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DIFUSIÓN

Revisión en plaza pública

Bastante utilizado en las ciencias exactas, el modelo de publicación de preprints gana espacio en la biología y en las ciencias sociales

El 17 de enero, la fundación Wellcome Trust, del Reino Unido, que financia investigaciones biomédicas, anunció que comenzará a aceptar preprints en las referencias bibliográficas de los proyectos que patrocina. Los preprints son artículos que aún no pasaron por el filtro de la revisión por pares, la forma de evaluación consagrada en las revistas científicas. En lugar de ello, quedan disponibles en repositorios electrónicos públicos exponiendo sus resultados a la crítica instantánea de la comunidad científica. “Esperamos que, al citar preprints, los investigadores se animen a emplear ese modelo para divulgar resultados y hallazgos con mayor rapidez”, explicó Robert Kiley, director de servicios digitales de la fundación en un comunicado. El 24 de marzo fue el turno de los Institutos Nacionales de Salud (NIH, en inglés), la principal organización de fomento de la investigación médica de Estados Unidos, al autorizar a sus candidatos a citar preprints en los proyectos enviados a la agencia. Usualmente, las revistas científicas tardan meses o incluso más de un año en cumplir las etapas del proceso de evaluación de un artículo para concretar su publicación. En tanto, en el caso de un preprint, el manuscrito queda inmediatamente disponible para su lectura y para efectuar comentarios.

Las iniciativas de Wellcome Trust y de los NIH forman parte de un movimiento que cobró aliento con el aumento reciente de la publicación de preprints en áreas tales como las ciencias de la vida y las ciencias sociales, reproduciendo la experiencia de las ciencias exactas. El repositorio arXiv, cuya sede actual se encuentra en la Universidad Cornell, en Estados Unidos, es utilizado por físicos, matemáticos y analistas de la computación desde hace 26 años e inspira nuevas iniciativas. En febrero de 2016, 30 organizaciones científicas e instituciones de apoyo en todo el mundo, entre las cuales figuran la Academia China de Ciencias, la Fundación Bill y Melinda Gates, los NIH y la Wellcome Trust, firmaron un convenio y convocaron a que todos los datos recabados durante el brote del virus del Zika quedaran a disposición en forma rápida y abierta. Esa decisión se apoya en los preceptos de una declaración de la Organización Mundial de la Salud de septiembre de 2015, donde se estimula la divulgación rápida de datos en un marco de emergencia en la salud, acortando el recorrido entre informaciones científicas, autoridades y el público en general. La medida surtió efecto y, para el mes de marzo, hubo estudios con indicios contundentes sobre la relación entre el virus del Zika y la microcefalia que fueron publicados bajo la modalidad de preprints.

Uno de esos trabajos fue el que puso a disposición el equipo del neurocientífico Stevens Rehen, de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) y del Instituto D’Or de Pesquisa e Ensino (Idor), en el repositorio PeerJ Preprints. El grupo verificó que el Zika invade y mata células madre precursoras de células neuronales (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 242). Ese texto preliminar fue bastante citado y registró más de 13 mil visualizaciones, comenta Rehen, quien posteriormente remitió el artículo a la revista Science. “El preprint no impide la publicación posterior del artículo en un periódico, permitiéndole a su autor recibir críticas de sus colegas, algo que podría contribuir para mejorar el manuscrito que se enviará a una revista de impacto”, explica el investigador. La versión publicada en abril de 2016 en la revista Science contiene modificaciones solicitadas por los revisores de la misma: “Ellos sugirieron que incluyésemos datos sobr4e el dengue, a los efectos de compararlo con el virus del Zika”.

Resistencia
La revista Science al igual que otras editoriales, no publica artículos cuyos resultados ya hayan sido divulgados en otras revistas, con el objetico de garantizar la originalidad de su contenido. Sin embargo admite la publicación de buenos artículos que ya se hallaran disponibles en repositorios, tales como el bioRxiv, de ciencias biológicas, o el arXiv. Con todo, aún hay periódicos que no aceptan publicar artículos oriundos de preprints. Ese es el caso, por ejemplo, del Journal of Clinical Investigation, editado por la Sociedad Americana para la Investigación Clínica (Asci, en inglés).

