Imprimir Republish

CIENCIA POLÍTICA

Una relación difícil

Un estudio señala un aumento del desconocimiento sobre lo que es el sistema democrático

votantes2Daniel KondoEn las últimas elecciones, celebradas el 26 de octubre de 2014, más de 100 millones de brasileños acudieron a las urnas para elegir a sus representantes. Días después, un equipo de investigadores de diversas universidades salió a la calle para investigar la relación de los electores con el sistema político representativo. Tal como ocurre desde 2002, el estudio, vinculado a un convenio internacional con la Universidad de Michigan, en Estados Unidos, se llevó a cabo una vez que los resultados de las elecciones ya estaban definidos. “Pretendemos analizar en qué grado la democracia es un sistema que se percibe como un régimen que satisface al ciudadano”, dice la politóloga Rachel Meneguello, docente del Departamento de Ciencia Política e investigadora del Centro de Estudios de Opinión Pública (Cesop) de la Universidad de Campinas (Unicamp), y coordinadora de la investigación.

Uno de los ejes principales del proyecto es el Estudio Electoral Brasileño (Eseb), un sondeo nacional con 3.136 entrevistas efectuadas entre el 1º y el 18 de noviembre de 2014, que abordó temáticas tales como la adhesión y definiciones al respecto de la democracia, historial de voto, preferencia partidaria y representación política. En 2002, época de la elección del presidente Luiz Inácio Lula da Silva (PT) para su primer mandato, alrededor del 59,1% de los brasileños preferían la democracia como sistema político, un 15,6% admitía la posibilidad de una dictadura, un 15,2% respondió “me da igual” y un 9,9% no supo responder. En 2010, durante la transición entre Lula y Dilma Rousseff, la adhesión a la democracia saltó al 78,5%, frente a un  8,7% que no se oponía al regreso de un régimen autoritario. En 2014, la preferencia por la democracia descendió al 65,2%.

086-089_Organização política_235-01“Es necesario efectuar una comparación con otros datos de la investigación”, comenta Rachel Meneguello. “La parte de gente que considera a la dictadura preferible a la democracia en ciertas eventualidades se incrementó [de un 8,7% a un 10,5%], aunque sigue siendo baja. Sin embargo, el porcentaje de aquellos que no saben definir a un régimen democrático creció significativamente, de un 25,1% en 2010, a un 47,8% en 2014”. Este dato, sumado al hecho de que menos de la mitad de los entrevistados (el 40,7%) dicen estar satisfechos con el funcionamiento de la democracia, revela la existencia de un descontento con el régimen tal como se lo está ejerciendo en el país. “Que se prefiera a la democracia no significa que se esté contento con ella”, señala Meneguello.

“Además, recibimos respuestas diferentes acerca de las definiciones de democracia”, dice Valeriano Mendes Ferreira Costa, de la Unicamp, uno de los integrantes del equipo de investigadores. “¿Esto tendrá que ver con los derechos y deberes? ¿Con la justicia? ¿Con las libertades? Es un período de descenso de la confianza en la democracia, algo que resulta comprensible a raíz de la coyuntura actual, la polarización política, una menor identificación con los partidos –incluyendo al PT–, y al desgaste y la crisis económica. Existe una serie de variantes por considerarse, pero no hay una curva continua de caída en la adhesión a la democracia”, añade Ferreira Costa.

Por el contrario, hasta 2010, esta adhesión venía aumentando regularmente. La caída sólo se registra entre 2010 y 2014. Según la interpretación de los politólogos, esa ruptura de la tendencia revela una contradicción, que es el punto principal a estudiar a partir de ahora. O sea, luego de un período en el que las políticas de inclusión, ampliación de los derechos y disminución de la desigualdad exhiben una amplia difusión como elementos básicos de la construcción democrática del país, las referencias asociadas con la profundización de la democracia perdieron peso, elevando el porcentaje de la población que no acierta a definir el fenómeno.

086-089_Organização política_235-02La investigadora señala que la percepción de la democracia trae oscilaciones relacionadas con la principal bandera de los gobiernos de turno. Durante los mandatos de Fernando Henrique Cardoso (PSDB), uno de los puntos más reconocidos entre los valores asociados a la democratización del país era la estabilidad económica, junto con las elecciones directas. En los gobiernos petistas, predominaban los temas relacionados con las políticas sociales. Esta última tendencia no varió entre los electores entrevistados en la encuesta de 2014, pero, de todos modos, surgieron en los resultados una menor adhesión a la forma de gobierno vigente y una merma la comprensión de lo que representa la democracia. “Si analizamos el período entre 2002 y 2010 [el apoyo a la democracia pasó entonces de un 59,1% a un 78,5%], debemos recordar que nos hallábamos en una coyuntura de conquista de derechos e inclusión socioeconómica. Y los datos de 2014 sugieren que durante ese período se perdieron las referencias que, para la población, constituían la noción de la democracia”, dice Meneguello.

