Después de siglos de degradación, asoman señales inequívocas de la recuperación del Bosque Atlántico en la zona conocida como Vale do Paraíba, en la ruta entre Río de Janeiro y São Paulo. En los últimos 50 años, la vegetación autóctona aumentó a más del doble. En 1962, el área de Bosque Atlántico se extendía por poco más de 200 mil hectáreas. En 1995, esa cifra creció hasta 350 mil hectáreas y, en 2011, rondaba unas 450 mil hectáreas, el equivalente a un 30% del territorio paulista de Vale do Paraíba. Esa recomposición gradual y espontánea de buena parte de la selva parece ser el resultado de una convergencia de factores sociales, económicos y ambientales que se desencadenaron a partir de la década de 1950, tal como pudo verificarlo el biólogo Ramon Felipe Bicudo da Silva, del Núcleo de Estudios e Investigaciones Ambientales de la Universidad de Campinas (Nepam-Unicamp), en su investigación doctoral realizada bajo la dirección del biólogo Mateus Batistella, de la estatal Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa), y del antropólogo Emílio Moran, de la Universidad del Estado de Michigan, en Estados Unidos.
“El Bosque Atlántico en Vale do Paraíba atraviesa un proceso denominado transición forestal, en el cual se registra un cambio en las características del uso de la tierra, saliendo de un período de constante reducción de la vegetación nativa hacia otro caracterizado por la expansión natural de las selvas originales”, explica Bicudo da Silva. “En este caso, dicha transición se relaciona con el abandono de las áreas topográficamente incompatibles con la agricultura mecanizada, con proyectos de conservación ambiental donde interviene el cultivo del eucalipto y con la migración de las poblaciones rurales hacia los grandes centros urbanos”. Estas conclusiones se basan en imágenes provistas por el satélite de observación Landsat 5, sumadas a datos sobre el desarrollo industrial de la región y entrevistas con productores rurales, científicos de universidades, representantes de organizaciones no gubernamentales (ONGs) y organismos del gobierno.
A partir de la colonización portuguesa, el Bosque Atlántico se vio sometido a extensos períodos de uso intensivo y desregulado de la tierra. Eso fue lo que ocurrió en la época de la explotación del palo brasil (Caesalpinia echinata) y del cultivo de la caña de azúcar, entre los siglos XVI y XVIII, pasando también por los ciclos del oro y del café y, más acá en el tiempo, con la ganadería y la expansión urbana. En la actualidad, el área selvática, que supo ocupar más de un millón de kilómetros cuadrados (km2) repartidos entre 17 estados brasileños, está circunscrito a simples manchas boscosas de alrededor de 50 hectáreas cada una, según se consigna en el último Atlas de remanescentes florestais da Mata Atlântica, de la fundación SOS Mata Atlântica y del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe).
El área forestal en Valle do Paraíba fue una de las más afectadas. A fines del siglo XIX, la región se transformó en el eje conector de las dos mayores metrópolis del país. A partir de la década de 1920 comenzó a pasar por un intenso proceso de industrialización, que se consolidó con la inauguración de la autopista Presidente Dutra en los años 1950 y con la creación del complejo tecnológico industrial aeroespacial de São José dos Campos. Al analizar registros históricos y estudios estadísticos efectuados por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), los investigadores constataron que la urbanización de la región, sumada a la pérdida de productividad de las zonas de pasturas, desencadenó un intenso flujo de habitantes desde la zona rural rumbo a los centros económicos e industriales de Valle do Paraíba, como son las ciudades de Taubaté y São José dos Campos. “A medida que se fueron intensificando la industrialización y la urbanización, los cambios sociales y económicos propiciaron el abandono de las tierras agrícolas, particularmente en las áreas con terreno más irregular”, explica Bicudo da Silva. Algunos de los habitantes de la región permanecieron en sus propiedades pero dejaron de usarlas para la actividad agropecuaria, pasando a trabajar en las ciudades. “Esta clase de fenómeno colaboró para generar las condiciones ideales para la restauración natural de la selva”, comenta el biólogo Ricardo Ribeiro Rodrigues, de la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz de la Universidad de São Paulo (Esalq-USP), experto en recuperación forestal.
Entre las décadas de 1960 y 1980, la actividad agropecuaria en Valle do Paraíba se redujo en un 13%, un hecho que contribuyó al estancamiento de los índices de desmonte en la región. Desde entonces, el Bosque Atlántico inició un proceso espontáneo de regeneración. Muchas de las tierras abandonadas se transformaron en pequeños bosques de vegetación secundaria, derivando en un incremento de la cobertura forestal.
Según Emilio Moran, estos resultados refuerzan los estudios que verificaron procesos puntuales de regeneración natural del Bosque Atlántico en otras regiones de Brasil. Uno de ellos lo llevaron a cabo la fundación SOS Mata Atlântica y el Inpe, y registró en el período comprendido entre 1985 y 2015 un total de 219 mil hectáreas de Bosque Atlántico en recuperación en zonas anteriormente ocupadas por pasturas en nueve estados brasileños. Este fenómeno también pudo observarse en otros países. En el estado de Indiana (EE.UU.), parte de la vegetación nativa del sur del estado fue reemplazada por cultivos de maíz y soja al final del siglo XIX, quedando un remanente de poco más del 5% de la cobertura forestal original. “Más tarde, la producción se trasladó hacia áreas más adecuadas para la explotación de esos cultivos en el norte del estado y, en el transcurso de casi un siglo, la flora original se regeneró, dando origen a lo que actualmente son las reservas estaduales”, explica Moran. En Medellín, Colombia, se constató recientemente que la vegetación autóctona en áreas anteriormente controladas por el narcotráfico que se empleaban para la plantación de coca comenzó a regenerarse luego del fin de los conflictos armados en aquella región del país.