Aunque la cantidad de preprints en biología esté creciendo (vea el gráfico), el modelo enfrenta resistencias, principalmente entre investigadores de áreas tales como bioquímica y microbiología, comenta la bióloga Jessica Polka, de la Universidad de California en San Francisco, Estados Unidos. “La adhesión de los biólogos al modelo de preprints es históricamente baja, ya que no tenemos ese rasgo cultural de compartir los manuscritos de esa manera”, explica. Jessica Polka dirige la organización ASAPbio, creada en 2015 para promover el uso de preprints en las ciencias de la vida. Recientemente, la entidad convalidó lo que los investigadores piensan acerca de ese modelo. Si bien el 92% de los 392 participantes de la investigación eran conscientes de lo que es un preprint, solamente el 31% refirieron haber publicado de tal modo. De cualquier modo, un 78% admitieron el uso de preprints como fuente de información científica.

Según Polka, el principal recelo de los biólogos hacia los preprints reside en que esos artículos sean tomados como trabajos de inferior calidad, que no sortearon la revisión por pares. Polka acota, sin embargo, que el 65% de los artículos de astronomía, astrofísica, física nuclear y física de partículas publicados en revistas indexadas entre 1995 y 2011 tenían versiones preliminares depositadas en el arXiv. “Los preprints no representan una competencia para la publicación convencional en revistas. Se trata de un complemento”, afirma. La iniciativa ha inspirado proyectos en otros países. En Brasil, la biblioteca electrónica SciELO (sigla por Scientific Electronic Library Online) anunció en el mes de febrero que lanzará el repositorio SciELO Preprints. Según ese comunicado de la dirección de la biblioteca, el objetivo es brindarle celeridad a la publicación de artículos en el país.

El profesor Olavo Amaral, del Instituto de Bioquímica Médica de la UFRJ, apunta que los sistemas de financiación a la investigación delegaron la evaluación de la calidad de la ciencia a los periódicos, debido a la confianza en la revisión por pares. “Pero la revisión por pares no constituye un filtro suficiente como para asegurar la calidad de un artículo”, dice. En el modelo tradicional, sostiene, la mayoría de las revistas dispone de evaluadores voluntarios y, generalmente, cada trabajo es evaluado por un máximo de tres revisores. “En el modelo de preprint, el artículo queda sometido al análisis crítico de cientos o miles de pares, en forma abierta”, explica Amaral. El investigador, junto a Stevens Rehen y Eduardo Fraga, docente del Instituto de Física de la UFRJ, debatieron sobre el tema en 2016, en el marco de un evento realizado por la Academia Brasileña de Ciencias (ABC) en Belo Horizonte.

Amaral relata que publicó dos preprint en el repositorio bioRxiv, una revisión de la literatura científica sobre biomarcadores en psiquiatría y otra sobre un modelo usado para estudiar la memoria en roedores. Según él, la repercusión que lograron los artículos fue rápida y positiva en las redes sociales, con diversos tuits citando los artículos pocas horas después de que fueran publicados. Mientras tanto, el retorno de los lectores en el repositorio fue poco expresivo en términos de críticas y comentarios. “Los investigadores precisan que los estimulen para comentar y proponer modificaciones en los preprint que leen. Ese hábito aún no se ha naturalizado entre los biólogos”, analiza.

En el caso de la física de partículas el panorama es bastante favorable: los preprint quedaron en el centro del debate sobre nuevas teorías. Uno de los ejemplos más recientes es el del difotón a 750 GeV, una señal débil que surgió en diciembre de 2015 en los resultados del Gran Colisionador de Hadrones (LHC, en inglés). La noticia de una posible nueva partícula generó la producción de muchos estudios teóricos, publicados especialmente en el arXiv, en un intento por caracterizar y explicar ese hallazgo. “Los físicos están acostumbrados a escribir artículos especulativos o no conclusivos. No hay ningún error en ello. En el mejor de los escenarios, descubrimos algo nuevo a partir del intercambio de ideas”, aclara Mihailo Backovic, investigador del Centro de Cosmología, Física de Partículas y Fenomenología de la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica.

