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Enseñanza de ciencias

Una escuela en órbita

Docentes y estudiantes construyen un satélite en el litoral paulista

AZEITE DE LEOSA comienzos de este mes, ni bien regresen de sus vacaciones, los estudiantes de sexto año de la escuela municipal Tancredo de Almeida Neves, de Ubatuba, litoral norte paulista, ya saben que tendrán que organizarse en grupos y comenzar la construcción de las plaquetas de circuitos impresos del prototipo de un satélite artificial que uno de los profesores de matemáticas, Candido Osvaldo de Moura, resolvió construir el año pasado.

En horarios alternados con las clases regulares, los 108 niños con edades entre 10 y 11 años también asistirán a clases de electrónica e informática para programar la computadora de bordo que controla el satélite. Los equipos que demuestren mayor habilidad construirán las cuatro placas definitivas del satélite de 750 gramos y casi 13 centímetros de longitud que viajará al espacio este mismo año. Cuando se halle en órbita, a 310 kilómetros de altura, el satélite deberá emitir continuamente un mensaje “la idea es que sea en portugués, inglés y español – que será elegido mediante un concurso que movilice a los 1.200 estudiantes y alrededor de 100 docentes de la escuela. Como premio, el autor o autora de la mejor frase podrá asistir al lanzamiento del satélite en Estados Unidos.

Para acceder a ese punto, Moura debió superar muchos obstáculos. Su recorrido comenzó en febrero de 2010, cuando leyó en una revista de divulgación científica que una empresa de Estados Unidos, Interorbital Systems, vendía kits de satélites denominados TubeSats, capaces de permanecer en órbita durante tres meses. Una de las primeras personas a quien Moura expuso su intención fue su profesor de inglés, Emerson Yaegashi, quien lo apoyó de inmediato. A sus alumnos, a quienes él les dijo que trabajarían con científicos verdaderos, también les gustó su plan.

“Realizamos una videoconferencia y los niños conversaron en inglés, con la ayuda de Emerson y de una de las profesoras de inglés de la escuela, Mariana César, con los directores de Interorbital, Roderick y Randa Milliron, a quienes les encantó la idea. Según ellos, en todo el mundo, somos el equipo más joven en ingresar en la investigación espacial. Generalmente, quienes montan esos satélites son estudiantes universitarios. Expresaron que no podrían ayudarnos demasiado, dada la distancia, y que necesitaríamos soporte técnico”, cuenta Moura. Pronto él llamó a la puerta del alcalde de Ubatuba, Eduardo de Souza Cesar, y le avisó: “Queremos entrar en la carrera espacial”. Según él, el alcalde le dijo que lo apoyaría y, mejor aún, se dispuso a ayudarlo a recolectar los 8.600 dólares necesarios para la compra del kit con las piezas básicas del satélite. El presupuesto incluía otros 14 mil dólares para viajes a Estados Unidos, el primero de ellos previsto para mayo de este año, de un grupo reducido de estudiantes y docentes.

Un grupo de empresarios de la ciudad con quienes conversaron cubrió los gastos, uno de ellos aportando el dinero para la Asociación de Padres y Maestros (APM) de la escuela. La burocracia configuró otro desafío. Moura conversó con los directivos de la escuela, con los políticos de la ciudad y con un amigo banquero, para finalmente conseguir registrar la APM como importadora y exportadora en la Receita Federal [la Agencia Tributaria brasileña]. “Seguimos un camino diferente, que trajo dificultades, pero mucha gente nos ha ayudado. Tuvimos que preparar documentos y leer contratos en inglés”, dice Moura.

Él tuvo que conquistar también el apoyo técnico del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe), el organismo federal con sede en São José dos Campos, interior paulista, a 130 kilómetros de Ubatuba, que constituye la gerencia de satélites en Brasil. Sus e-mails llegaron a la división de ingeniería y tecnología espacial, cuyos integrantes pactaron una reunión con Moura y le ofrecieron cursos de astronomía y tecnología espacial a los docentes que ya se habían comprometido con el proyecto, entre ellos, los de ciencias, Marcelo de Mári, Rogério Stejanov Bueno y Adriana Cabral Barbosa. “Estamos acordando un convenio de cooperación tecnológica entre el Inpe y nuestra escuela”, expresa.

Vecinos
Dado que los siete profesores del grupo no entendían lo suficiente de electrónica como para construir las placas de los prototipos y de la versión final del satélite, Moura contactó a una empresa de robótica y desarrollo de software con sede en la ciudad de São Paulo llamada Globalcode, y recibió la grata sorpresa de saber que los directores de la empresa, Vinicius Senger y Yara Mascarenhas Hornos Senger, residían en Ubatuba. Luego de coordinar la capacitación en electrónica básica para los docentes, Vinicius y Yara comenzaron voluntariamente a ayudar al equipo de la escuela a diseñar, marcar y soldar las placas de los prototipos del satélite.

En conjunto, bajo la coordinación de las profesoras Mariléa Borine D’Angelo y Patrícia Patural, ellos crearon una placa que tomó el nombre de Ubatubino, que puede reutilizarse con otras funciones, y los propios niños pueden fabricarla, utilizando programas de fuente abierta (open source) y materiales simples, tales como una plancha para ropa. “Los niños están construyendo pequeñas computadoras, con una capacidad similar a la que los astronautas utilizaron en la década de 1960 cuando aterrizaron en la Luna”, menciona Vinicius Senger. “Es totalmente factible construir satélites educativos completamente en Brasil, sin depender de importaciones, y promover, por ejemplo, competencias entre las escuelas”. Sérgio Mascarenhas, coordinador de proyectos del Instituto de Estudios Avanzados (IEA) de la Universidad de São Paulo (USP) con sede en São Carlos, ha seguido con entusiasmo la construcción del satélite de Ubatuba: “El apoyo a la iniciativa del profesor constituye un impulso con miras a mejorar la educación en Brasil”, comenta.

La experiencia de la escuela de Ubatuba, reconocida como pionera en la edición de enero de la revista SatMagazine, ha motivado el debate respecto de la creación de otros cursos y actividades pedagógicas. “Por primera vez, los estudiantes de esta escuela participarán en la Olimpiada Brasileña de Astronomía”, celebra Moura. “Queremos modificar radicalmente los métodos de enseñanza de las ciencias, entre ellas, las matemáticas. La función de la escuela y de los docente, me parece a mí, es revelar cómo funciona el mundo real, por intermedio de problemáticas concretas y cautivantes, para que los niños puedan observar los resultados prácticos de lo que estudian”,

El lanzamiento del satélite, previsto para marzo, quizá se retrase, debido a que algunas piezas todavía no llegaron desde Estados Unidos. “En el Inpe me dijeron que cualquier satélite se retrasa”, dice Moura, a quien no sólo le interesa el cumplimiento de las fechas. “Lo más importante de este trabajo no es lo que ascenderá al espacio, sino lo que quedará en la cabeza de los alumnos en la Tierra. Demostramos que puede hacerse mucho y que se puede pensar en grande. Quien construye un satélite con 11 años de edad cuenta con mayor serenidad para enfrentar otros retos”.

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