Los resultados sugieren una relación positiva entre el desarrollo económico y la conservación, dice Moran
El cultivo del eucalipto
Los investigadores también notaron que la regeneración forestal había sido más pronunciada en las áreas cercanas a los remanentes forestales originales y en aquellas tierras menos aptas para la agricultura, cerca de acantilados y barrancas. “Las zonas anteriormente utilizadas para el pastoreo aportaron en las últimas décadas alrededor del 75% de las nuevas áreas forestales en Vale del Paraíba”, afirma Mateus Batistella, de Embrapa. También se registró un aumento considerable de la vegetación autóctona en aquellas áreas que actualmente se destinan a la plantación de eucalipto. Es común que se asocie el cultivo de estos árboles con la degradación del medio ambiente, ya sea por la desecación del suelo o bien por la disminución de la diversidad biológica en las regiones donde se lo cultiva. Sin embargo, no es éste el caso del sector paulista de Vale do Paraíba, según explica el investigador, pues allí se verificó un impacto positivo en la regeneración forestal: para poder plantar eucaliptos, los productores necesitan certificaciones ambientales. Para obtenerlas, se los obligó a proteger fragmentos de vegetación nativa, que naturalmente se ampliaron con el tiempo, y a restaurar áreas de bosques de ribera, que en ese período también se transformaron en selvas.
El cultivo del eucalipto para la producción de celulosa se estableció en la región en los años 1960, principalmente en áreas de pasturas abandonadas o degradadas, tales como las que había en los municipios de Jambeiro, Natividade da Serra, Paraibuna, Redenção da Serra, Santa Branca y São Luís do Paraitinga. En conjunto, estas seis ciudades contribuyeron al 53,8% de la expansión del cultivo del eucalipto en Valle do Paraíba, que pasó de 13.115 hectáreas en 1985 a 38.958 hectáreas en 2011. Durante ese período, la cobertura forestal se expandió un 77%. Hoy en día, aproximadamente el 89% de la celulosa que se produce en Valle do Paraíba se exporta a mercados de China y Europa. La creciente demanda global de productos sostenibles está forzando a las empresas a seguir normas y prácticas de gestión ambiental específicas para la obtención de la certificación ambiental. “Esas certificaciones son fundamentales para el mercado de commodities de la celulosa, contribuyendo a que la plantación de eucaliptos influyera positivamente en la recuperación de los bosques nativos de su entorno”, sostiene Batistella.
Inspección ambiental
A partir de entrevistas con representantes de ONGs y más de 90 productores rurales de Vale do Paraíba, los investigadores identificaron otros elementos que contribuyeron a la regeneración de parcelas de selva en la región. Una de ellas es la Ley del Bosque Atlántico, promulgada en 2006, que introdujo incentivos financieros para proyectos de restauración ambiental. También colaboró la fiscalización que en las últimas décadas realizó la Policía Militar Ambiental (PMA) de São Paulo, que ayudó a desalentar la tala y las quemas. De acuerdo con información del banco de datos de la propia PMA, entre 2003 y 2013 se registraron algo más de 9.500 casos de violaciones ambientales en el sector paulista de Vale do Paraíba, incluyendo más de la mitad de ellos la tala ilegal de árboles. De todos modos, se verificó una disminución considerable de la extensión de las áreas afectadas por el desmonte en ese mismo período.
Muchos de los casos registrados fueron denunciados por la población. Según Bicudo da Silva, herramientas gubernamentales tales como leyes, sanciones y la distribución de material de orientación propiciaron el desarrollo de una noción de ciudadanía ambiental y un mayor compromiso en parte de la población de Valle do Paraíba. “Los resultados sugieren el establecimiento de una relación positiva entre el desarrollo económico y la conservación ambiental en la región, y que el proceso de transición forestal pudo acelerarse gracias a una sociedad con conciencia ambiental”, sostiene Moran.
El fenómeno de Vale do Paraíba puede servir de guía para proyectos de recuperación forestal en áreas donde existan procesos históricos y económicos similares. Por el contrario, en aquellas regiones donde la mecanización agrícola es intensa y los pocos remanentes forestales que quedaron se encuentran muy degradados, podría ser necesario recurrir a otras estrategias de restauración. “Bajo esas condiciones, se recomiendan otra clase de iniciativas, tales como el plantío de semillas o de plantines de especies nativas”, dice Ricardo Rodrigues, de la Esalq-USP.
Proyecto
Selvas plantadas y Bosque Atlántico: Análisis del uso y cobertura de la tierra y sus conexiones ambientales, políticas y socioeconómicas (nº 11/13568-0); Modalidad Beca doctoral; Investigador responsable Mateus Batistella (Embrapa); Becario Ramon Felipe Bicudo da Silva (Unicamp); Inversión R$ 125.430,79 + R$ 38.768,56 (Beca de Pasantía de Investigación en el Exterior – Bepe).
Artículos científicos
SILVA, R. F. B. et al. Socioeconomic changes and environmental policies as dimensions of regional land transitions in the Atlantic Forest, Brazil. Environmental Science & Policy. v. 74, p. 14-22. 2017.
SILVA, R. F. B. et al. Drivers of land change: Human-environment interactions and the Atlantic Forest transition in the Paraíba Valley, Brazil. Land Use Policy. v. 58, p. 133-44. 2016.
SILVA, R. F. B. et al. Land changes fostering Atlantic Forest transition in Brazil: Evidence from the Paraíba Valley. The Professional Geographer. 2016.