ZÉ VICENTESuele representarse a los políticos brasileños mediante algunos estereotipos: el “coronel” de derecha, en general en referencia a un gran terrateniente oriundo del nordeste del país, símbolo del poder rural; el sindicalista de izquierda del sudeste, un líder popular de origen humilde que organiza huelgas y protestas; o incluso tipos tales como el empresario urbano exitoso, el empleado público o el intelectual humanista de la universidad. Un análisis a cargo del Observatorio de Elites Políticas y Sociales de Brasil de la Universidad Federal de Paraná (UFPR) sobre el origen geográfico y el perfil ocupacional, etario e ideológico de todos los diputados federales elegidos entre 1945 y 2010 indica que, además de esas figuras tradicionalmente asociadas a la actividad política, individuos con otras características pasaron a ocupar una parte significativa, aunque no mayoritaria, de los escaños en la Cámara de Diputados con el fin del régimen militar.
A partir de las elecciones de 2002, con el aumento del tamaño de los bloques de izquierda, hubo una popularización de los políticos en Brasil y una parte de los legisladores provenientes de las capas más altas de la sociedad fue reemplazada por individuos de la baja clase media, según apuntan algunos estudios. Trabajadores manuales, empleados públicos y profesionales liberales, buena parte de ellos asociados a una postura de centro o de izquierda, se aseguraron más bancas en el Legislativo federal. “En la derecha, las figuras de los pastores evangélicos del sudeste y de los comunicadores tomaron en alguna medida el lugar de los antiguos terratenientes del nordeste. También se registró un aumento de los representantes do empresariado urbano”, dice el politólogo Adriano Codato, coordinador del observatorio, un proyecto financiado por el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq), y autor principal del estudio sobre el perfil de los diputados nacionales durante las últimas seis décadas. En el trabajo también se detectó un aumento de la edad de los políticos que se aseguraron asientos en Diputados en las elecciones más recientes, y un avance de los parlamentarios de derecha en el sudeste y de izquierda en el nordeste, lo que invierte en alguna medida la geografía político-ideológica que imperaba en el territorio nacional.
Codato y Luiz Domingos Costa y Emerson Cervi, otros dos politólogos del observatorio, analizaron el perfil de 7.261 diputados federales elegidos en 18 contiendas. Los 65 años de elecciones para el Legislativo federal se dividieron en tres períodos, denominados de la siguiente forma por los investigadores: democracia populista (1945-1962), dictadura militar (1966-1978) y democracia liberal (1982-2010). Se computaron datos de 1.675 legisladores del primer período, 1.520 del segundo y 4.066 del tercero. El régimen autoritario en Brasil mantuvo las elecciones para la Cámara de Diputados, aunque permitió la existencia de dos partidos únicamente, el oficialista y derechista Alianza Renovadora Nacional (Arena) y el opositor Movimiento Democrático Brasileño (MDB), que unía a los representantes del centro y de la izquierda.
En sus trabajos, los investigadores de la UFPR emplearon datos del Tribunal Superior Electoral (TSE) y del Cpdoc de la Fundación Getúlio Vargas (FGV). También se valieron de un banco de datos sobre los diputados nacionales organizado por el científico político André Marenco, de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS). Cada parlamentario fue clasificado de acuerdo con la edad al momento de su elección, la profesión que ejercía antes de convertirse en político y el estado al cual representaba en el Parlamento. También se catalogó a los políticos en campos ideológicos (derecha, centro o izquierda) en función de las características de su partido. En el actual período democrático, un diputado elegido por el Partido de los Trabajadores (PT), por ejemplo, queda computado en el bloque de izquierda y uno del Demócratas (DEM), en el de la derecha.
Las ocupaciones laborales de los diputados se dividieron en ocho categorías: trabajador manual, empleado público, pastor y cura, abogado, ruralista, empresario urbano, profesional liberal (médico, ingeniero, periodista, etc.) y comunicador. “Una especificidad de la elite política brasileña indica que los cambios en el perfil laboral son muy lentas y no lineales en el transcurso del tiempo”, dice Domingos Costa. “Por ejemplo, puede darse una merma de la cantidad de empresarios elegidos en una contienda, pero ésta se detiene a la siguiente. El caso más representativo de ese zigzag es el de los empleados públicos”. Durante el período anterior a la dictadura, los empleados públicos correspondían a un 18% de los diputados. Ese porcentaje se redujo al 9% durante el régimen autoritario y volvió a subir al 13% en los años de democracia.
