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Control de plagas

Trampas biológicas

La chinche parda de la soja puede monitorearse con feromonas sintéticas desarrolladas por Embrapa

CLAUDIO BEZERRAChinche parda en el campoCLAUDIO BEZERRA

Los señaladores químicos que sirven de comunicación entre individuos de una misma especie, llamados feromonas, son utilizados por los insectos para atraer a sus compañeros para el apareamiento, para la demarcación de territorio o incluso como aviso en situaciones de peligro. Cuando se sintetizan, pueden aplicarse para trampas en el campo para capturar insectos con diferentes objetivos, tales como identificación, monitoreo poblacional o incluso para el control poblacional. En Brasil su utilización todavía está circunscripta a pocos cultivos, tales como la manzana, el café, los cítricos y la caña de azúcar, aunque su potencial de aplicación tiende a ampliarse, tal como revelan los resultados obtenidos en la investigación realizada en Embrapa Recursos Genéticos y Biotecnología, de Brasilia, que condujeron a la síntesis química de la feromona sexual de la chinche parda (Euschistus heros), considerada la principal plaga de los cultivos de soja. Probada experimentalmente en campo, esta tecnología fue transferida a la empresa Isca Tecnologia, de Ijuí, en Rio Grande do Sul, y se encuentra en fase de experimentación a gran escala en campo.

En Brasil, los productores utilizan alrededor de 6 millones de litros de insecticida por cada cosecha de soja solo para combatir a la chinche. “Además de ocasionar un problema ambiental, el exceso de pesticidas también acaba con los insectos benéficos para el cultivo”, dice el investigador Miguel Borges, del Laboratorio de Semioquímicos de Embrapa, responsable de la investigación con las feromonas. La soja no es el único cultivo atacado por la chinche parda. El maíz, trigo y algodón también son blancos del apetito del insecto. “Aunque existen algunas plantas genéticamente modificadas, éstas se encuentran estructuradas para controlar plagas masticadoras, tales como las orugas, y no succionadoras como las chinches”, dice Borges. Por eso actualmente ellas ocuparon otros nichos además de la soja.

Las sustancias liberadas por los insectos son, mayoritariamente, compuestos volátiles. Las chinches machos, cuando maduran sexualmente, liberan la feromona sexual para atraer a las hembras al apareamiento. Para posibilitar su utilización en campo, las primeras tareas del investigador consisten en identificar de qué están constituidas esas señales químicas, rápidamente reconocidas por las hembras de la misma especie, y sintetizar el compuesto en laboratorio. Las pruebas comienzan luego del reconocimiento y síntesis de las sustancias que componen el bouquet aromático. “Colocada en el interior de una trampa en el campo, la feromona sintética debe liberar el compuesto en forma idéntica a como lo hace el insecto, para atraer al compañero para el apareamiento”, dice Borges. Al caer en la trampa, la chinche queda prisionera y, basándose en el número de insectos atrapados, puede definirse si hay o no necesidad de aplicar el pesticida. “Incluso si la aplicación fuera necesaria, se hará en forma selectiva, lo cual redundará en reducción de gastos para el productor, además de proteger al trabajador y al medio ambiente”, dice Borges.

FRANCISCO SCHMIDTLa trampa que libera feromona sexual, construida con telas por donde ella ingresa con facilidad, pero no logra salirFRANCISCO SCHMIDT

El único método existente para el monitoreo de chinches es el denominado paño de golpear: se utiliza un paño o lona de 1 metro de longitud por 0.5 metros de ancho, con un soporte de madera en sus bordes laterales dispuesto entre dos hileras de soja. Luego las plantas son inclinadas y golpeadas sobre el paño, realizando así el conteo de las chinches. Pero la reducción del espacio entre las plantas, la gran extensión de los cultivos de soja y el gran tamaño de algunas plantas, fundamentalmente en años lluviosos, tornaron poco práctica la utilización de este método. El cultivo diseminado por 16 estados y con un área plantada superior a 24 millones de hectáreas, responde por una producción anual de 67 millones de toneladas en Brasil. “Los daños que provoca la chinche en la soja son irreversibles”, dice Borges. Eso sucede porque, a diferencia de las orugas, que sólo consumen las hojas, estos insectos logran perforar la planta y chupar la savia y las vainas. “Algunos productores, en el ámbito del Distrito Federal, han sufrido pérdidas de un 80% y de hasta un 100% de la plantación por causa de este insecto”, refiere el investigador, que comenzó el trabajo con las feromonas en 1989, durante su doctorado en la Universidad de Southampton, Inglaterra. Actualmente el control está siendo realizado mediante la aplicación de insecticidas cerca de la época de floración de la planta, sin tomar en cuenta la dinámica de las chinches en el campo.

Menos insecticidas
La feromona sintética fue probada experimentalmente en cultivos de Goiás, cerca del Distrito Federal, en Mato Grosso y en Uberlândia (Minas Gerais). “El uso de trampas con feromonas permite monitorear las poblaciones de chinches de manera más precisa y evita la aparición de la plaga fundamentalmente durante la fase más crítica del cultivo de la soja, cuando fructifica” dice Borges. “En uno de los experimentos realizados en Uberlândia, en el área tratada con feromonas, la aplicación de insecticidas se redujo en un 50%”. Las trampas se colocaron en cada hectárea de la plantación y funcionaron perfectamente. “Si se las colocara cada 200 metros, el costo-beneficio sería muy alto”.

La asociación con Isca se acordó en octubre de 2010. Pero recién ahora, luego de dar por terminados los ensayos experimentales en campo, la empresa ha comenzado a realizar test más amplios con productores de soja de Rio Grande do Sul, Paraná, Mato Grosso, Minas Gerais y el Distrito Federal. Las pruebas comenzaron en octubre del presente año, al comienzo de la cosecha de la soja, y se extenderán hasta marzo, cuando la misma culmine. “Compararemos las trampas con feromonas con la técnica de golpear el paño”, dice Rafael Borges, gerente de investigación y desarrollo de Isca. La empresa también está desarrollando tres tipos de trampas, con mayor poder de captura y retención de insectos, y evaluando la mejor concentración de los componentes sintéticos. “El primer desafío consiste en desarrollar una trampa comercialmente factible, que favorezca la introducción de la tecnología en el campo”.

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