Originaria de la Amazonia y consumida en todo Brasil, la cachama negra (Colossoma macropomum) se ha mostrado sensible a los agrotóxicos detectados en los ríos del norte del país. Los efectos se agravan ‒y las defensas de su organismo contra la contaminación decaen todavía más‒ cuando los pesticidas actúan a temperaturas más altas que las actuales, como ha previsto que sobrevendrán el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Científicos del Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonia (Inpa) y de la Universidad Federal de Amazonas (Ufam) sometieron a 36 cachamas negras jóvenes, de 35 gramos de peso y 10 centímetros de largo en promedio, distribuidas en tres grupos, a condiciones experimentales durante 96 horas. A continuación, evaluaron los efectos de la mezcla de cuatro agrotóxicos (los insecticidas clorpirifós y malatión, el fungicida carbendacima y el herbicida atrazina) bajo las condiciones ambientales actuales y las previstas para 2100 (con un aumento de 5 ºC y 700 partes por millón de CO2), en la sangre, las branquias, el hígado, el cerebro y los músculos. Los pesticidas causaron daños incluso en bajas concentraciones. Cuanto mayor es el calor, más intensas son las alteraciones en las enzimas antioxidantes, en el ADN y en el hígado, reduciendo su capacidad de adaptación a los cambios climáticos. Conclusión: la combinación de estímulos externos podría poner en peligro la supervivencia de la especie. Después de la tilapia del Nilo (Oreochromis niloticus, una especie exótica), la cachama negra es la segunda especie de pez más explotada en el país, principalmente en los estados de Rondônia, Maranhão y Roraima. En promedio, estos animales alcanzan los 70 cm de longitud y pueden llegar a pesar 30 kilogramos (Science of the Total Environment, abril).
Republicar