La caída de los abogados
Las contiendas electorales en los años de la democracia dieron marco a la declinación de la supremacía de los abogados entre los legisladores elegidos, que formaban una mayoría silenciosa en la Cámara Baja tanto en el bloque de derecha como en el de centro-izquierda. Entre 1945 y el ocaso de la dictadura, ninguna otra categoría profesional eligió tantos diputados como los graduados en derecho. No todo el mundo lo recuerda, pero el diputado Ulysses Guimarães, ex presidente del MDB y posteriormente también del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), había estudiado derecho en la Facultad de Derecho de Largo São Francisco de la USP, en São Paulo. Durante las elecciones realizadas en el marco del régimen autoritario, más del 47% de los legisladores correspondía abogados. En las contiendas realizadas durante el período de redemocratización, los diputados bachilleres en derecho se redujeron a poco más del 21% del total y quedaron superados por la categoría de los profesionales liberales, la cual comprende diversas ocupaciones.
En las últimas décadas, alteraciones sustanciales en la sociedad brasileña ‒la urbanización generalizada, el avance de las religiones pentecostales, la estabilidad de la economía y el fortalecimiento de los partidos de izquierda, especialmente del Partido de los Trabajadores (PT)‒ han generado paulatinas transformaciones en la composición de la Cámara Baja. Aparentemente, el cambio de perfil de los diputados votados debería ocurrir a un ritmo acelerado, dado que, históricamente, poco más de la mitad de los legisladores se reelige para un segundo mandato consecutivo. Los nombres cambian a menudo, pero el perfil de los elegidos se altera lentamente. “Resulta notable que tengamos una Cámara Baja con tanta renovación electoral y un sistema partidario con tantos partidos, pero que exhiba tamaña estabilidad desde el punto de vista socio-ocupacional”, dice Codato. “Esto parece indicar, antes que nada, que las estructuras sociales, tales como el mercado de educación superior y el acceso a las ocupaciones más prestigiosas, son aún y suficientemente desiguales, a punto tal de dificultar un aireamiento más sustantivo del ropaje social de los representantes”, afirma Domingos Costa. De todos modos, algunas tendencias se manifiestan de manera más o menos clara.
Parece ser ése el caso de dos categorías profesionales ‒la de los sacerdotes y, sobre todo, de los pastores evangélicos, y la de los llamados comunicadores‒ que, más allá de no contar con una elevada cantidad de legisladores, han mandado cada vez más representantes a la Cámara de Diputados. Políticos con sendos perfiles ocupacionales están asociados generalmente, según el estudio del Observatorio de Elites Políticas y Sociales de Brasil, con el campo ideológico de la derecha, y pueden ser objeto a menudo de noticias en los medios. El pastor Marco Feliciano, de la Asamblea de Dios, y del Partido Social Cristiano (PSC) de São Paulo, y el presentador de televisión Celso Russomano, del Partido Republicano Brasileño (PRB), ambos elegidos en la contienda de octubre de este año, son dos ejemplos de miembros de esas nuevas ocupaciones con asientos en el Parlamento en Brasilia.
La cantidad de representantes de esas profesiones prácticamente se duplicó desde 1964. Los curas y pastores, que representaban el 0,7% de los diputados elegidos durante el régimen militar, responden por casi el 2% de los legisladores que obtuvieron sus mandatos durante el actual régimen democrático. Los animadores de programas de radio o televisión viven un ascenso similar, pero que se registra desde hace más tiempo y de manera más significativa. Antes de la dictadura, respondían por el 1,6% de los elegidos, pasaron al 3,4% en el régimen autoritario y llegaron al 5,3% de los diputados durante el período democrático.
De acuerdo con datos de los investigadores del observatorio, se detecta un envejecimiento de la categoría de los diputados federales. En la contienda electoral de 2010, el 34% de los parlamentares correspondía a edades entre los 51 y los 60 años y el 20%, a más de 60 años, los mayores índices registrados en esas dos franjas etarias desde 1945. En esas mismas elecciones, los diputados con edades entre 31 y 40 años, que históricamente representaban aproximadamente al 40% dos parlamentarios en la Cámara Baja, sumaban tan sólo el 28% del total, el menor índice desde las elecciones de 1945.
