La concentración de estrellas luminosas en el centro de las galaxias espirales usualmente origina una estructura con forma ovalada que se asemeja a una pelota de fútbol americano, el bulbo galáctico. Pero la acumulación de materia en el corazón de la Vía Láctea puede haber generado un bulbo con contornos poco frecuentes, formado por dos barras estelares (y no sólo una) que se cruzan, presentándose con la forma de una X. Esta conclusión controvertida es sostenida por el astrofísico brasileño Roberto Saito, de la Pontificia Universidad Católica de Chile, junto a colegas chilenos, europeos y norteamericanos en un artículo publicado en la edición de septiembre de la revista científica The Astronomical Journal. “Dependiendo de cómo observamos la galaxia, vemos una barra tridimensional que se divide en dos, formando una X o incluso una K”, dice Saito. “Son dos barras en diagonal, una principal y otra secundaria”. En función de la técnica utilizada por los investigadores para estudiar la composición del bulbo, la X atraviesa la región central de la Vía Láctea y sus extremos resultan visibles entre tres y ocho grados tanto arriba como debajo del plano del disco galáctico.
Para mapear el interior del bulbo de la Vía Láctea, el trabajo de Saito analizó datos recabados en tres longitudes de onda del infrarrojo mediante un relevamiento de todo el firmamento visible desde los Hemisferios Norte y Sur realizado entre el final de los años 1990 y la primera mitad de la década pasada, el proyecto denominado 2Mass. En medio de esa avalancha de datos, los astrofísicos buscan la localización específica de un tipo de estrella luminosa rica en metales, las red clumps giants, que son utilizadas para deducir distancias astronómicas y también para esbozar ciertas estructuras de las galaxias. La distribución de estas estrellas en un mapa que divide el bulbo de la Vía Láctea en 170 sectores cuadrados forma la doble barra cruzada en el centro de la galaxia. Un nuevo relevamiento en el infrarrojo cercano ha servido para monitorear desde el comienzo del año 2010 la región central de nuestra galaxia con el telescopio Vista, instalada en Chile y operado por el Observatorio Europeo del Sur (Eso). Los resultados preliminares que surgieron de esa iniciativa aparentemente corroboran la hipótesis de la existencia de una estructura con forma de X en el corazón de la Vía Láctea, según Saito.
Desde mediados de los años 1990, los astrofísicos sospechan que la Vía Láctea, tal como dos tercios de las galaxias espirales, presenta una barra en su bulbo, cuya extensión total equivaldría a aproximadamente entre un 15% y un 20% del diámetro de la galaxia. Durante la década pasada, esa sospecha se confirmó y actualmente el debate gira en torno de las características de esa barra, o barras, tal como sostiene Saito. Si las conclusiones del estudio estuvieran en lo cierto, el bulbo de la Vía Láctea no sería el primero en albergar dos barras de estrellas brillantes con la forma de una X. Las NGC 128, 3625, 4469 y 4710 son ejemplos de galaxias cuya región central también podría exhibir esa disposición.
El problema consiste en que, como estamos dentro del objeto que se va a observar, algunas de las características de la Vía Láctea resultan más difíciles de comprobar que las propiedades de galaxias vecinas. Para hacer todavía más difíciles las cosas, nuestro ángulo de observación de la Vía Láctea no es de los mejores. Otro obstáculo reside en la existencia de gránulos de polvo interestelar entre los gases que ocupan el espacio entre las estrellas. Esas finas partículas absorben y esparcen las radiaciones emitidas por los astros en diversas longitudes de onda, principalmente en la de la luz visible y ultravioleta, originando un fenómeno conocido como extinción. Ciertas regiones de la galaxia, tales como el bulbo, terminan siendo virtualmente inaccesibles para los telescopios ópticos. Las observaciones realizadas con infrarrojo sufren menos interferencias por parte del polvo interestelar. Por eso son muy utilizadas en los trabajos sobre la Vía Láctea.
Dinámica caótica
No existe un consenso entre los especialistas que estudian la estructura de la galaxia al respecto de la naturaleza del bulbo de la Vía Láctea. Jacques Lépine, del Instituto de Astronomía, Geofísica y Ciencias Atmosféricas de la Universidad de São Paulo (IAG-USP), es escéptico en relación con la posibilidad de que exista un X en el centro de la Vía Láctea. Prefiere creer que las dificultades para corregir la interferencia producida por el fenómeno de extinción en el trabajo de Saito podría explicar la X, el quid de la cuestión. “La dinámica caótica de las estrellas antiguas (amarillas) que conforman el bulbo no permitiría que tal estructura sobreviviera”, afirma Lépine. “En otras galaxias, donde resulta más fácil visualizar el bulbo, observamos como máximo una estructura box-shaped (con formato de caja)”. En opinión de Lépine, la Vía Láctea contiene apenas una barra que se presenta casi alineada con el centro de la galaxia y con el Sol.
Augusto Damineli, su colega del IAG-USP, tiene una opinión divergente. “La X del bulbo de la Vía Láctea aparenta ser una conclusión con fundamento, pero el mapeo de la galaxia debe perfeccionarse”, dice. “Otras galaxias presentan una estructura de ese tipo, que aparece (en los trabajos científicos) como resultado de simulaciones numéricas”. No existe una explicación sencilla para la existencia de bulbos con forma de X, según Damineli. Incluso si el centro de la Vía Láctea albergara una estructura constituida por dos barras cruzadas que crease una concentración de estrellas con contornos similares a la letra del alfabeto, la utilización del propio término bulbo, que remite automáticamente a formas redondeadas, puede resultar inadecuado para describir la región central de algunas galaxias.
Artículo científico
SAITO, R. K. et al. Mapping the X-shaped milky way bulge. The Astronomical Journal. c. 142, n. 3, p. 76. sept. 2011.