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CIENCIOMETRÍA

Ventajas comparativas

Un artículo analiza los caminos recorridos por la ciencia en Brasil y Corea del Sur y señala marcos de cooperación

030-033_Ind Brasil Coreia_211-1En un artículo publicado en la revista Scientometrics, un grupo de investigadores de Brasil y de Corea del Sur analizó la evolución reciente de la producción científica de ambos países, que son antípodas no sólo geográficamente, sino también en cuanto a sus modelos de desarrollo. La conclusión arrojó que los surcoreanos, pese a su vocación para la tecnología, durante la década pasada lograron mejorar el equilibrio en la distribución de artículos con otros campos del conocimiento, mientras que los brasileños mejoraron en áreas en las que ya mostraban fortaleza, tales como ciencias agrarias y naturales. “Brasil parece haber perdido la oportunidad de invertir más en áreas capaces de brindar soporte al sector productivo, tales como ingenierías y computación”, dice Daniel Fink, autor principal del estudio y jefe del sector de ciencia y tecnología de la Embajada de Brasil en Seúl. “La ciencia brasileña todavía atraviesa dificultades a la hora de interferir en la política industrial, al contrario de lo que sucede en Corea del Sur”. El artículo, escrito en colaboración con tres investigadores surcoreanos, es el resultado del doctorado de Fink en el Instituto Avanzado de Ciencia y Tecnología de Corea del Sur (Kaist), en la ciudad de Daejeon.

Los sistemas de ciencia y tecnología de Brasil y de Corea del Sur se desarrollaron en las últimas décadas con inversiones concentradas en ciertas disciplinas. Brasil sigue un modelo similar al de los países desarrollados, destacándose en medicina y con un peso significativo en áreas tales como química, física, botánica y zoología. Una especialidad brasileña consiste en que las ciencias agrarias ocupan un espacio superior al del promedio mundial. En tanto, Corea del Sur sigue el denominado modelo japonés, donde las ingenierías cumplen un rol preponderante ‒incluida la ciencia de la computación‒ así como la química, destacándose la ciencia de los materiales. El estudio conducido por Fink procuró comparar lo que sucedió con la cantidad y calidad de la producción científica de ambos países en dos períodos distintos, de 2000 a 2004 y entre 2005 y 2009. El análisis se realizó con base en los National Science Indicators de la Thomson Reuters, que contienen datos congregados por países. Las variables incluyeron la cantidad total de publicaciones y citas de Brasil, Corea del Sur y del mundo entre 2000 y 2009, y luego, los datos fueron divididos según el campo del conocimiento. El estudio se concentró en algunos de esos campos y excluyó a otros, tales como ciencias sociales y economía, cuya producción bajo la forma de artículos científicos no se consideró representativa, pues es más común la publicación de libros o capítulos en esas áreas.

Ambos países aumentaron la cantidad de artículos publicados y vieron crecer su cuota dentro de la producción mundial. La participación de la ciencia brasileña avanzó en la mayoría de las áreas, excepto en algunas, como por ejemplo ciencia de la computación y física, mientras que Corea del Sur creció en todas las áreas, sin distinción. En el caso de la agricultura, la participación de Brasil trepó del 3,1% del total mundial en el primer período al 6,8% en el segundo. También avanzó en áreas tales como zoología y botánica, medio ambiente y ecología, farmacología y toxicología, reforzando su posición en un modelo conocido como “bioambiental”. Pero perdió espacio en ciencias espaciales y física. “Aunque los científicos brasileños en los campos de la física y ciencias espaciales hayan mantenido el mismo nivel de publicaciones en cifras absolutas, perdieron terreno en términos comparativos. Esto sucede porque no logramos acompañar el ritmo de aumento de la producción de otros países”, dice Fink. En los campos de la ciencia en que Brasil ya no contaba con ventajas comparativas, tales como ciencias de la computación, ingenierías y ciencia de los materiales, la producción se retrotrajo. “Brasil difícilmente logre engendrar fortaleza en tecnología de la información y en la industria de las manufacturas en un futuro próximo”, sostiene el autor. En cuanto a las citas, Brasil también mejoró en agricultura, botánica y zoología, farmacología y toxicología, y empeoró en un sector en que era fuerte, la matemática. En ecología y medio ambiente, la visibilidad de la ciencia brasileña disminuyó, a pesar del aumento de la producción. Se han observado reveses similares en las citas de ingenierías, ciencia de los materiales y ciencias de la computación.

