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Entrevista

Sergio Tufik: Un observador del sueño

El médico brasileño comenzó a estudiar los efectos de la privación del dormir hace casi 50 años y formó uno de los grupos de investigación más productivos del mundo en este campo

Léo Ramos Chaves

En 1972, cuando se graduó en la carrera de medicina, Sergio Tufik hizo enfurecer a su padre al anunciarle que quería dedicarse a la investigación científica en lugar de dirigir su propio hospital, como era el anhelo paterno. Más tarde, fueron los fracasos en los experimentos sobre los efectos de la marihuana los que lo empujaron al estudio de la privación del sueño, cuyas consecuencias para el organismo, que él ayudó a demostrar, son catastróficas.

En 2009, en una de las versiones del “Estudio epidemiológico del sueño (Episono), descubrió que el 32,9 % de la población de la ciudad de São Paulo padece apnea del sueño –o síndrome de apnea obstructiva del sueño–, una enfermedad crónica que se caracteriza por el cierre parcial o total de las vías respiratorias varias veces durante el período en que se duerme. En 2018, su grupo de investigación constató que las personas que sufren apnea del sueño tenían en común tres pequeñas variaciones en un determinado gen: los denominados polimorfismos de nucleótido único (SNP, por sus siglas en inglés). Esto posibilitó la detección, mediante pruebas de ADN, de quienes podrían estar padeciendo este trastorno del sueño y proceder de inmediato a su tratamiento.

Entre 2001 y 2013, coordinó el Centro de Estudios del Sueño, uno de los Centros de Investigación, Innovación y Difusión (Cepid) financiados por la FAPESP. En 2008 se jubiló de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp), en donde se desempeñó como docente durante casi 30 años, y sigue al frente del Instituto del Sueño y de uno de los grupos de investigación brasileños más productivos del mundo en ese campo, con 1.044 registros en la base de datos Scopus que acumulan 28.666 citas, según datos de finales del mes de enero.

Edad 73 años
Especialidad
Medicina del sueño
Institución
Universidad Federal de São Paulo (Unifesp)
Estudios
Título de grado en medicina otorgado por la Facultad de Ciencias Médicas del Hospital Santa Casa de São Paulo (1972), maestría en fisiología por la Universidad de São Paulo en Ribeirão Preto (1976) y doctorado en psicofarmacología por la Unifesp (1978)
Producción
1.357 artículos científicos, 3 libros como autor y 9 como coautor

Con un porte imponente –Tufik mide casi 2 metros de alto–, un físico atlético y con voz grave y fuerte, cuando era alumno de la Facultad de Ciencias Médicas del Hospital Santa Casa de São Paulo jugaba al voleibol, practicaba halterofilia y fue presidente de Atlética, la asociación de atletismo de la Facultad de Ciencias Médicas de la Santa Casa de São Paulo. Por entonces también empezó a desplegar su sentido emprendedor, al venderles traducciones de artículos científicos que él mismo hacía a sus compañeros que no sabían leer en inglés. Participó en la creación del Partido de los Trabajadores (PT), por el cual fue elegido concejal, en la década de 1980, y no paró por ahí: fue propietario de una productora de video y de un proveedor de acceso a internet, y es accionista del laboratorio de análisis clínicos CDB.

Tufik nació en la ciudad de São Paulo, está separado y tiene un hijo médico. Una mañana del mes de enero, recibió al equipo de Pesquisa FAPESP en su despacho, en el séptimo piso de un edificio de la Asociación del Fondo de Incentivo a la Investigación (Afip, en portugués), una fundación privada creada por él durante su doctorado, a finales de la década de 1970, que alberga los laboratorios de análisis clínicos y el Instituto del Sueño. Allí, el movimiento es incesante. Al caer la noche empieza a llegar la gente para realizar las polisomnografías –unas 100 por turno– que son la base de los hallazgos sobre el sueño y de las recomendaciones para poder dormir mejor, que se exponen en la entrevista que se lee a continuación.

