La revista Frontiers on Psychology anunció en el mes de noviembre la retractación de un artículo publicado en 2016 por el experto en comportamiento y nutrición Brian Wansink, investigador de la Universidad Cornell, en Estados Unidos. En el controvertido estudio se utilizaron datos acerca de los hábitos de 355 veteranos de la Segunda Guerra Mundial y se arribó a la conclusión de que las experiencias traumáticas pueden incidir en el modo en que los individuos compran alimentos: los excombatientes que vivieron situaciones muy violentas exhibían menor fidelidad a las marcas, en tanto que las víctimas de traumas leves serían más susceptibles al influjo de las propagandas. Luego de que lo denunciaran por posibles sesgos en el estudio, la revista revisó nuevamente los datos brutos de la investigación y arribó a la conclusión de que “no existe una base empírica para las conclusiones que se presentan en el artículo”, según reza la nota de retractación.
Ese fue el cuarto artículo firmado por Wansink revocado en 2017, otros siete debieron ser corregidos, y todavía hay unos 40 más en estudio. Incluso hubo el caso de un artículo retractado en dos oportunidades. Ese paper, publicado en 2012 en el periódico Jama Pediatrics, fue cancelado y vuelto a publicar con una corrección de errores estadísticos, pero inmediatamente fue retractado en forma definitiva cuando se corroboró que sus premisas estaban totalmente equivocadas. No había indicios para sostener su conclusión que afirmaba que los niños de 8 a 11 años prefieren manzanas y galletas si la fruta tiene una etiqueta con el personaje Elmo, de Plaza Sésamo, porque los datos del estudio se habían recabado entre niños bastante más pequeños, de 3 a 5 años de edad.
Brian Wansink es una figura popular en Estados Unidos. Ha escrito libros de gran tiraje, como es el caso de Mindless eating, de 2007, donde promueve el uso de platos pequeños para una menor ingesta de calorías. Fue director del Centro para la Promoción y Políticas de Nutrición del gobierno estadounidense y coordinador de las U.S. Dietary Guidelines para el período 2007-2009, con recomendaciones para una alimentación más sana actualizadas con base en evidencias científicas. En 2010, fue uno de los fundadores de un programa que recibió financiación federal por 22 millones de dólares para orientar estrategias alimentarias en más de 30 mil escuelas. Esas estrategias se basaban, mayormente, en la producción científica del grupo de Wansink.
Las averiguaciones sobre sus artículos cobraron preponderancia luego de la publicación de un texto polémico, divulgado en el blog personal de Wansink en noviembre de 2016, donde él relató el uso de métodos cuestionables para el tratamiento de datos estadísticos. La publicación, intitulada “La alumna de posgrado que nunca dice no”, alababa a la alumna de doctorado turca Ozge Sigirci, pasante de su laboratorio, por su predisposición para dedicarse a reanalizar datos brutos que otros investigadores ya habían estudiado, habiendo hallado solamente resultados nulos. Él comenta que le ofreció a ella la posibilidad de revisar los resultados de un estudio realizado en un restaurante italiano, que ofrecía pizza libre donde se podía comer la cantidad que uno quisiera.
“Le dije a mi alumna: nos costó mucho tiempo y dinero recabar esta información. Acá debe haber algo que pueda rescatarse, dado que es un conjunto de datos ordenado, abundante y único”, redactó. Ozge Sigirci, quien trabajaba de manera voluntaria, analizó reiteradamente los datos y detectó tendencias que, según el investigador, permitieron formular hipótesis que condujeron a cuatro artículos enviados a revistas. Uno de ellos sostenía que los hombres comen más cuando están en compañía de mujeres. Otro analizaba la relación entre el precio de la oferta gastronómica y la satisfacción de los clientes. Feliz con la aplicación de la estudiante, Wansink le planteó analizar otro conjunto de datos que había rechazado un pasante de posdoctorado contratado por el laboratorio, donde éste no vislumbraba perspectivas para extraer de allí ningún artículo. La alumna revisó nuevamente los datos e hizo nuevos hallazgos que redundaron en artículos.
La publicación de Wansink circuló en el ámbito académico y recibió duras críticas. Hubo quien condenó el hecho de que una estudiante extranjera trabajara ad honorem, mientras que algunos científicos identificaron en el relato indicios de una práctica a la que se conoce como p-hacking, o manipulación de los valores de p, una forma de tratar y seleccionar datos estadísticos exhaustivamente para extraer alguna tendencia de resultados inconclusos. P es una medida que representa la probabilidad de que un efecto observado en un estudio se deba al azar y no a los factores en análisis. Un valor menor o igual a 0,05 se emplea como indicador de significación estadística, dado que sugiere que los resultados son firmes. También arreciaron las críticas al respecto de que Wansink sacara tajada de una investigación de manera tal que le rindiera varios artículos.
Un momento crucial
El investigador de Cornell describió sus prácticas controvertidas en un momento especialmente sensible, en el cual los estudios en psicología atraviesan una crisis signada por la inviabilidad de reproducir y confirmar conclusiones de estudios que aportaron resultados curiosos y buenos titulares de periódicos. En 2014, un equipo de trabajo integrado por 100 investigadores de varias nacionalidades se lanzó al desafío de intentar reproducir un conjunto de 27 artículos del campo de la psicología social, y en la tercera parte de los casos no tuvieron éxito. Esa crisis salió a la luz debido a escándalos tales como el que provocó Diederick Stapel, docente de psicología social de la Universidad de Tilburg, en Holanda, a quien le retractaron 30 artículos suyos por adulteración de datos.
Las críticas a la postura de Wansink llamaron la atención de un grupo de científicos holandeses que crearon herramientas para detectar anomalías estadísticas en artículos. El equipo, integrado por Jordan Anaya, biólogo informático, Nick Brown, alumno de doctorado de la Universidad de Groninga, y Tim van der Zee, docente de la Universidad de Leiden, detectó 150 inconsistencias estadísticas en los cuatro artículos resultantes del estudio sobre la pizza en modo tenedor libre. En muchos casos, las tablas reproducían datos con redondeos groseros. Tales hallazgos fueron consignados en un manuscrito que fue divulgado en un repositorio de preprints, con el título “Acidez estadística: Un intento de digerir cuatro publicaciones sobre pizza elaboradas por el Laboratorio de Nutrición y Marcas de la Universidad Cornell”. El trío le pidió a Wansink que le permitiera acceder a los datos del estudio, pero él alegó que eso violaría el anonimato de los participantes. Al recurrir a la Oficina de Integridad Científica de la Universidad Cornell, ésta se expidió alegando también que los datos son secretos. En su única declaración oficial hasta ahora, la universidad informó en mayo que no ha encontrado evidencias de mala conducta en los errores de los cuatro artículos sobre pizza libre, aunque se medita analizar nuevas denuncias.
En una nota divulgada en el sitio web de su laboratorio, Wansink asumió la responsabilidad por los errores y manifestó haber solicitado correcciones. También anunció que adoptó procedimientos para prevenir la repetición de las “negligencias y errores” en el futuro, además de crear un sistema capaz de brindar anonimato a los datos sobre los participantes de investigaciones para poder compartirlos. En cuanto a las retractaciones recientes, le dijo al portal Buzzfeed que las mismas se hicieron a pedido suyo. Al menos en el caso del artículo publicado en el Jama Pediatrics, esto fue desmentido por los editores de la publicación.
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