Imprimir Republish

CARDIOLOGÍA

Ultrasonido contra el infarto

En un test inicial, la terapia restableció el flujo sanguíneo en el músculo cardíaco en el 60% de los casos

En el dibujo, un coágulo se disuelve por la acción de medicamentos, la forma tradicional, y no siempre eficaz, de desobstruir arterias

ALFRED PASIEKA/ SCIENCE PHOTO LIBRARY En el dibujo, un coágulo se disuelve por la acción de medicamentos, la forma tradicional, y no siempre eficaz, de desobstruir arteriasALFRED PASIEKA/ SCIENCE PHOTO LIBRARY

En el Instituto del Corazón (InCor) de la Universidad de São Paulo (USP) se está probando una nueva estrategia destinada restaurar el flujo de sangre en las paredes del corazón, reduciendo así la necrosis del músculo cardíaco provocada por el infarto. A aquél que sufre un infarto y llega al instituto hasta seis horas después de que comenzara el dolor en el pecho, puede ofrecérsele un procedimiento extra e innovador que posibilita una disminución de los daños cardíacos.

El tratamiento se denomina sonotrombólisis y es una adaptación de la ecografía cardíaca, un examen por imágenes que permite observar los movimientos y la integridad del corazón. La terapia, que es indolora, excepto por el pinchazo de una aguja en el brazo, consiste en la inyección de 3 a 5 mililitros de un líquido opaco en el torrente sanguíneo, el cual contiene miles de millones de diminutas burbujas de gas y, unos segundos después, se aplica al corazón una secuencia de pulsos de ultrasonido muy breves y de alta intensidad. La diferencia entre el ultrasonido convencional y el empleado en la sonotrombólisis radica en la intensidad de los pulsos, que es mayor en este último caso.

Las ondas acústicas del ultrasonido, inaudibles para los seres humanos, provocan que las microburbujas vibren hasta explotar. Cuando ellas se rompen, originan una presión que, sin dañar las arterias, rompen el coágulo en porciones menores al tamaño de un eritrocito, la célula que distribuye el oxígeno por el organismo y circula hasta por los más estrechos vasos sanguíneos, los capilares (observe la infografía). Al eliminar el coágulo, la sangre vuelve a fluir, restableciendo la provisión de oxígeno y nutrientes al músculo cardíaco.

“Resulta algo similar al uso de dinamita para pulverizar una pared de hormigón, pero a escala microscópica”, resume el cardiólogo Wilson Mathias Júnior, director del Servicio de Ecocardiografía del InCor y coordinador del ensayo clínico que evaluó la seguridad y eficacia de la sonotrombólisis. “Esta es la primera vez que se testea el tratamiento en seres humanos”.

Microburbujas_246En el InCor, el equipo de Mathias seleccionó a 30 individuos que habían sufrido un primer infarto y los invitó a participar en la evaluación de esa técnica. Ni bien arribaron al hospital, todos recibieron la medicación que se emplea tradicionalmente para reducir la formación de coágulos: heparina, ácido acetilsalicílico y clopidogrel. A continuación, mientras aguardaban turno para el cateterismo, los pacientes fueron sometidos a una de dos posibles intervenciones. A veinte se les practicó la inyección de microburbujas seguida de pulsos de ultrasonido de alta intensidad. Los diez restantes también fueron inoculados con las microburbujas, pero acompañadas, en este caso, de pulsos de baja intensidad, como los que se utilizan para obtener imágenes del corazón. Los investigadores midieron el desempeño de la sonotrombólisis al confrontar los resultados de esas 30 personas con los de otras 70, que sólo recibieron la medicación anticoagulante y afrontaron el cateterismo para el implante de un estent, que es un cilindro de tela metálica que mantiene abierta a la arteria.

La mitad de los pacientes del primer grupo presentaron una mejora en la circulación cardíaca incluso antes del implante del estent. Un mes después, la circulación en el músculo cardíaco seguía siendo buena en 12 de los 20 pacientes (60%) tratados con las microburbujas y el ultrasonido. Ese mismo resultado pudo verificarse solamente en una de las 10 personas que habían recibido los pulsos de menor intensidad y en 16 de las 70 (23%) del grupo de control, según se consigna en un artículo publicado en el mes de mayo en el Journal of the American College of Cardiology.

Luego de esa primera fase, se sometió a otros 15 individuos a ese procedimiento en el InCor, y el equipo de Mathias espera llegar pronto a una cifra de 100. El investigador sabe que, sólo mediante una mayor evaluación de casos, podrá contar con una idea más certera acerca de la eficacia de esta técnica. “Por ahora, lo más importante es demostrar que el procedimiento es seguro y puede aportar un beneficio”, afirma. “Más adelante será necesario realizar un ensayo clínico mayor, con otros centros”.

“En los test preclínicos, ya habíamos notado que el ultrasonido de alta intensidad era capaz de recanalizar las arterias coronarias y los vasos menores, que componen la microcirculación”, relata el cardiólogo Thomas Porter, del Centro Médico de la Universidad de Nebraska, en Estados Unidos, y coautor del estudio. Él es el coordinador del equipo estadounidense que colabora con el grupo del InCor. Fue en 2006, durante una pasantía en Nebraska, que la médica brasileña Jeane Mike Tsutsui, que forma parte del grupo de Mathias, demostró que el ultrasonido de alta intensidad rompía los coágulos en el corazón de perros sometidos a un modelo experimental de infarto. “Quedamos satisfechos al observar un resultado similar en este estudio inicial con seres humanos”, dice Porter. “Hasta ahora, no hemos detectado complicaciones”, añade Jeane Tsutsui.

La sonotrombólisis incitó a los investigadores a tratar de resolver un problema que ni siquiera el cateterismo con el implante de estent pudo solucionar: el restablecimiento de la microcirculación en el corazón, el flujo sanguíneo por los vasos de menor calibre, que se encuentran en contacto íntimo con las células y permiten la provisión de oxígeno y nutrientes. Estudios previos ya habían revelado que la mitad de los pacientes sometidos a un cateterismo e implantes de estent, mantenían la microcirculación obstruida por coágulos. “Ese tema aún no ha sido resuelto mediante las técnicas que componen el estado del arte en el tratamiento del infarto”, informa Porter. “En tanto, el ultrasonido aliado a las microburbujas alivió ese problema”.

Mathias y Porter ya iniciaron negociaciones con un fabricante de dispositivos de ultrasonido para intentar disponer de aparatos portátiles. Equipos de tamaño más reducido harían posible el uso de la sonotrombólisis en ambulancias y dispensarios, permitiendo el inicio del tratamiento del infarto con prontitud. Según opina Mathias, tal difusión podría ayudar a reducir los daños que causa el infarto en países como Brasil, donde se registran alrededor de 250 mil casos por año. “Aquí, tan sólo el 30% de los pacientes que sufren un infarto disponen de acceso a los medicamentos para evitar la formación de coágulos y un 5% acceden al cateterismo”, dice.

Proyecto
Uso terapéutico del ultrasonido en el trastorno arterial coronario agudo y crónico (nº 2010/52114-1); Modalidad Apoyo a la Investigación – Proyecto Temático; Investigador responsable Wilson Mathias Júnior (InCor-USP); Inversión R$ 1.295.020,45

Artículo científico
MATHIAS JR., W. et al. Diagnostic ultrasound impulses improve microvascular flow in patients with STEMI receiving intravenous microbubbles. Journal of the American College of Cardiology. 67; 21. 2016.

Republicar