Con su equipo del Instituto del Sueño, ¿han notado algún efecto de la pandemia en el sueño de la gente?
El aislamiento social y el trabajo en la modalidad home office han modificado bastante la relación de la gente con el sueño. Ya no se consume tiempo en traslados, pero las preocupaciones han aumentado. En 2020, mi hijo, Sergio Brasil Tufik, entrevistó a 1.700 personas de todo Brasil, de entre 18 y 93 años. Más de la mitad, el 56 %, afirmaron que su sueño había empeorado; un 39 % no notaron ninguna diferencia; y para un 9 % su sueño ha mejorado. La gente refiere que su sueño ha empeorado a causa de las preocupaciones, por pasar más tiempo delante de las pantallas del televisor o del teléfono móvil, y más tiempo en el hogar. Ha habido muchas quejas, tales como que tardaban mucho en dormirse, que se sentían indispuestos y se quedaban en la cama más tiempo del que les gustaría. Pero todo esto debería volver a la normalidad a medida que pase la pandemia.

¿Usted duerme bien?
Estoy durmiendo muy bien. Suelo dormir entre seis y siete horas diarias, pero esta última semana estoy durmiendo ocho, no sé por qué. Y no ronco ni sufro de apnea, aunque mi tipo físico es de los que son proclives a roncar.

¿Vivir en una ciudad como São Paulo es malo para el sueño?
Lógico. Uno no logra dormir bien por la noche si está estresado o siente miedo.

Entrenamos a los planteles de los equipos de fútbol con melatonina y luz intensa para mitigar los efectos del cambio de huso horario

Durante mucho tiempo no estaban muy claras las funciones del sueño. ¿Qué se sabe ahora?
No hay nada en lo que gastemos más tiempo que durmiendo: una tercera parte, a veces la mitad de la vida. Hasta hace algunas décadas no había manera de estudiar el sueño, porque no sirve de nada quedarse al lado de quien está durmiendo. A partir de la década de 1970, con la polisomnografía [un examen que registra las variaciones de la respiración, del ritmo cardíaco, de la actividad cerebral y otros parámetros durante el dormir], empezamos a dilucidar lo que ocurre con la gente cuando duerme. En aquella época fui uno de los pioneros de la investigación del sueño en Brasil.

¿Cómo empezó?
Vine de la USP [la Universidad de São Paulo] de Ribeirão Preto para hacer mi doctorado en la Unifesp, con Elisaldo Carlini [1930-2020], quien me puso a estudiar los efectos de la marihuana en el cerebro de los roedores, un tema bastante osado a finales de la década de 1970. Intentamos descubrir el receptor celular de la marihuana en el cerebro. Estábamos utilizando Delta-9-THC, uno de los compuestos presentes en esta planta, cuyos efectos son alucinógenos. Carlini privaba de alimento a los ratones, les dábamos marihuana y se peleaban. Luego empezó a privarlos del sueño, les suministraba marihuana y volvían a pelearse. Habíamos descubierto un modelo animal para estudiar el efecto de esta hierba. Si se los dejaba dormir a gusto, pero dándoles marihuana, los animales quedaban en estado catatónico. Sin dormir y con marihuana, se peleaban.

¿Cuál era el efecto de la marihuana en el cerebro de los animales?
No lo sabíamos. Considerábamos que la privación del sueño alteraba los receptores cerebrales y la marihuana los activaba de manera tal que inducía a los animales a pelearse. Así que dijimos: “Si bloqueamos el efecto de la marihuana podremos entender cuál es el receptor implicado”. Estábamos entusiasmados. Yo ya no los trataba privándolos del sueño, sino con haloperidol, un bloqueador del sistema dopaminérgico, utilizado para tratar las crisis de esquizofrenia. Al bloquear los receptores de la dopamina, este fármaco estimula a las células para que produzcan más receptores. Luego les retiraba el haloperidol, les daba apomorfina y los animales peleaban. Les daba marihuana, y los animales quedaban totalmente catatónicos. Entonces Carlini se ofuscó, no pudimos descubrir cuál era el receptor, dejó de trabajar momentáneamente con la marihuana y mi tesis se malogró. Hablé con él y le dije: “Voy a estudiar la privación del sueño, porque he notado que eso aumenta el efecto de la apomorfina y provoca riñas”. Él estaba muy enojado y me respondió: “¡Haz lo que tú quieras!”. Entonces, allá por 1976, comencé a estudiar el sueño, porque la investigación con la marihuana fracasó. Y me entusiasmé con ello porque casi no existían investigaciones en ese campo, no había una asociación, ni un congreso, ni una clasificación de las enfermedades. La primera clasificación de los trastornos del sueño surgió en 1979. Pronto hice un descubrimiento interesante y me invitaron a un congreso mundial de psiquiatría en Finlandia, que tenía un área dedicada al sueño. Sentí que era lo máximo, y aún no había cumplido 30 años.

