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Buenas prácticas

Vías para estimular conductas responsables

Un estudio evalúa el impacto de las diferentes estrategias de ejercicio de la integridad científica orientadas hacia los estudiantes

Fred Morley / Fox Photos / Hulton Archive / Getty Images

Muchas universidades les ofrecen en sus planes de estudio algún tipo de formación sobre ética e integridad científica a sus alumnos. Pero aún se sabe poco sobre el alcance y la eficacia de los diferentes abordajes didácticos disponibles, que van desde herramientas online hasta actividades presenciales en grupo, y abarcan desde la prevención del plagio hasta la gestión de datos de investigación o el uso adecuado de los animales de laboratorio. Un equipo integrado por especialistas de las universidades de Zúrich y Utrecht, en Suiza y Países Bajos, respectivamente, logró identificar algunas de las intervenciones más exitosas mediante el análisis de una colección de 30 artículos científicos publicados entre 1990 y 2020 sobre las estrategias educativas capaces de estimular conductas responsables en la investigación científica.

En un trabajo de revisión divulgado en la edición de septiembre de la revista Educational Psychology Review, los autores evaluaron los efectos de varios tipos de cursos en cinco aspectos del aprendizaje: adquisición de conocimientos, adopción de actitudes, reconocimiento de problemas, capacidad de juicio y conductas concretas; y observaron diferentes impactos. Cuando se trata de la adquisición de conocimientos en buenas prácticas de investigación científica, los mayores beneficios pueden verse en el aprendizaje individual y en los debates sobre la práctica de estándares éticos. En tanto, cuando el objetivo es promover la capacidad de juicio de los alumnos y generar conductas responsables, son más eficaces los abordajes basados en la experiencia, en los cuales los jóvenes se involucran emocionalmente en la toma de decisiones y en la resolución de problemas.

Para organizar el trabajo, los autores formularon 11 hipótesis. Algunas de ellas pudieron confirmarse, como en el caso de la que atribuía a los cursos en situaciones concretas una mayor capacidad para estimular la habilidad de juicio de los alumnos, tales como las dramatizaciones y el entrenamiento interactivo. Como contrapartida, la formación que introduce reglas, normas y directrices de integridad científica se mostró útil para promover el conocimiento de esos conceptos, pero no para generar conductas. “Esto contradice la idea generalizada de que los alumnos necesitan comprender las directrices antes a la adquisición de habilidades para la toma de decisiones. En lugar de ello, podría ser necesario identificar abordajes que permitan una incorporación constructiva de directrices éticas, haciendo que los estudiantes las apliquen en casos complejos que exigen una capacidad de juicio individual”, indicaron los autores.

Otras hipótesis no se confirmaron. Los investigadores suponían que la eficacia de los cursos estaría relacionada con su duración. Una revisión de la literatura disponible sugiere que los cursos muy breves, con menos de cinco horas de actividades, parecen ser menos eficaces que los más largos, pero al mismo tiempo reveló que las intervenciones rápidas, cuando son lo suficientemente interactivas, pueden tener buenos efectos sobre el aprendizaje. Investigadores de la Universidad de California en Santa Cruz (EE. UU.), desarrollaron un ejemplo: el videojuego interactivo Academical, que les permite a los estudiantes realizar elecciones relacionadas con nueve tipos de conductas de investigación científica responsables y basadas en situaciones reales, que pueden experimentarse desde diferentes perspectivas. En cada una de las etapas, se entabla un diálogo entre dos personas. El alumno solo controla a una de ellas y se lo insta a tomar actitudes que lo acaben conduciendo a un final exitoso. A continuación, realiza el mismo recorrido pero asumiendo el lugar del otro personaje en el diálogo.

Una de las conversaciones propuestas en el videojuego remite a un alumno universitario que expone ante un docente muy ocupado sus sospechas de que un becario de posdoctorado ha fabricado los resultados de una investigación. Los responsables del juego, que fue presentado en 2020, en el marco de una conferencia internacional, compararon el rendimiento de los estudiantes que utilizaron Academical con el de otros que utilizaron material educativo disponible en internet. Se llegó a la conclusión de que el juego generó un mayor compromiso y mejores puntajes en las pruebas de conocimiento de conductas de investigación responsables y de habilidades de razonamiento moral.

Al contrario de lo que se esperaba, los cursos que pusieron a prueba a los estudiantes para practicar sus habilidades en forma repetitiva no se mostraron más eficaces que aquellos que recurrían a pocas o a ninguna repetición. La supuesta superioridad de los cursos que combinan la formación presencial con módulos online tampoco pudo confirmarse: sus resultados no fueron más significativos que los de los cursos totalmente virtuales o que los íntegramente presenciales.

La obligatoriedad de los cursos tiene un impacto negativo en la adquisición de conocimientos e impacto nulo sobre los otros cuatro resultados de aprendizaje. Los alumnos que asisten a una capacitación en forma voluntaria suelen adquirir más conocimientos que quienes son obligados. Para dos de los autores del estudio, Johannes Katsarov y Roberto Andorro, investigadores de la Universidad de Zúrich, esta conclusión no fue para nada sorprendente. En 2019, ellos formaron parte de un estudio encomendado por el proyecto Integrity, vinculado al programa de investigación e innovación Horizonte 2020, de la Unión Europea, que procuraba entender, entre otros objetivos, las razones de la falta de compromiso de una parte significativa de los estudiantes de grado que se ven obligados a capacitarse en conducta responsable de investigación científica.

Los autores señalaron que las razones pueden ser diversas: van desde la autopercepción de algunos alumnos que se sienten maduros desde un punto de vista ético y creen que no obtendrían ningún beneficio con la capacitación, hasta el desinterés puro y simple en el tema, algo notorio entre los jóvenes que no están interesados en seguir la carrera académica. La encuesta fue útil para generar estrategias innovadoras que se están aplicando en los nuevos cursos. “Un método poderoso para mantener el interés de los participantes consiste en brindarles cierta autonomía, dejándolos escoger los casos que desean debatir o invitándolos a sugerir los temas prioritarios”, afirmó Katsarov en un texto informativo elaborado para el sitio web del proyecto Integrity. “Al ofrecerles algunas opciones, se puede elevar la motivación de los alumnos, garantizándoles que aprendan los temas en los que están más interesados y que puedan experimentar el curso de una manera positiva. El aprendizaje debe asociarse a emociones positivas para conseguir que sea relevante”.

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