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Necrológicas

Rumbo a la excelencia

Fulvio Pileggi transformó el Instituto del Corazón de São Paulo en un sólido centro de investigación y atención médica

Pileggi: el instituto en primer lugar

Eduardo Cesar

El cardiólogo Fulvio Pileggi acompañó toda la trayectoria de formación del Instituto del Corazón (InCor) de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (FM-USP). Estuvo presente en las gestiones para crear la institución, a principios de la década de 1960, participó en la inauguración del edificio para la atención de los pacientes en 1977 y fue su director general, entre 1982 y 1997. Para algunos de los médicos e investigadores que trabajaron con él, fue el principal responsable de transformar el InCor en uno de los centros de investigación y atención médica más importantes del mundo. Su estrategia principal consistía en atraer a los profesionales más talentosos, ofreciéndoles buenas condiciones laborales e incentivándolos permanentemente; luego, les exigía con la misma insistencia. Pileggi falleció el 4 de abril, a los 93 años, dejando cuatro hijos –Fulvio, Renata, Roberta y José Carlos– y ocho nietos.

“Fue él quien trajo la ciencia al InCor. Empezamos a producir más investigación en cardiología que toda América Latina”, relata el cardiólogo Protásio Lemos da Luz, investigador sénior del InCor, quien trabajó con Pileggi durante más de 20 años. “Pileggi pugnaba por alcanzar estándares internacionales de excelencia. Él es el mayor responsable de la notable institución que hoy en día es el InCor”.

Eduardo Moacyr Krieger, director ejecutivo de la Comisión de Relaciones Internacionales de la FM-USP, comenta que fue Pileggi quien implementó los departamentos de bioingeniería, experimentación, bioinformática, inmunología de trasplantes, biología molecular y genética, y cardiología vascular. “Agrupó todo bajo un mismo techo”, dice Krieger, vicepresidente del Consejo Superior de la FAPESP entre 2010 y 2019.

En su clínica privada, los asistentes médicos que contrataba también eran convocados para atender a los pacientes del Sistema Único de Salud (SUS). “En aquella época teníamos un bíper y nos íbamos hasta una cabina telefónica pública para tomar los mensajes”, recuerda el médico Roberto Kalil, director de la División de Cardiología y actualmente presidente del Consejo Directivo del InCor. “El que no respondía se quedaba fuera del equipo”.

Pileggi nació en la ciudad de São Carlos (São Paulo), se graduó en 1952 en la FM-USP y de 1955 a 1957 realizó una pasantía en el Instituto Nacional de Cardiología de México, uno de los centros más importantes del área en aquella época, merced a una beca que le concediera la Fundación Rockefeller. Allí trabajó junto a dos especialistas en el entonces incipiente campo de la electrocardiografía, Demetrio Sodi Pallarés (1913-2003) y Enrique Cabrera (1918-1964).

“La electrocardiografía era difícil, pero me gustaban la física y la matemática, que me ayudaron en ese campo”, relató Pileggi a Pesquisa FAPESP cuando ganó el premio de la Fundación Conrado Wessel (FCW) en 2009, en la categoría de Medicina. “Cuando Cabrera viajaba, el que tomaba a su cargo el servicio de cardiología era Pileggi, y no los asistentes del mexicano”, comentó en la misma época el oncólogo Ricardo Renzo Brentani (1937-2011), amigo del cardiólogo brasileño. “Fue él quien sentó las bases de la electrocardiografía en Brasil”.

A su regreso a São Paulo, se sumó al equipo de Luiz Venere Décourt (1911-2007), jefe del Servicio de Cirugía Cardíaca del Hospital de Clínicas (HC) de la FM-USP, donde fue compañero de otro reconocido cardiólogo, Euryclides de Jesus Zerbini (1912-1993). Décourt y Zerbini fueron quienes unificaron las áreas clínica y quirúrgica de la cardiología en el HC. “Las bases del instituto fueron sentadas por Décour y Zerbini, pero quien implementó y aportó todo el soporte científico para que el InCor se desarrollara fue Pileggi”, dice Krieger.

El cardiólogo Charles Mady, director de la Unidad Clínica de Miocardiopatías y Enfermedades de la Aorta del instituto, relata que Pileggi huía de las cámaras de los medios y no buscaba relacionarse con gente poderosa, eran ellos los que lo buscaban. “Siempre era el instituto el que figuraba, nunca él”, concluye.

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