En términos ideológicos, los cambios más significativos abarcan a los representantes de los bloques del nordeste y del sudeste. Durante la dictadura, alrededor del 80% de los diputados nordestinos era del oficialista Arena. En 1990, ya durante el período democrático, los legisladores nacionales de partidos de derecha respondían todavía por el 60% de los elegidos de la región. En los años 2000, ese índice cayó a aproximadamente el 40%. Los representantes de la izquierda, que difícilmente llegaban al 20% del total de diputados federales del nordeste, pasaron a aportar alrededor del 35% de los elegidos en los estados de la región (y el centro, otro 25%).
En el sudeste se produjo un fenómeno inverso, pero con una intensidad no tan acentuada como la que se registró en los estados nordestinos. La región fue la única que, durante la dictadura militar, eligió en dos contiendas (1974 y 1978) más diputados nacionales del MDB, un partido paraguas de la oposición de centroizquierda, que de Arena. Asimismo, São Paulo es la cuna del PT, el principal partido asociado a la izquierda. En las últimas elecciones, no obstante, los partidos de derecha aportaron alrededor del 40% de los diputados del sudeste, ante aproximadamente el 30% de la izquierda y también un 30% del centro.
ZÉ VICENTEProfesionalización o popularización
Los investigadores del observatorio dicen que los cambios en el perfil socio-profesional de los diputados nacionales no permiten decir si la Cámara Baja se ha vuelto más o menos conservadora. La relación entre la ocupación previa de cada parlamentario, antes de su ingreso a la política, y su comportamiento en Diputados es delicada y circunstancial, dicen Codato y Domingos Costa. Esto no quiere decir que el perfil ocupacional de los bloques no tenga implicaciones en el tipo de política que se hace en Brasilia. Las tiene, pero también influyen otras variables, tales como las tendencias de la opinión pública, las propuestas del Poder Ejecutivo y la plataforma de los partidos oficialistas y opositores.
Codato aboga por la idea de que, más que una popularización del perfil del diputado federal, lo que está ocurriendo es una profesionalización de la clase política. “Resulta difícil que alguien hoy en día logre ser elegido como diputado nacional si no tiene una trayectoria más larga dentro de la política”, afirma el politólogo. Según el investigador, son pocos los individuos, independiendo de su ocupación y su clase económica, que tienen peso y popularidad como para saltar etapas en la carrera política ‒ser concejal, alcalde y diputado estadual‒ antes de intentar obtener una banca en Brasilia. El diputado y payaso Tiririca, del Partido de la República (PR-São Paulo), elegido en 2010 y reelecto este año, es una excepción y no la regla.
El científico político Leôncio Martins Rodrigues, autor de tres libros sobre el perfil socio-profesional de los diputados nacionales, el más reciente presentado este año (Pobres e ricos na luta pelo poder – novas elites na política brasileira, de editorial Topbooks), afirma que la popularización de la clase política realmente está concretándose en la Cámara Baja. “Los empresarios rurales fueron los que mayor espacio perdieron”, dice el ex profesor de la Universidad de São Paulo (USP) y de la Universidad de Campinas (Unicamp), oficialmente jubilado, pero que en la práctica sigue haciendo investigación. “En los sistemas electorales de masas, el poder económico de los más ricos se contrabalancea con grandes organizaciones”. Hacer una campaña para ser diputado nacional es una empresa cara en los días actuales. Tener un sindicato o alguna otra entidad como patrocinador es una de las formas de apoyar las candidaturas de individuos de los segmentos más populares y de las clases medias.
Pese a los cambios en el perfil de los legisladores federales, algunas asociaciones aún perduran. Diputados millonarios tienden a provenir del campo de la derecha, en tanto que los “pobres”, suelen hacerlo desde la izquierda. De los 513 parlamentarios elegidos en 2010, Martins Rodrigues analizó la declaración de bienes de los 50 diputados más ricos y de los 50 con menor patrimonio declarado. Entre los más pudientes, el 62% provenía de partidos de derecha, el 30% del centro y el 8% de la izquierda. Entre los más “pobres”, dos tercios provenían de la izquierda y el otro tercio se dividía entre miembros de agrupaciones de derecha (en mayor número) y de centro. Martins Rodrigues recuerda que ingresar en la política sigue siendo una posibilidad de ascenso social para los más humildes. “Y ni siquiera es necesario ser deshonesto”, afirma. “Basta con la dieta de diputado federal.”
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