La 13ª Conferencia sobre el Cambio Climático de Bali, Indonesia, del 3 al 14 de diciembre de 2007, abrió nuevas perspectivas para un acuerdo global contra el calentamiento del planeta. Al cabo de 15 días de tensión, representantes de 190 naciones decidieron negociar un pacto para la reducción de gases de efecto invernadero que, si todo sale bien, sucederá al Protocolo de Kyoto. El entendimiento sólo fue posible luego de que los países del G-77 que reúne a 133 naciones en desarrollo y China aceptaron discutir la adopción de acciones mensurables, reportables y verificables de reducción de emisión de gases de efecto invernadero, abriendo con ello un canal de negociación con Estados Unidos que se mantuvieron reacios a cualquier tipo de entendimiento desde el inicio del Protocolo, en 1997. El primer encuentro se llevará a cabo en Ghana a comienzos este año, seguido de cuatro sesiones más anuales alrededor del mundo, culminando en Copenhague, Dinamarca, a finales de 2009.
Aún prematuro hablar de fracaso o de éxito, afirmó la ministra del Medio Ambiente, Marina Silva, al programa Pesquisa Brasil. En la reunión fue trazado lo que se ha dado en llamar Hoja de Ruta, un documento lleno de buenas intenciones, con dos rutas que deben convergir hacia un acuerdo global. Y es ahí que las cosas se complican. De un lado del camino están los países desarrollados, signatarios del Protocolo de Kyoto, que hace diez años viven bajo el compromiso de reducir en 5,2% sus emisiones de gases de efecto invernadero entre 2008 y 2012. A pesar de que las proyecciones de la ONU indican que la mayoría está lejos de cumplir lo prometido, los países de la Unión Europea quieren que el nuevo pacto amplíe el porcentual de reducción de emisiones para algo entre un 25% y un 40% hasta 2020. Quedó decidido que los países ricos deben repasar tecnología para los países pobres para permitir que el crecimiento de esas naciones no implique el aumento de la contaminación del planeta. Fue acordado también la creación de un fondo de adaptación, que será dirigido por el Global Environment Fund (GEF) formado a partir de una tasa cobrada en las transacciones del mercado de crédito del carbono para reducir el impacto del calentamiento global en naciones como las del continente africano, por ejemplo.
Economías emergentes
Del otro lado están los países en desarrollo que permanecen libres de cualquier compromiso de reducción y Estados Unidos, que no firmaron Kyoto. En el nuevo acuerdo, Brasil, India y China, por ejemplo tres de los mayores emisores, podrán tener que comprometerse a reducir emisiones por medio del control de la deforestación, de la degradación, conservación, manejo sostenible, cambio en el uso del suelo y aumento de la reserva de carbón vegetal. Nos estamos disponiendo a seguir metas internas y verificables, afirmó Marina Silva, que presentó en Bali la propuesta de un Fondo para la Protección y Conservación de la Amazonia Brasileña, que será lanzado oficialmente este año. El fondo, de carácter voluntario, será inaugurado con recursos del orden de los 150 millones de dólares, operados por el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES). La expectativa es que el gobierno de Noruega contribuya con 100 millones de dólares. Será administrado por un consejo consultivo formado por representantes de los gobiernos federal y estaduales, organizaciones no gubernamentales, empresas y científicos, de acuerdo con las agencias Inter Press Service (IPS) y Envolverde.
El éxito de la Hoja del Ruta, en la evaluación de especialistas, podrá depender de las próximas elecciones presidenciales estadounidenses, al final de este año. La expectativa es que el próximo presidente, diferentemente de George W. Bush, se comprometa a adoptar medidas contra el calentamiento global. En dos años, Estados Unidos estarán en un lugar en el que no están ahora, previó Al Gore, que dividió el Premio Nobel de la Paz con los científicos del Panel Intergubernamental de Cambios Climáticos (IPCC), en 2007. Falta saber si las economías emergentes mantendrán, en los próximos dos años, su disposición de invertir en el desarrollo limpio. La expectativa es que los próximos dos años estén marcados por intenso movimiento diplomático. El presidente del grupo de trabajo que conducirá las negociaciones del mapa del camino será el director del Departamento de Medio Ambiente del Itamaraty, Ministro Luiz Alberto Figueiredo.
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