¿Qué descubrió?
Noté que la privación del sueño aumentaba la sensibilidad de las neuronas dopaminérgicas. Tras privarlos del sueño, cuando les suministraba apomorfina, los animales se peleaban; sin privación del sueño, no reñían. El sueño alteraba el estatus del receptor. La privación del sueño provoca varias cosas, esa fue solo la primera. Lo altera todo, es una calamidad. Después estudié el efecto sobre los receptores cerebrales de la serotonina y todo el resto de los neurotransmisores. Hoy les digo a mis alumnos: “Cuando experimenten un hecho desgraciado en sus vidas, puede que eso sea para bien y entonces aparezca algo mejor”. Eso fue lo que sucedió conmigo. Luego del congreso en Finlandia, mi nombre adquirió relevancia. Celebramos el primer congreso aquí, en São Paulo, con la presencia de los más afamados expertos del sueño de Estados Unidos, y fundamos la Sociedad Brasileña del Sueño. Y la investigación fue en aumento. Descubrí que somos el grupo que produce más investigación sobre el sueño en todo el mundo. Quedé muy sorprendido. Eso es porque he logrado armar un dream team, con buenos líderes. Está Monica Andersen que publica mucho. También ha producido bastante Lia Rita Bittencourt, de la parte clínica, quien hoy es prorrectora de Investigación en la Unifesp. Y Marco Túlio de Mello se ha ido a la Universidad Federal de Minas Gerais para trabajar en medicina deportiva, algo que ya estaba haciendo aquí.

¿El sueño afecta el rendimiento en el deporte?
Completamente. Desde finales del decenio de 1990, el Instituto del Sueño prepara a los atletas parapléjicos para los Juegos Paralímpicos y ellos resultan vencedores en casi todas las modalidades. Ahora también estamos entrenando a los equipos de fútbol para mitigar los efectos del cambio de huso horario. El plantel del São Paulo contó con la ayuda del Instituto del Sueño para superar los efectos mencionados en el mundial de clubes de 2005, celebrado en Japón, y ganamos el campeonato mundial. Soy hincha del São Paulo, por supuesto. En 2012, también Corinthians contrató al instituto y ganó el certamen. Hasta el año pasado, Santos y Palmeiras no lo contrataron, y perdieron…

Quienes padecen apnea del sueño tienen más riesgos de desarrollar problemas cardiovasculares. El primero que aparece es la hipertensión

¿Cómo preparan a los atletas?
Cuando cambiamos de huso horario, tenemos que adaptarnos rápidamente, porque si no el rendimiento no es el mismo. Los futbolistas, por ejemplo, deben estar a pleno para enfrentarse a los grandes clubes europeos. Los brasileños llegan a jugar en otros continentes como zombis, ya que tienen que hacerlo en un horario en el que sus cuerpos les dicen que deberían estar durmiendo. Con el uso de melatonina y bright light, una luz intensa, logramos que sincronicen rápidamente su ritmo circadiano, el horario del sueño, al del sitio en el que van a jugar. Si se viaja desde aquí a Japón, se invierte el ciclo de claridad y oscuridad, porque cuando aquí es de día allá es de noche. Una persona tarda dos semanas en adaptarse naturalmente. Con la melatonina y la luz brillante lo hacemos en dos días. La melatonina es una hormona que sincroniza los ritmos biológicos. Se produce en la glándula pineal cuando oscurece. Se ha dicho que tendría muchas otras funciones, pero no es tan así. Antiguamente, cuando las actividades estaban reguladas solamente por la luz solar, el ciclo era simple. Cuando amanecía, la melatonina disminuía y el individuo se despertaba. Con el ocaso, ella aumentaba y sobrevenía el sueño. Con la luz artificial, se ha perdido ese ciclo natural, porque a la noche la gente está en su casa con las luces prendidas, el televisor, la computadora, el teléfono móvil. El exceso de luz nocturna ha perturbado el ciclo del sueño y es habitual que la gente haya empezado a padecer insomnio.

