Ejemplares de especies extintas de tres géneros de bagres halladas en áreas desérticas del noroeste de América del Sur podrían constituir una evidencia fósil de los últimos tiempos en que el antepasado del río Amazonas tenía un curso muy diferente al actual: desembocaba en el mar Caribe. Los vestigios de esas antiguas formas de peces de agua dulce se encontraron en rocas sedimentarias pertenecientes a las formaciones geológicas La Victoria, Villavieja, Urumaco, Castilletes y San Gregorio, en el norte de Colombia y Venezuela. Ésa, actualmente, es una zona árida, no alberga ríos y en su aspecto andino exhibe una altura de hasta 3.300 metros. Según un artículo publicado en septiembre de 2013 en la revista PLOS ONE, los bagres formaban parte de la fauna de un proto-Amazonas que atravesaba áreas que ahora forman parte del territorio de esos dos países y presentan similitudes anatómicas con especies actuales de peces de la cuenca amazónica.
Hace alrededor de 2,5 millones de años, el embrión del que hoy es el mayor río del mundo poseía un brazo que nacía en medio de la Amazonia y corría hacia el oeste del continente, donde se unía con otro tramo que fluía hacia el norte de Sudamérica (vea el mapa). De acuerdo con esa hipótesis, este segundo ramal, que derivaba hacia el sector más septentrional del continente, atravesaba la región comprendida entre la cuenca del Maracaibo, en Venezuela, y el río Magdalena, en Colombia, y desaguaba en el sur del mar Caribe. “El Amazonas se asemejaba a un gran pantano, con un lento flujo del agua”, sostiene el paleontólogo venezolano Orangel Aguilera, de la Universidad Federal Fluminense (UFF) y principal autor del estudio. “La biodiversidad de la región, tal como ahora la conocemos, aún no había surgido”.
El río recién habría logrado modificar su trayectoria, perdiendo su brazo que iba hacia el norte y comenzando a fluir hacia el este, tal como es su cauce actual, luego de la finalización del largo proceso de elevación de la porción más septentrional de los Andes. La consolidación de la cadena montañosa habría empujado a las aguas del Amazonas lejos de su sector caribeño, que se secaría para siempre y se transformaría en una zona árida, y obligado al flujo del río a trasponer las barreras que impedían su acceso al área centro-oriental de la Amazonia brasileña. De esa manera, el nuevo trayecto del Amazonas hacia el este se habría tornado lo suficientemente fuerte como para sobrepasar dos áreas signadas por bajas elevaciones naturales abriendo su cauce rumbo al océano Atlántico.
Para el estadounidense John Lundberg, curador del sector de ictiología de la Academia Natural de Ciencias de la Universidad Drexel, en Filadelfia, los fósiles de bagres hallados en Colombia y Venezuela refuerzan la teoría que estima que la desembocadura del Amazonas fue, en un pasado remoto, el noroeste del continente sudamericano. Según Lundberg, los geólogos sospechan desde los años 1950 que hubo una gran paleoconexión entre el Amazonas occidental y el Orinoco, el mayor río venezolano, que vertía sus aguas en el mar Caribe. “También son bastante conocidas las relaciones de parentesco entre muchos peces, reptiles y mamíferos acuáticos que actualmente habitan en las cuencas de los ríos Amazonas, Orinoco, Magdalena y Maracaibo”, dice Lundberg, otro de los autores que firman el trabajo en la PLOS ONE. “Todo esto sugiere que existían interconexiones fluviales previas al erguimiento de los Andes en Colombia y Venezuela”.
Polémica
Aun cuando en las últimas décadas ha cobrado evidencias y adeptos en la comunidad científica, la hipótesis que sostiene que el antiguo Amazonas fluyó hacia el norte y tuvo una desembocadura caribeña sigue siendo polémica. Están quienes consideran que el río nunca siguió un curso tal. Incluso entre los defensores de la idea de que existió una conexión entre el proto-Amazonas y el noroeste de América del Sur, hay un tema que permanece sin una respuesta definitiva: ¿hasta cuándo estuvo abierto ese paso hacia el Caribe? El momento en el que el río comenzó a fluir hacia el Atlántico es una especie de testimonio del nacimiento del actual Amazonas.
El trabajo recientemente capitaneado por Aguilera y Lundberg ofrece una audaz respuesta a esa polémica. Basándose en la antigüedad estimada de los sedimentos donde se hallaron los fósiles de bagres, los investigadores sostienen que el Amazonas revirtió su curso más tardíamente que lo que afirman otros autores. Según opina el científico de la UFF, el Amazonas dejó de bañar la región comprendida entre la cuenca del Maracaibo y el río Magdalena recién al final de la época geológica que denominamos Plioceno y al comienzo del Pleistoceno, hace unos 2,5 millones de años. Buena parte de los trabajos sobre el tema generalmente ubican la desaparición de esa conexión caribeña entre 12 y 8 millones de años atrás, cuando el elevamiento de los Andes en Venezuela y Colombia llegaba a su momento culminante. La ascensión final de la gran cadena montañosa habría reordenado el sistema de drenaje en el noroeste del continente, cercenado el brazo septentrional del Amazonas y allanado su camino hacia el este. Aguilera también cree que eso fue lo que ocurrió, sólo que más tardíamente de lo que se suponía.
La geóloga Dilce Rossetti, del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe), que estudia los paleorríos de la Amazonia, considera válida y coherente la hipótesis postulada en el trabajo publicado en la PLOS ONE. Pero afirma que el origen del curso actual del Amazonas es un tema complejo, aún sin datos definitivos e incontrastables. “Ni siquiera existe un consenso en cuanto a que, en el pasado, el Amazonas corriera hacia el norte”, dice Rossetti. La existencia de fósiles de bagres amazónicos no significa necesariamente que el río haya estado conectado con el noroeste de Sudamérica en aquel período.
La conexión con el norte de Venezuela y Colombia pudo haber desaparecido antes de los citados 2,5 millones de años atrás y dejado como vestigio una pequeña cuenca local, ya desarticulada del gran río Amazonas. Según esta interpretación, los nuevos fósiles de bagres descubiertos serían entonces remanentes de esa cuenca secundaria e independiente, que, con el paso del tiempo, desapareció y dio lugar a un paisaje desértico; y no directamente de las aguas de un proto-Amazonas que fluían hacia el norte del continente.
Artículo científico
AGUILERA, O. et al. Palaeontological evidence for the last temporal occurrence of the ancient western Amazonian river outflow into the Caribbean. PLOS ONE. 13 sept. 2013.