En cuanto a Corea del Sur, no se han observado grandes saltos. En relación con la producción científica, las áreas donde se registró mayor crecimiento fueron ciencias de la computación seguida por agricultura y farmacología y toxicología. Pero se mantuvieron las características del denominado modelo japonés. En comparación con la producción científica global, Corea del Sur no logró acompañar el crecimiento en ingenierías, química y ciencia de los materiales, si bien que mantuvo la competitividad en esos campos. Pero el país logró suavizar sus puntos débiles mediante un mejor desempeño en áreas tales como ciencia espacial, biología molecular y genética. En cuanto a las citas, disminuyó su desempeño en áreas tales como ciencia de los materiales, ingenierías, física y ciencia de la computación. Pero aumentó su impacto en agricultura, ciencia espacial, microbiología y biología molecular y genética. “Esta transición revela que Corea del Sur está logrando posicionarse en un estadio más equilibrado, perfeccionando áreas deficientes sin dejar de ser un referente en áreas donde ya poseía competencia”, dice Fink.

La estructura disciplinaria de la producción científica se relaciona con las estrategias de desarrollo económico de cada país, comenta Peter Schulz, docente del Instituto de Física Gleb Wataghin de la Unicamp, quien el año pasado publicó en la misma revista Scientometrics un artículo sobre la evolución del perfil de los sistemas de ciencia y tecnología de diversos países (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 198). No obstante, Schulz opina que algunas de las conclusiones del artículo de Fink deben confirmarse mediante nuevos estudios antes de tomárselas como tendencias. Y recuerda que durante la segunda mitad de la década de 2000 aumentó la cantidad de revistas científicas brasileñas indexadas en la base Thomson Reuters. Eso puede haber generado un sesgo sobre la percepción, apuntando a un Brasil fortalecido en algunas áreas, sin que, de hecho, la especialización haya aumentado. “El artículo revela un estancamiento de la producción brasileña en el área de física, que resulta consistente con otros indicadores”. Pero esta percepción quizá se vio reforzada por el hecho de que hubo pocas nuevas revistas brasileñas indexadas durante la década pasada, en comparación con lo que ocurrió en otras áreas”, afirma Schulz. También a]nade que el relativo declive en el desempeño de Corea del Sur en áreas consolidadas, como en el caso de la ciencia de los materiales, pudo sufrir la influencia del aumento de la producción científica de China en esas disciplinas, lo cual generó un crecimiento en el total mundial de artículos. Correcciones al margen, Schulz sostiene que el estudio de Fink es meritorio, pues pone de relieve áreas del conocimiento en las cuales ambos países se complementan. “Resulta importante saber en qué áreas los dos países son fuertes o están aumentando su producción e impacto para promover colaboraciones”, sostiene.