Con semejante producción científica, ¿cómo ven a su grupo en otros países?
Todavía hay prejuicios y envidia. Hace algunos años, estuve en un grupo multicéntrico –Sagic [Sleep Apnea Global Interdisciplinary Consortium]– para investigar la genética de la apnea. Me sentí maltratado por los otros investigadores. Tuve una idea muy buena, estudiar los extremos. Por lo general, cuando se es más obeso y avanza la edad, más apnea se tiene. Yo pensaba diferente, para comparar las situaciones menos esperadas. Pretendía evaluar a una persona anciana, obesa y sin apnea por un lado y, por el otro, a alguien joven, delgado y con apnea. Así podríamos descubrir, por ejemplo, qué es lo que lleva a una mujer, que normalmente sufre menos apnea que un varón, delgada y joven, a desarrollar apnea y por qué un individuo de sexo masculino gordo y viejo, contrariamente a lo que se espera, no padece apnea del sueño. Se lo propuse al grupo y prosperó, pero cuando empezaron a publicarse los trabajos, mi nombre, que tendría que haber figurado último en la lista de autores por ser quien había propuesto el experimento, se incluyó en el medio, en un lugar de menor importancia. Dijeron que esa era la norma, pero en realidad se la inventaron. Entonces me fui del grupo, y al final hice el mayor descubrimiento sobre la apnea del sueño.

¿Cuál es?
En el Episono, realizamos un seguimiento a un grupo de individuos en la ciudad de São Paulo y descubrimos que las personas con apnea, en todos los casos, poseen tres SNP en un gen específico. Publicarlo resultó difícil, porque los revisores que evaluaron el artículo científico no creían en el resultado, pero lo logramos. En 2018 salió publicado en la revista Sleep Medicine. Es un trabajo importante porque ahora podemos realizar un examen genético, para comprobar si una persona tiene los tres SNP y una mayor probabilidad de desarrollar apnea del sueño e iniciar un tratamiento preventivo, que incluye una dieta y ejercicios. La primera cosa que causa la apnea son problemas cardiovasculares. Cuando divulgué esta relación entre la apnea y los problemas cardíacos me criticaron públicamente, pero ahora eso está más que probado. Quienes roncan y padecen apnea del sueño tienen más riesgo de desarrollar problemas cardiovasculares. Primero aparece la hipertensión y después, la arritmia. Si una persona tiene 60 apneas por hora, la respiración se detiene una vez por minuto y esto genera una sobrecarga en su sistema cardiovascular. No hemos sido nosotros los que lo detectamos, pero tenemos varios trabajos en este campo.

¿Cómo se ha utilizado ese conocimiento para la prevención de la apnea del sueño?
La aplicación fue inmediata. Si una persona hace poco tiempo que padece apnea, puede evitarse el surgimiento de la hipertensión mediante el uso del CPAP [un dispositivo que se utiliza para dormir, que bombea aire para evitar la obstrucción de las vías aéreas: la sigla, en inglés, significa “presión positiva en las vías aéreas”]. Alguien que me ayudó mucho fue el fisiólogo Eduardo Moacyr Krieger. Fui su alumno en la USP de Ribeirão Preto y con él hice mis mayores descubrimientos sobre la hipertensión y la apnea. Cuando comenzó a utilizarse, allá por los años 1980, el CPAP era un aparato enorme, ahora es una cajita que insufla aire, abre las vías respiratorias y permite respirar normalmente durante el sueño. Acaba con la apnea. Algunos se adaptan enseguida al CPAP, y se despiertan al día siguiente saltando de alegría, porque al dormir mejor, mejora el desempeño sexual, mejora todo. Pero otros lo padecen, no se adaptan, quieren operarse, pero la cirugía no soluciona la apnea. En el Episono, por medio del examen de polisomnografía, descubrimos que la tercera parte de la población de la ciudad de São Paulo sufre de apnea del sueño. Un grupo de la Universidad Harvard había publicado en 1994 un artículo en la revista New England Journal of Medicine, afirmando que la prevalencia de la apnea del sueño en la población sería de un 2 % a un 4 %. Imagínense, algo completamente equivocado. Los científicos de Harvard no sometieron a la población a una polisomnografía y arribaron a esa conclusión basándose tan solo en la evaluación de un grupo de trabajadores que roncaban. Todo el mundo elogió nuestro trabajo.

