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Trayectorias

Talento reconocido

Una química brasileña recibió una beca de la Fundación MacArthur por sus contribuciones para el perfeccionamiento de herramientas de diagnóstico del cáncer

Archivo personal Eberlin pretende utilizar la beca de 625 mil dólares para avanzar en el perfeccionamiento del MasSpec PenArchivo personal

La química Lívia Eberlin supo que desarrollaría su carrera como investigadora en el exterior a finales de 2006, durante una pasantía de tres meses que cumplió en el Laboratorio Aston de la Universidad Purdue, en Indiana, Estados Unidos. Ahí fue donde conoció al químico estadounidense Robert Graham Cooks y sus investigaciones con tecnologías de espectrometría de masa aplicadas al área de la salud. Eberlin cursaba el segundo año de la carrera de grado en el Instituto de Química de la Universidad de Campinas (Unicamp) y decidió hacer la pasantía en Purdue por recomendación de su director de iniciación a la investigación científica.

Inmediatamente después de graduarse, en 2008, resolvió hacer el doctorado directo en química analítica bajo la supervisión de Cooks. A los 22 años de edad estaba interesada en utilizar imágenes de espectrometría de masa para el perfeccionamiento de las herramientas de diagnóstico del cáncer. “La capacitación que tuve durante mi carrera de grado resultó fundamental para que consiguiera emprender estudios de alto nivel en una institución estadounidense sin tener hecho el máster”, analiza.

Hacia finales de 2011, Eberlin se mudó a California e inició una pasantía de posdoctorado en el Departamento de Química de la Universidad Stanford. Bajo la supervisión del químico Richard Zare, continuó su actividad en la misma temática. Cuatro años más tarde comenzó a buscar oportunidades laborales en universidades estadounidenses. Elaboró algunos proyectos de investigación y los envió para su evaluación en las vacantes que encontró. Al año siguiente, se convirtió en profesora asistente en el Departamento de Química de la Universidad de Texas.

En Austin, formó su propio equipo de investigación y puso en práctica uno de sus principales proyectos, que involucraba la creación de un dispositivo capaz de identificar tejidos cancerígenos de manera más rápida y precisa durante las cirugías. La idea consistía en que ese aparato le ayudara a los médicos a definir cuáles tejidos deberían extirparse y cuáles podían conservarse, perfeccionando de esa manera el tratamiento y disminuyendo el riesgo de reaparición del tumor.

El resultado fue el MasSpec Pen, un dispositivo similar a una lapicera que, en contacto con el tejido humano, libera una gota de agua que absorbe las moléculas responsables del metabolismo celular, tanto sean ellas células sanas o no. “Esa gota, entonces, es succionada nuevamente por el aparato”, explica la investigadora. “Los datos sobre los metabolitos son adquiridos por el espectrómetro de masa y analizados valiéndose de modelos estadísticos con base en un banco de datos desarrollado a partir de 253 muestras de tejido humano”. Desde el mes de septiembre, ella y su equipo están utilizando ese dispositivo en hospitales de Texas. “Ya lo probamos en 70 pacientes y los resultados fueron todos muy buenos”, dice. “El aparato, todavía en fase de pruebas, logró analizar con éxito tejidos cancerígenos y sanos”.

Por sus contribuciones para el perfeccionamiento de las herramientas de diagnóstico del cáncer, la Fundación MacArthur le concedió a Eberlin una beca destinada a profesionales destacados en sus áreas de actuación, no necesariamente científicas. Ella dispondrá de 625 mil dólares para utilizarlos de la forma que mejor le sirva durante los próximos cinco años. Ahora ella se propone difundir el uso del MasSpec Pen en los hospitales de todo el planeta.

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