030-033_Ind Brasil Coreia_211-3Ese, por cierto, es uno de los objetivos de la investigación realizada por Daniel Fink. Como resultado de su doctorado, él también se dedica a escudriñar las colaboraciones científicas entre Brasil y Corea. El primer artículo en coautoría de investigadores de ambos países se publicó en 1991 y, hasta 2000, no se publicaban más de 10 papers por año con autores brasileños y surcoreanos. En 2011, el número llegó a 72 artículos. Los trabajos conjuntos fueron impulsados de dos maneras diferentes. La principal es la inserción de grupos de investigación brasileños y surcoreanos en grandes colaboraciones internacionales, generalmente encabezadas por estadounidenses. La segunda está compuesta por colaboraciones bilaterales, determinadas por el interés de científicos de ambos países por trabajar juntos. Grupos de la Universidad de São Paulo se destacan en todo tipo de cooperaciones, pero en las bilaterales se registra una frecuencia mayor de grupos de la Universidad de Campinas (Unicamp), en áreas tales como química y ciencia de los materiales. “Las cooperaciones bilaterales ocurren cuando hay excelencia de ambos lados. En tanto, las colaboraciones multilaterales pueden involucrar áreas en las cuales ambos países aún buscan consolidarse y se asocian con investigadores de un tercer país, generalmente Estados Unidos, para ganar experiencia”, afirma el investigador. Una colaboración reciente comprendió al grupo del físico Marcelo Knobel, docente de la Unicamp, quien intercambió muestras y datos con investigadores de la Universidad Nacional de Changwon, en artículos sobre nanoestructuras magnéticas publicados en el Journal of the Korean Physical Society. El nexo entre Brasil y Corea del Sur, en este caso, fue el indio Surender Kumar Charma, quien realizó su posdoctorado en el grupo de Knobel entre 2007 y 2011 mediante una beca otorgada por la FAPESP, y mantenía vínculos con los surcoreanos. “Se trata de un área en la cual ambos países tienen su historial”, dice Knobel, quien ha publicado otros artículos en colaboración con investigadores de Corea del Sur. “Creo que la tendencia apunta a establecer cada vez más colaboraciones, no sólo debido a la clara presencia surcoreana acá en Brasil, sino también, por la creciente importancia de ambos países en el contexto mundial de la ciencia”.

Las colaboraciones entre brasileños y surcoreanos que abarcan a grandes empresas todavía no han generado impacto en la producción científica de ambos países. “Samsung, por ejemplo, posee un laboratorio dentro de la Unicamp, pero su impacto es pequeño en cuanto a la generación de artículos”, dice Daniel Fink. Marcelo Knobel recuerda que la presencia de empresas surcoreanas en Brasil es reciente y subraya que no todo lo que se investiga es aprovechado por la empresa. “Los laboratorios, como el de Samsung en la Unicamp, recién se están estableciendo, y los resultados no son inmediatos: tardan algún tiempo en aparecer”, sostiene. Existe una tendencia que apunta a intensificar las relaciones entre la ciencia de los dos países a partir de pequeñas y medianas empresas surcoreanas, añade Fink. Un ejemplo es HT Micron, una joint venture brasileño-surcoreana para el encapsulado de chips que inauguró una fábrica en la localidad sureña de São Leopoldo, aprovechando incentivos fiscales. “Ellos se comprometieron a invertir un 5% del presupuesto en investigación y desarrollo, mientras que el 1% se le asigna a una universidad, la Unisinos, para la creación de un instituto de semiconductores”, dice Fink. El interés de Corea del Sur en Brasil promoverá ese tipo de alianzas durante los próximos años, afirma el investigador.

Daniel Fink, graduado en ingeniería eléctrica en la Pontificia Universidad Católica de Rio Grande do Sul, se mudó a Corea del Sur en el año 2006, cuando obtuvo una beca concedida por el Kaist. “Hay una enorme carencia de brasileños en las universidades surcoreanas y fui uno de los primeros en ir”, dice Fink, quien ya durante su maestría inició una línea de investigación comparando los sistemas tecnológicos de Brasil y Corea del Sur. En 2007 redactó un artículo para un periódico local describiendo las oportunidades para empresas e investigadores surcoreanos debido a la implementación de la televisión digital en Brasil. El embajador brasileño en Seúl lo convocó para conversar y de dicho encuentro surgió una invitación para convertirse en asesor de la embajada en ciencia y tecnología. Durante los próximos meses, investigadores surcoreanos de su grupo y él mismo vendrán a Brasil para entrevistar a científicos brasileños que colaboran con colegas de Corea del Sur para investigar la dinámica de esas asociaciones.

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