¿Cómo ha progresado el Episono?
Cuando planifiqué el primero, vi que la primera cosa que había que hacer era obtener una instantánea de los trastornos del sueño. Comenzamos en 1986 con una cantidad pequeña de participantes, quienes debían responder un cuestionario para determinar cuáles eran los problemas más frecuentes, y luego realizamos un seguimiento cada década, más o menos como el Censo Demográfico. En la tercera edición del estudio, en 2007, trajimos a 1.101 participantes con edades entre 20 y 80 años a dormir una noche en el Instituto del Sueño y realizar la polisomnografía. Ese grupo era una muestra representativa de la población de la ciudad de São Paulo. Además de la polisomnografía, tomamos muestras de sangre, hicimos análisis de ARN y una serie de exámenes y evaluaciones, que incluyeron responder cuestionarios minuciosos. No se había hecho nunca. Los choferes del instituto iban a buscar a la gente a su casa y por la mañana los llevaban de regreso. Así fue que pude demostrar que el 33 % de la población de la ciudad de São Paulo padece apnea obstructiva del sueño. El promedio es de un 40 % entre los varones y un 26 % entre las mujeres. El problema aumenta con la edad. Arranca con una frecuencia del 7 % en la franja de los 20 a 29 años. Entre las mujeres, el aumento es más tardío, alrededor de los 50 años, después de la menopausia, porque las hormonas femeninas las protegen de la apnea. Hacia el final de la vida, la frecuencia entre varones y mujeres se equipara. Después de los 70 años, el 80 % sufre de apnea, tanto varones como mujeres.

El 33 % de la población de la ciudad de São Paulo sufre de apnea del sueño. El promedio es de un 40 % entre los varones y de un 26 % entre las mujeres

¿La apnea obstructiva es el mayor trastorno del sueño?
Los dos mayores son la apnea y el insomnio, este último mucho más frecuente en las mujeres y la apnea, en los varones. La apnea del sueño es peor, porque el individuo deja de respirar y pierde el sueño, en el caso del insomnio, solo pierde el sueño. Pero las quejas sobre los tres tipos de insomnio; la dificultad para conciliar el sueño, mantenerlo y el despertar antes de tiempo, también fueron altas, llegaban a un 30 %. Vea cómo ha crecido en estas tres últimas décadas [muestra los gráficos en una gran pantalla en la pared, junto a su escritorio], porque han aumentado la violencia, el estrés, el tránsito…

