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COMUNICACIÓN

Selección de errores y aciertos

Un estudio muestra de qué manera el desempeño en el campo de juego establece el cariz de la cobertura que hizo la prensa portuguesa del paso de los técnicos brasileños por la selección de Portugal

Scolari al mando de la selección portuguesa: esperanza y desconfianza

AFP PHOTO/ NICOLAS ASFOURI Scolari al mando de la selección portuguesa: esperanza y desconfianzaAFP PHOTO/ NICOLAS ASFOURI

La convivencia entre colonizadores y colonizados siempre es delicada, incluso después de que esos roles se hayan extinguido formalmente hace casi 200 años, como ocurre en el caso de las relaciones entre portugueses y brasileños. El profesor José Carlos Marques, un brasileño hijo de portugueses, con doble ciudadanía, docente de comunicación en la Universidade Estadual Paulista (Unesp), campus  de Bauru, pasó tres meses del año pasado en Lisboa investigando en los archivos de siete periódicos locales un tema en el cual la histórica condición política de matriz y filial aparece invertida: el fútbol. Con la pelota en los pies, los brasileños son vistos como maestros y los lusos como aprendices. Dentro del mundo de las canchas, Marques analizó un tema específico: de qué modo esos periódicos retrataron en sus páginas el paso de dos técnicos brasileños al frente de la selección de Portugal en épocas distintas. El carioca Otaviano Martins Glória (1917-1986), conocido como Otto Glória, dirigió al equipo luso en su primera participación en un Mundial, el de 1966, en Inglaterra, y el gaúcho Luiz Felipe Scolari, quien después de haberse consagrado campeón mundial con Brasil en 2002, dirigió al combinado portugués de 2003 a 2008.

Como regla general, Marques notó que la postura de la prensa portuguesa varió en función de los resultados alcanzados por los técnicos extranjeros al mando de la selección nacional. Los elogios a la famosa (buena) viveza brasileña, que funcionaba como contrapunto y complemento de la racionalidad portuguesa, cundían en los períodos victoriosos, pero el tono era otro cuando los resultados eran malos o cuando el entrenador no se comportaba de una forma adecuada. “La amistad fraterna entre los dos pueblos hermanos daba paso entonces a la intolerancia y a declaraciones que orillaban una xenofobia brutal”, afirma Marques, quien en la década de 1990 fue árbitro de fútbol de la segunda división paulista. En el estudio, analizó el discurso de cuatro periódicos de temática general (Diário de Notícias, O Século, Público y Jornal de Notícias) y de tres especializados en deportes (A Bola, Record y O Jogo) y consultó 900 ediciones de dichos periódicos.

El primer asunto que intrigó a Marques fue la diferencia de atribuciones que la prensa portuguesa y la brasileña le confirieron a Otto Glória dentro de la selección portuguesa en el Mundial de 1966. En Brasil, según el investigador, generalmente se le adjudica buena parte del mérito de que Portugal haya logrado el tercer puesto en las canchas de Inglaterra, hasta hoy su mejor ubicación en un Mundial, a la presencia del carioca al frente del equipo. “Los brasileños prácticamente ignoran que Otto Glória era el técnico en el banco de suplentes de Portugal, pues quien administraba la selección y escogía a los jugadores convocados era el portugués Manuel da Luz Afonso”, dice Marques. Es decir, a pesar de haber sido una figura importante, Glória era el segundo del seleccionador Manuel da Luz Afonso. Los medios de comunicación lusos no dejaban dudas en cuanto a la diferencia de estatus. En un texto del 7 de julio de 1966, en vísperas del inicio del Mundial, el periódico A Bola resalta el estereotipo asociado a los habitantes de la antigua colonia al adjudicarle al seleccionador portugués “la flema y serenidad británica” y al entrenador brasileño “la viveza, la habilidad y la ‘malicia’ de un ‘portugués de los trópicos’”.