La politóloga es cautelosa en cuanto a relacionar el resultado de la investigación con las protestas y la crisis política de 2015. “No se pueden analizar los datos de 2014 a la luz de lo que ocurrió después. Pero el descontento ya aparecía en esa encuesta”, afirma. A su juicio, hay un síntoma elocuente que es el descenso a la mitad, entre 2010 y 2014, del porcentaje de entrevistados que se consideraban representados por un partido (un 57,9% y un 26,4%, respectivamente).

086-089_Organização política_235-03Desconfianza
Uno de los principales objetivos de la investigación es un estudio de la capacidad representativa del sistema electoral. “En Brasil tenemos una tradición presidencialista. El elector recuerda a quién votó para el Poder Ejecutivo, pero muy a menudo se olvida del candidato que escogió para la legislatura poco tiempo después de las elecciones”, prosigue la investigadora. Los datos de la investigación, según ella, indican desconfianza en cuanto al propio funcionamiento de las instituciones representativas: en 2010, un 25,6% de los ciudadanos tenía una evaluación positiva para el Congreso; en 2014, esa cifra se redujo al 16,8%. “Eso quiere decir que la relación entre el ciudadano y el sistema político está dañada”, analiza. Con todo, no hay una crisis importante en cuanto al valor de la participación y de la decisión electoral: en 2014, el 79,1% consideraba que su voto tenía poder de cambio. En 2010, ese porcentaje era del 71%.

Más allá de los análisis que ofrecen los datos recabados en el Eseb, hay otras líneas de investigación que integran el proyecto y congregan a politólogos de diversas universidades. Por la Unicamp, figuran Meneguello, Ferreira y Oswaldo Estanislau do Amaral; por la Universidade Estadual Paulista (Unesp), Maria Teresa Miceli Kerbauy; desde la Federal de São Carlos (UFSCar), Pedro Floriano Ribeiro y Maria do Socorro Sousa Braga, y desde la Universidad de São Paulo (USP), Bruno Wilhelm Speck.

Un segundo eje del proyecto se orientó hacia un estudio inédito en Brasil al respecto del funcionamiento interno de las organizaciones políticas, analizando el rol de la militancia y de los afiliados partidarios en el estado de São Paulo, un territorio donde los 32 partidos activos del país se encuentran representados. Se entrevistó a 445 electores, afiliados a los 10 mayores partidos de São Paulo. Uno de los indicadores del estudio reveló la participación activa de los militantes: el 92,1% de los afiliados al Partido de los Trabajadores – PT participó de un evento partidario, como mínimo, durante 2013, una tendencia alta que también aparece en el Partido de la Social Democracia Brasileña – PSDB (90,2%), en el Partido Socialista Brasileño – PSB (82,8%) y en el Partido Democrático Laborista – PDT (82,4%), entre otros.

Hay diversas teorías apunta a explicar el comportamiento electoral en el mundo. Una de ellas sostiene que la economía es el factor determinante para las disputas electorales. En el marco del proyecto liderado por la Unicamp, los investigadores tienen en cuenta otras variables contextuales, tales como las estructuras socioeconómicas, y se extienden en abordajes que reconocen el impacto de los diferentes niveles de realidad social sobre el comportamiento político de los individuos, sin olvidar el peso de la economía y el rol que cumplen las instituciones.

“En general, la economía es un factor importantísimo para el comportamiento electoral, pero por sí sola no resulta capaz de explicar los diferentes votos de los electores”, dice Bruno Bolognesi, investigador del Núcleo de Investigación en Sociología Política Brasileña de la Universidad Federal de Paraná (Nusp/ UFPR) y del Núcleo de Estudios de los Partidos Políticos Latinoamericanos (Nepla/ UFSCar). “Hay que investigar diversos factores”. Meneguello advierte sobre otro tema: “Nosotros estamos trabajando con datos individuales, con lo que la gente percibe. Si los electores notan que la economía marcha bien, votan a un gobernante X. Si va mal, piensan: ‘Perderé mi empleo, no tengo expectativas económicas’, y votan por el candidato Y. Pero no se trata solamente de eso. La gente tiene ideologías, creencias y valores políticos”.

Según Valeriano Ferreira Costa, la instancia de polarización política de las elecciones consolidó todavía más esa observación. “La economía incide, pero la identificación ideológica y partidaria también. En 2014, por ejemplo, ¿por qué hubo tanta gente que votó a Aécio Neves [quien obtuvo el 48,35% de los votos] si la economía estaba entonces aparentemente bien con Dilma Rousseff? En 2006, frente al escándalo del mensalão [sobresueldos mensuales en el Congreso], ¿por qué hubo tanta gente que reeligió a Lula da Silva?”, inquiere el investigador. “El voto, al final de cuentas, expresa la opinión del elector. Durante mucho tiempo, en la década de 1970, los estudios democráticos solamente se enfocaron en los indicadores socioeconómicos. Esto explica bastante, pero no lo explica todo. Al final, nuestros estudios de opinión pública destacan esa misma dimensión: la opinión tiene su importancia”.

Proyecto
Organización y funcionamiento de la política representativa en el estado de São Paulo (1994-2014) (nº 2012/19330-8); Modalidad Proyecto temático; Investigadora responsable Rachel Meneguello (Cesop-Unicamp); Inversión R$ 854.931,60

Republicar