Actualmente el arXiv lleva registrados más de 210 mil investigadores activos y esa cifra crece alrededor de un 10% anualmente. Cada día, se registran más de 1,2 millones de accesos al sitio web y se reciben entre 500 y mil nuevos manuscritos. “Resulta evidente que entre todo eso hay muchas malas ideas e incluso algunas erradas. Por eso es que el filtro de revisión por pares sigue siendo importante”, sopesa Backovic. Con frecuencia, los repositorios de preprints son objetados en cuanto a la verificación de la calidad de lo que publican. Algunos de ellos, como en el caso del arXiv, han invertido en software que logran detectar palabras duplicadas y posibles casos de plagio. También exigen que los investigadores comprueben su vínculo institucional.

Cómo navegar
Entonces, ¿cómo navegar por los repositorios en medio de esa enorme cantidad de preprints? “Una práctica común entre los físicos consiste en entrar al arXiv por la mañana y chequear lo que se ha publicado”, comenta George Matsas, docente del Instituto de Física Teórica de la Universidade Estadual Paulista (Unesp). Según él, el repositorio instauró mecanismos que ayudan al investigador a acceder al contenido deseado. “El arXiv se actualiza una vez al día con las listas de preprints ordenados por subáreas. En mi caso, siempre consulto las categorías sobre relatividad general y física cuántica, en las cuales se publican entre 20 y 30 trabajos por día”, explica Matsas.

No es nuevo que los científicos comparten informaciones antes de publicarlas. En los tiempos anteriores a internet hubo preprints impresos que eran enviados por correo a los investigadores y bibliotecas interesados antes de la revisión formal por pares. Entre 1961 y 1966, los NIH de Estados Unidos promovieron la creación de los Grupos de Intercambio de Informaciones en instituciones de investigación y universidades, mediante una distribución organizada de preprints. En Brasil hubo una experiencia pionera que fue la creación, en 1952, de la revista Notas de Física, editada por el Centro Brasileño de Investigaciones Físicas (CBPF, en portugués) y dedicada a publicar trabajos preliminares.

El físico Francisco Antonio Doria, que obtuvo un doctorado en el CBPF en 1977, relata que a lo largo de su carrera publicó diversos preprints y considera a ese modelo más democrático que el convencional. “En ocasiones, la revisión por pares se torna una barrera infranqueable cuando el investigador propone ideas radicales o controversiales”, afirma. En los repositorios, dice Doria, hay más espacio para la polémica, aunque no siempre el feedback es amigable. “Cierta vez publiqué en el arXiv un paper sobre complejidad computacional. Mis conclusiones quedaban a contramano de las ideas corrientes y recibí muchos comentarios agresivos y hasta insultos”.

Para Eduardo Fraga, de la UFRJ, el intercambio de informaciones es fundamental para el avance de la ciencia, y puede ocurrir de diferentes formas: en reuniones de departamentos, congresos o grupos de correo electrónico. “Lo que los repositorios electrónicos de preprints están logrando hacer es amplificar el alcance de esa práctica”, señala. “Científicos de regiones periféricas, alejados de los grandes centros productores de conocimiento, pueden consultar repositorios como el arXiv y ponerse al tanto de lo que se está estudiando en determinada disciplina”.

