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Memoria

“Salvajes” en el museo

Hace 128 años, se exponían grupos de indios en la Exposición antropológica brasileña

MUSEO NACIONALEl día 29 de julio de 1882 auguraba ser distinto en Río de Janeiro. El feriado y los fuegos artificiales anunciaban los 36 años de la princesa Isabel e invitaban a un evento inusual en la ciudad. Ese día se inauguraba en el Museo Nacional la Exposición antropológica brasileña, con la presencia de las principales personalidades de la sociedad carioca y de toda la Corte. Además de la princesa, el emperador don Pedro II y la emperatriz Teresa Cristina visitaron la exposición, que contó con una amplia cobertura de la prensa. También tomaron parte en la ceremonia de inauguración algunos indios Botocudo – de Goiás y de Espírito Santo – y Xerente, de Minas Gerais. La diferencia es que los indígenas fueron llevados para ser expuestos, y no para visitarla. El evento de 1882 fue uno de los acontecimientos científicos más importantes del final del siglo XIX en Brasil. Muestras similares a las de Río estaban en boga en otros países de Latinoamérica, de Europa y en Estados Unidos. El deseo de popularizar la ciencia, las polémicas sobre la teoría de la evolución postulada por Charles Darwin, el anhelo de conocer el pasado de Brasil y la fascinación que causaban los indios motivaron al director del Museo Nacional, Ladislau Netto, a organizar la exposición. Las colecciones fueron dispuestas en    ocho salas a las que se les dieron nombres, en homenaje a figuras de la historia y de la ciencia: Vaz de Caminha, Léry, Rodrigues Ferreira, Hartt, Lund, Martius, Gabriel Soares y Anchieta. Todos ellos escribieron relatos que ayudaron a tornar conocido el Brasil de períodos anteriores, desde el descubrimiento de la nueva tierra en el siglo XVI. Las ocho salas mostraban piezas arqueológicas descubiertas en el país, como por ejemplo restos humanos fosilizados, conchas de sambaquíes y objetos indígenas de distintas etnias. También se editó la Revista da Exposição Anthropologica Brazileira, con artículos que intentaban darle un significado científico al conjunto exhibido en el museo.

MUSEO NACIONALLos “salvajes”, como se los llamaba, formaban parte de la exposición en grupos vivos, y componían un escenario que simulaba su cotidiano. Los artículos de la revista – dirigida por Mello Moraes Filho –, escritos por expertos brasileños, siempre se referían a los indígenas como representantes de los más primitivos estadios de la evolución humana, en contraposición con los evolucionados hombres blancos caucásicos. El evento constituía una ocasión para observarlos como si fuesen fósiles vivos, en la argumentación tan científica como era posible en aquel período. Las medidas de los indios, su forma muscular, el formato del cráneo y sus hábitos sociales y morales fueron analizados y comparados con mestizos y blancos. “Era una antropología física, totalmente distinta de la antropología del siglo XX”, dice el biólogo Charbel Niño El-Hani, coordinador del Grupo de Investigación en Historia, Filosofía y Enseñanza de las Ciencias Biológicas de la Universidad Federal de Bahía, quien estudió el tema. “Existía un mirada sobre los indígenas distinta de la que tendría Claude Lévi-Strauss varias décadas después.”

MUSEO NACIONALLa idea del indio como fósil vivo era considerada útil para estudiar el pasado del hombre en Brasil, y no causaba la misma repulsa que provoca hoy en día, evalúa la historiadora Márcia Ferraz, del Centro Simão Mathias de Estudios de Historia de la Ciencia de la Pontificia Universidad Católica de São Paulo (Cesima/PUC-SP).”Ésa era la forma de hacer ciencia en todo el mundo, no solamente en Brasil”, explica Márcia. Los criterios científicos utilizados eran los de la historia natural, y no los que las ciencias sociales usarían más tarde. La exposición permaneció en cartelera durante tres meses, y fue considerada un éxito, pues atrajo a más de mil visitantes y causó cierta repercusión internacional. “Sin embargo, los que la visitaron eran solamente aquéllos pertenecientes a la pequeña elite de Río de aquel tiempo, que era alfabetizada e interesada en las novedades científicas”, concluye El-Hani.

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