¿Los médicos de otras especialidades reaccionan bien a los estudios sobre los efectos de la privación del sueño? Un estudio de hace algunos años realizado por su grupo demostró la incidencia de los trastornos del sueño en el metabolismo. Hoy en día, ¿los endocrinólogos reconocen al sueño como un problema?
A los endocrinólogos y a los inmunólogos fue más fácil convencerlos, gracias a los estudios que siguen apareciendo. Con los que se tardó más fue con los cardiólogos, pero en los últimos congresos del sueño hice una sala solo para ellos y se llenó. Y empezaron a pedir la polisomnografía. En lugar de tratar la hipertensión, que es la manifestación clínica, tratan la apnea, que es la causa. El problema es que el sistema privado de seguros médicos cubre el costo de la polisomnografía, pero no el del dispositivo CPAP, que es el tratamiento. La polisomnografía es un examen costoso. Además de los equipos, incluye el alojamiento, porque la persona pasa la noche aquí. Cuando José Serra fue ministro de Salud [1998-2002], logramos incluir el tratamiento para la apnea en el SUS [el Sistema Único de Salud, la red de salud pública en Brasil]. Incluso construí un edificio aquí al lado para atender a los pacientes del SUS, pero después dejé de utilizarlo. En ese entonces, el SUS pagaba algo más de 100 reales, lo que ya era poco, y en los años siguientes eso no se corrigió. No es posible hacer una polisomnografía con 100 reales. Acá tratamos de hacerlas por entre 500 y 700 reales. El Hospital de Clínicas de la USP todavía las hace. El SUS tampoco provee el CPAP.

Los trastornos del sueño constituyen un problema de salud pública, ¿no es así?
Tan solo la apnea del sueño afecta a un 33 % de la población. Eso son millones de personas. Los otros problemas son más raros. La narcolepsia [un trastorno que se caracteriza por accesos súbitos de sueño, incluso tras haber dormido bien por la noche], por ejemplo, afecta a menos del 1 % de las personas, pero es grave porque el individuo puede estar conduciendo y quedarse dormido repentinamente, puede estar conversando y dormirse de un momento a otro. Con medicación, es fácil de tratar. Cuando Luiz Roberto Barradas Barata [1953-2010] fue secretario de Salud del Estado de São Paulo [de 2003 a 2010], estaba ayudando a estructurar una política pública para tratar los trastornos del sueño. Pretendíamos tratar al menos los casos graves de apnea, pero él falleció en forma repentina, debido a un infarto, y ya no se avanzó más con eso.

¿Cómo aprenden normalmente los médicos sobre los trastornos del sueño?
La Unifesp creó una asignatura denominada Biología y Medicina del Sueño, pero en la mayoría de las escuelas médicas se abordan estos trastornos dentro de la neumología o de la neurología. La primera se ocupa de la apnea y la segunda, de la polisomnografía. La Medicina del Sueño todavía no está asentada por completo en los planes de estudios de la medicina, pero al menos en esas materias se habla del sueño en Brasil. Ya existe una residencia médica en la materia; el próximo paso es que se convierta en una especialidad, pero eso lleva tiempo. Tenemos que formar gente. Yo he formado a muchos, a unos 3.000 médicos que han abierto laboratorios del sueño en todo el país.

¿Quiénes fueron sus inspiradores?
En Ribeirão Preto, el neurofisiólogo Miguel Covian [1913-1992] y Krieger. Covian fue mi director de maestría. Con él aprendí a hacer ciencia. Era un filósofo, un ser de otro planeta. Por las noches, nos reuníamos solo para conversar sobre filosofía, reflexionar acerca del Universo. Krieger es más emprendedor. Aquí en la Unifesp, Carlini era extremadamente audaz. Siempre fuimos muy activos en lo que se refiere a la política. Participé en la creación del PT y fui elegido como concejal. Después me alejé. Hice todos los videos del PT, porque era propietario de una productora de cine.

Para dormir bien, tienes que reducir el estrés. No hay que sufrir tanto con los problemas de la vida

¿Cuál es la procedencia de su apellido, Tufik?
Es el nombre de mi abuelo libanés. Los nombres de la familia están todos equivocados. Mi bisabuelo se llamaba José Kalil Sawaya. Él le puso a mi abuelo Tufik José Kalil, con su nombre como apellido. Entonces mi abuelo le puso el suyo como apellido a mi padre, Brasil Tufik. Todos los libaneses hacen esto en Brasil, no sé por qué. Y yo continué con el apellido Tufik, que en realidad no es un apellido, sino un nombre.

El gen emprendedor debe venir de la familia.
Proviene de los libaneses. Mi padre era un emprendedor. Comenzó con una tienda, después abrió un bar y trabajó en la construcción. No era ingeniero, pero él mismo dibujaba los planos. Cuando me gradué como médico, quería abrir un hospital para mí. Yo le dije que quería ser científico y se enojó mucho. Me dijo que sería un barnabé, como en aquella época se le llamaba en Brasil al empleado público que no trabajaba, pero después vio que empecé a hacer otras cosas.

