática. v. 7, n. 1. 2017.
SALOMÃO, I. C. Liberalismo, industrialização e desenvolvimento: As ideias econômicas de José Bonifácio de Andrada e Silva. Almanack. n. 26. 2020.

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