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Astronomia

Una estrella llena de misterios

Observatorios harán un seguimiento del apagón de la Eta Carinae

HST/NASANebulosa del homúnculo: formado por expulsado de la estrella Eta Carinae de gasHST/NASA

A partir de la última semana de diciembre y durante los próximos tres meses astrónomos de Brasil, Argentina y Chile apuntarán sus telescopios hacia una misma región del cielo ubicada a la derecha de la constelación de la Cruz del Sur, visible únicamente durante la madrugada en esta época del año. Los científicos pretenden observar con el mayor grado de detalle posible un fenómeno que se repite cada cinco años y medio en la nebulosa de Eta Carinae: la disminución impresionante del brillo de la mayor y más luminosa estrella de nuestra galaxia, la Vía Láctea.

El apagón de la estrella Eta Carinae que los astrónomos esperan registrar ocurrió hace 7.500 años. Pero solamente se verá ahora debido a que la luz tarda todo ese tiempo para llegar al Sistema Solar. Detectada hace 16 años por el astrónomo Augusto Damineli, de la Universidad de São Paulo, la pérdida de luminosidad de la Eta Carinae, en general cinco millones de veces más brillante que el Sol, sigue intrigando a los astrónomos. Llega gradualmente a diferentes franjas de radiación (radio, infrarrojo y rayos X) y dura tres meses. La estrella, situada 7,5 mil años luz de la Tierra, puede observarse con binóculos, pero el apagón solamente es detectable con aparatos especiales.

La regularidad con que sucede y el perfil de la pérdida de brillo de la estrella suministran asidero a la explicación dada por Damineli al fenómeno. Eta Carinae no sería una sola estrella, sino dos: una menor y más cálida, y otra mayor, más fría y más brillante. En una especie de ballet cósmico, la estrella menor, con una masa 30 veces superior a la del Sol, gravita alrededor la estrella principal, tres veces más grande que la primera. El resultado de esta atracción mutua es una órbita elíptica que la estrella menor recorre en 2.023 días. De acuerdo con los cálculos de Damineli, el apagón se produce en la fase de aproximación máxima entre las estrellas, cuando la menor es en parte encubierta por la principal.

Hasta hace poco se creía que ese eclipse podría se la explicación para la reducción de luminosidad detectada a través de los telescopios apostados en Tierra y en el espacio. Pero la realidad no es tan sencilla. Si el eclipse fuera la única causa, todas las franjas de energía deberían volverse indetectables al mismo tiempo. No es eso lo que se observa, pues algunas desaparecen antes que las otras.

A partir de simulaciones tridimensionales del comportamiento de las estrellas, Atsuo Okazaki, de la Universidad Tokkai-Gakuen, Japón, interpreta de otra manera el referido apagón: además del eclipse, la pérdida de brillo sería producto de perturbaciones ocasionadas por los vientos de partículas que emanan de ambas estrellas y que entran en colisión a altísimas velocidades durante el período de aproximación máxima, la estrella menor hace una inmersión en los vientos de la mayor, que la envuelven e interfieren en la radiación que la primera emite.

En las actuales observaciones, los astrónomos esperan otear a través de los vientos y registrar cuándo y en qué orden las franjas de radiación dejan de brillar. Son cuestiones que pueden permitirnos conocer características oscuras de la estrella secundaria, tales como la masa y la temperatura de la superficie, dice Damineli. Estas informaciones harán posible prever el futuro de esas estrellas, comenta el astrónomo, que seguirá el apagón en el telescopio del Southern Observatory for Astrophysical Research (Soar), emplazado en los Andes chilenos.

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