En cierta ocasión, usted dijo que creó la Afip porque no quería ser un científico mendigo.
Antaño, los investigadores de la Unifesp tenían problemas de financiación. En la FAPESP decían: “Usted es federal, acuda al CNPq [el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico] o a la Capes [la Coordinación de Perfeccionamiento del Personal de Nivel Superior]”. Cuando uno se presentaba en la Capes o en el CNPq, le decían lo contrario: “Usted es de São Paulo, recurra a la FAPESP”. Por eso es que en 1976, cuando tenía 28 años y aún era un estudiante de doctorado, vi este problema y pensé: “Voy a fundar una organización sin fines de lucro para conseguir fondos para la investigación”. Empezamos a hacer polisomnografías en forma privada. Lo primero que hice fue pagarles una compensación a los técnicos del laboratorio, para que se quedaran después de las 17 h y no perdiéramos los experimentos. Montábamos un laboratorio para investigar y después lo desmantelábamos. Me dije: “Voy a terminar con esto, ya no soporto montar y desmontar todo. Lo dejaré funcionando, conseguiré algo de trabajo y cuando aparezca una investigación la haremos”. Creé la Afip, una fundación privada, vinculada a la Unifesp. Hoy en día la Afip cuenta con 50 laboratorios y realiza 6 millones de exámenes por mes, la mayoría para el SUS. Hacemos de 1 a 2 millones de pruebas mensuales para el municipio de São Paulo y de 2 a 3 millones para el estado de São Paulo. Tengo 3.600 empleados. Aquello que solo era para proporcionar ayuda fue creciendo y ahora está presente en nueve estados. Con el dinero que ingresa, les pago a los empleados que trabajan en el Departamento de Psicobiología de la Unifesp, y les facilito espacio e insumos. El Instituto del Sueño y este edificio son propiedad de la Afip.

Aun con estos problemas de financiación de la Unifesp, usted logró la aprobación y coordinó el Centro de Estudios del Sueño durante 10 años, financiado por la FAPESP.
Así es, y fue algo muy productivo. No sé por qué no lo renovaron por otros 10 años, me fastidió bastante eso, porque todo iba muy bien. Fue ahí en el centro donde Marco Túlio de Mello descubrió que el 48 % de los choferes profesionales, de una muestra de 400, estaban cansados y con sueño al momento de tener que volver a conducir, lo que implicaba un incremento del riesgo de accidentes. Con base en esos datos, conseguimos cambiar la ley de tránsito, que ahora incluye una evaluación de los trastornos del sueño entre los criterios para obtener el Carné Nacional Habilitante como chofer profesional. Tras haber evaluado a casi 8.000 personas, también notamos que los trabajadores nocturnos o con turnos rotativos aumentaban de 5 a 6 kilogramos (kg) de peso durante el primer año y después, de 0,8 a 1,2 kg por año. Esto es porque comen más alimentos calóricos por estar despiertos, cuando deberían ingerir solamente alimentos más livianos, además de realizar ejercicios.

Una pregunta muy práctica: ¿cómo se hace para dormir mejor?
Uno tiene que comprender a su organismo. Si tienes sobrepeso, debes adelgazar. Si no haces ejercicio, debes hacerlo. Todas esas cosas que a nadie le gusta oír cuando va al médico. También hay que disminuir la exposición a la luz por las noches para que la melatonina empiece a incrementarse y puedas dormir. Sobre todo, hay que reducir el estrés. No tienes que sufrir tanto por los problemas cotidianos. Si te pones nervioso vas a desgastarte o a agredir a otras personas, y entonces los problemas no harán más que aumentar. Hay que enfocarse en el problema y resolverlo, de ser posible. Si no, lo mejor es olvidarlo. De lo contrario, el sueño realmente se va.

Los reportajes de Pesquisa FAPESP sobre las investigaciones del sueño se encuentran disponibles para su lectura

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