Otra área que está explorando con mayor intensidad el uso de los preprint es la de las ciencias humanas. El año pasado, el Center for Open Science, una organización sin fines de lucro cuya sede se encuentra en Estados Unidos, lanzó el SocArXiv, volcado a los investigadores de sociología, derecho, educación y artes. La institución también mantiene otros repositorios, como el PsyArXiv, dedicado a la psicología. “Nuestro desafío es convencer a los investigadores de las ciencias sociales para lograr su participación”, dice la socióloga Elizabeth Popp Berman, docente de la Universidad de Albany, en Estados Unidos, y miembro del comité administrativo del SocArXiv. De manera general, dice, la mayoría de los investigadores en ciencias sociales no siente la necesidad de publicar sus trabajos con la misma asiduidad que sus colegas de las ciencias naturales. “Además, en algunas áreas de humanidades, los investigadores prefieren publicar libros, aunque para la sociología la producción de artículos se está tornando prioritaria”, añade.

Costos
Al igual que otros repositorios, el SocArXiv se sostiene gracias a donaciones, provenientes, por ejemplo, del Instituto de Tecnología de Massachusetts y de la Universidad de California. Uno de los aspectos positivos de los preprints radica en que los costos de mantenimiento de los repositorios son menores que los las editoriales para mantener las revistas. El arXiv, por ejemplo, dispone de más de 1,2 millones de artículos a un costo anual de alrededor de 827 mil dólares, es decir, aproximadamente 70 centavos de dólar por artículo. Los repositorios no cobran tasas a los autores y el preprint se publica en acceso abierto. En tanto, las tasas de publicación que cobran las revistas editadas por la editorial holandesa Elsevier, por ejemplo, pueden variar entre 500 y 5.000 dólares.

Otras áreas de las ciencias humanas están más familiarizadas con los preprints. Ése es el caso de la economía, cuyos investigadores cuentan con algunos repositorios consolidados. Uno de ellos es el del National Bureau of Economic Research (NBER), de Estados Unidos. Otro, es el proyecto Research Papers in Economics (RePEc), lanzado en 1997, que reúne más de 1.800 archivos de repositorios y bibliotecas electrónicas de 89 países. En el ámbito de las ciencias sociales, está la pionera Social Science Research Network (SSRN) que opera desde 1994. El abogado Douglas Castro, investigador de posdoctorado en la Fundación Getulio Vargas de São Paulo (FGV-SP), quien se desempeña  en el área de derecho ambiental, comenzó a utilizar la SSRN en 2014. “Publicar en revistas prestigiosas  no garantiza que un artículo sea ampliamente divulgado”, dice. “Recurrí a los preprint para que mi trabajo tenga mayor visibilidad entre los investigadores de otras áreas y no sólo los del derecho”, dice Castro, quien aprovecha las sugerencias que recibe de usuarios del repositorio para preparar la versión final de los artículos. Un preprint que él publicó el mes pasado, por ejemplo, concitó la atención de un geólogo, que propuso una definición mejor para el término “escasez hídrica”.

En mayo de 2016, Elsevier adquirió la SSRN. “La meta es brindar un mayor acceso a la creciente base de contenidos generados por los usuarios y aumentar los lazos con un conjunto más amplio de investigadores”, explica Gemma Hersh, directora de política y comunicaciones de la editorial Elsevier. Si bien reconoce el rol que cumplen los servidores de preprints, Hersh sostiene que la publicación en periódicos todavía es la manera más segura de evaluar el mérito de un estudio. “El rol de los revisores y editores es crucial”, resalta. “Ellos garantizan que un preprint se convierta en un artículo confiable, perfeccionado luego de sortear la revisión por pares”.

Con todo, eso no siempre parece ser necesario. En un estudio publicado en 2016, investigadores de la Universidad de California analizaron alrededor de 12 mil preprints depositados en el arXiv entre 2003 y 2015, y los compararon con sus versiones publicadas en revistas científicas. La principal conclusión fue que no había diferencias sustanciales en los textos de las dos versiones en un 80% de los artículos. Según analiza Stevens Rehen, de la UFRJ, el rol de los periódicos tiende a cambiar con el avance de los preprints. Rehen sugiere, al igual que otros partidarios del modelo, que las editoras pasen a actuar como curadoras de informaciones científicas. “En lugar de determinar lo que debe o no publicarse, ellas podrían seleccionar de los grandes repositorios de preprints aquello que consideran más relevante para publicarlo como artículo”, propone.

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