A medida que Portugal avanzaba en la Copa, incluso habiendo vencido y eliminado a Brasil, que era entonces el campeón del mundo, Otto Glória se tornaba menos verdeamarelo y se volvía más verdigrana a la vista de los medios de comunicación lusos. “Los periódicos comenzaron a denominarlo el entrenador portugués o al menos un 80% portugués”, afirma el profesor de la Unesp. Ese calificativo no deja de tener algo de cierto. Otto Glória era descendiente de portugueses y, antes de hacerse cargo de la selección lusa, había residido y trabajado en clubes de Portugal desde los años 1950. El cliché con el que el periódico Record lo describió el 6 de agosto de 1966 ‒“brasileño de nacimiento y portugués por opción”‒ no era una exageración desmedida.

Otto Glória (en el centro) dirige un entrenamiento de la selección portuguesa en la Copa Mundial de 1966: “portugués de los trópicos”

José Santos / Agência O GloboOtto Glória (en el centro) dirige un entrenamiento de la selección portuguesa en la Copa Mundial de 1966: “portugués de los trópicos”José Santos / Agência O Globo

Familia Scolari a la portuguesa
El tono de la cobertura efectuada por la prensa portuguesa durante los largos años de Scolari al frente de la escuadra lusa también se basó en gran medida, en los resultados obtenidos dentro del campo de juego. Aunque venía de ser campeón mundial con la selección brasileña en 2002, el gaúcho fue recibido inicialmente con reservas por los diarios locales. “A diferencia de Otto Glória, él no conocía nada del fútbol portugués cuando asumió el cargo en la selección”, afirma Marques. “Había alegría y esperanza dado su historial ganador, pero también desconfianza y rechazo porque era extranjero y no conocía el fútbol portugués”. Para tornar las cosas aún más difíciles, una de las primeras decisiones de Scolari fue, en marzo de 2003, la convocatoria a la selección de un jugador brasileño que actuaba en Portugal desde 1997, Deco. En 2007, el técnico aun convocaría a otro brasileño naturalizado portugués, Pepe, para vestir la casaca verdigrana.

En medio de la polémica por la invasión de brasileños en la selección nacional, el entrenador gaúcho cosechó buenos resultados en las primeras competencias disputadas. Condujo a Portugal al subcampeonato de Europa en 2004, si bien perdió la final jugando de local contra el modesto equipo de Grecia, y al cuarto puesto en la Copa del Mundo de 2006. La versión lusa del estilo “familia Scolari”, que exaltaba la unidad del grupo de jugadores, el himno y la bandera de Portugal, logró éxito en el extranjero. “Puede gustar mucho o poco Scolari, puede que ‒incluso con mayor naturalidad‒ no guste nada de Scolari…; pero hay algo que es indiscutible: sólo él logró plasmar el espíritu de Selección Club de Portugal”, escribió Santos Neves en su editorial firmado en A Bola al inicio del campeonato europeo de 2004.

Pese a todo el reconocimiento que obtuvo en Portugal, Scolari también padeció críticas en las derrotas y fue objeto de prejuicios. Sin embargo, Marques subraya que ningún episodio fue tan traumático, y blanco de duras críticas, como su salida de la selección luego de la Eurocopa de 2008. “La noticia de que había firmado un contrato millonario con un equipo inglés [Chelsea] se difundió cuando se disputaba la primera fase de la competencia y eso fue visto como una traición por los medios portugueses”, dice el investigador. “A partir de ahí, resurgió el tema de la brasileñidad del entrenador, al que se lo tildó de mercenario”.

Proyecto
La ruta inversa a la de los descubrimientos: el concepto de brasileñidad en los periódicos lusitanos devenido de la presencia de futbolistas y técnicos brasileños en Portugal (nº 2013/ 18479-0); Modalidad Beca en el Exterior – Investigación; Becario José Carlos Marques (Unesp/ Bauru); Inversión R$ 28.988,49 (FAPESP).

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