Los microplásticos constituyen un tipo importante de los llamados contaminantes emergentes, y se los ha encontrado en los pulmones humanos. Un equipo integrado por investigadores de la Universidad de São Paulo (USP) y del Instituto de Investigaciones Tecnológicas (IPT) ha identificado y caracterizado 33 partículas y 4 fibras de polímeros en 13 de las 20 muestras de tejido pulmonar estudiadas. Los resultados de este trabajo se publicaron el 24 de mayo en un artículo en la revista Journal of Hazardous Materials. Las partículas medían menos de 5,5 micrones (μm) y las fibras, entre 8,12 y 16,8 μm. Una micrón o micra equivale a 0,001 milímetro (mm). “La mayoría de los polímeros que detectamos estaban constituidos por polipropileno y polietileno, los tipos de plásticos más fabricados en todo el mundo, que se utilizan para el envasado de alimentos y en otros diversos productos”, dice la médica patóloga Thais Mauad, de la Facultad de Medicina de la USP y líder del laboratorio que llevó a cabo el estudio.
Las muestras de tejido pulmonar provenían de autopsias practicadas a personas de 48 a 94 años, de las cuales 7 eran varones y 13 mujeres. Aproximadamente dos tercios de esos individuos nunca habían fumado y un tercio eran fumadores que habían dejado el cigarrillo hacía al menos 15 años. En promedio, habían vivido en un mismo domicilio en la ciudad de São Paulo durante 34 años.
Varios estudios vienen informando acerca de la presencia de microplásticos en los ecosistemas acuáticos, terrestres, aéreos y también en algunos alimentos. Las fibras y partículas de polímeros han sido detectadas, por ejemplo, en peces, sal de cocina, agua potable, leche, té, cerveza, miel, azúcar y vegetales. No es una novedad que la gente esté inhalando y, eventualmente, ingiriendo polímeros. Con todo, según los investigadores, este trabajo es el primero en señalar que estas partículas y fibras pueden acumularse en los tejidos pulmonares.
Uno de los principales obstáculos a los que se enfrentó el ingeniero ambiental Luís Fernando Amato-Lourenço, autor principal del artículo, fue la cuestión metodológica. Como los microplásticos están presentes en todos los ambientes, incluso en el aire, la probabilidad de contaminación de las muestras de tejido pulmonar era alta. Para evitar que ocurriera eso, se ciñó a un protocolo que se emplea en varias ramas de la ciencia, que detalla los procedimientos capaces de minimizar el contacto con los polímeros. Desde la extracción de los tejidos pulmonares hasta su análisis por espectrometría realizado en el laboratorio, ninguno de los procedimientos utiliza ningún objeto fabricado con plástico. “Además de disminuir el riesgo de contaminación externa, debíamos procesar y analizar los tejidos sin que se produjeran daños físicos o alteraciones en los microplásticos que podían hallarse en los pulmones”, explica Amato-Lourenço, quien realiza una pasantía posdoctoral bajo la supervisión de Mauad con una beca concedida por la FAPESP. “Adaptamos un procedimiento metodológico que se utiliza para detectar microplásticos en los mejillones y dio resultado”.
El hecho de que exista un protocolo mejor estructurado para el estudio de los microplásticos en los mejillones, un organismo acuático, no es una mera coincidencia. Los objetos de plástico, tales como botellas y bolsas, no se degradan fácilmente, se acumulan en determinados sitios y generan daños a la naturaleza. Los microplásticos se originan a partir de ellos. Normalmente, esas fibras y partículas de polímeros se desprenden durante el proceso de elaboración de los plásticos en la industria, o bien cuando los envases de plástico son expuestos a fuentes de calor. En la actualidad, los microplásticos están presentes en las regiones polares, en las profundidades de los océanos y se diseminan también por el aire, desde donde caen sobre las ciudades y los bosques cuando llueve.
Una tarjeta de crédito por año
El ecólogo marino británico Richard Thompson, de la Universidad de Plymouth, en el Reino Unido, acuñó en 2004 el término microplásticos para denominar a las partículas de polímeros con un tamaño menor que 5 mm. Su equipo de investigadores halló microplásticos en las arenas de las playas del Reino Unido en una labor de investigación pionera sobre los impactos de los desechos marinos en los distintos ecosistemas. Estos minúsculos restos de polímeros son especialmente comunes en múltiples ambientes acuáticos porque las botellas y los envases plásticos se descartan de manera inadecuada y luego se acumulan en ríos y mares.
La lenta erosión de los residuos plásticos genera una verdadera senda de suciedad. En 2015, oceanógrafos de Europa y Estados Unidos calcularon que habría entre 15 y 51 billones de partículas de microplásticos flotando sobre la superficie de los océanos de todo el planeta. Otra de las fuentes de estas partículas son los neumáticos (que poseen polímeros) en constante fricción con el asfalto en las ciudades y carreteras, y las fibras sintéticas que se utilizan en la confección de indumentaria. Esto significa que la gente puede inhalar cantidades significativas de microplásticos en forma cotidiana. Según un estudio publicado en marzo de este año en la revista Environmental Science & Technology por el equipo del científico ambiental neerlandés Albert Koelmans, de la Universidad de Wageningen, en los Países Bajos, las personas podrían estar ingiriendo anualmente una cantidad de plástico equivalente a una tarjeta de crédito.
Más allá de causar daños físicos, la ingesta de microplásticos parece disminuir y ralentizar la capacidad reproductiva de algunas especies marinas, que son objeto de la mayor parte de los estudios realizados sobre los impactos ambientales de los restos de los polímeros. “En el medio ambiente, los microplásticos pueden funcionar como vectores y unirse a otros contaminantes, tales como metales pesados o compuestos orgánicos, o incluso a microorganismos tales como virus o bacterias”, comenta Amato-Lourenço. “Pueden constituirse en una especie de ‘cóctel químico y biológico’ y causar efectos múltiples en la salud”. La patóloga Mauad subraya que su equipo está realizando un estudio acerca de la posibilidad de que los microplásticos propaguen el coronavirus en entornos urbanos abiertos.
Proyecto
Identificación y caracterización fisicoquímica de los microplásticos ambientales en la atmósfera y en tejidos pulmonares humanos (nº 19/03397-5); Modalidad Beca de Posdoctorado; Investigadora responsable Thais Mauad (USP); Beneficiario Luís Fernando Amato-Lourenço; Inversión R$ 254.371,95
Artículo científico
AMATO-LOURENÇO, L. F. et al. Presence of airborne microplastics in human lung tissue. Journal of Hazardous Materials. 24 may. 2021.