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Urbanismo

Vocación de grandeza y miseria

La rápida globalización de São Paulo ha degradado su constitución urbana y social

léo ramosAjetreo en una avenida paulistana, producto del intenso y no planeado crecimiento de la metrópolisléo ramos

Durante la década de 1920, Oswald de Andrade ironizaba la vocación paulistana: ser “una hinchada indígena a favor de un imperialismo ‘civilizador’”, y anticipaba que ese entusiasmo paulistano sería la fuente tanto de sus grandezas como de sus miserias. “En la década 1990, São Paulo ya era el centro económico nacional y reaccionó más rápido que las otras regiones a la hora de abrazar y adaptarse a la internacionalización de la economía, a la globalización”, sostiene Sueli Schiffer, profesora titular de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de São Paulo (FAU-USP). “De un lado, eso trajo aparejada una concentración creciente de actividades tecnológicas y especializadas sumamente avanzadas, con los beneficios de inversiones masivas en infraestructura en determinadas áreas y la creación de una fuerza de trabajo calificada”, comenta. “Pero esa rápida aceptación de la globalización llevó al desplazamiento de la población pobre hacia las áreas periféricas, con lo cual se incrementó la ya existente segregación social. Eso sin mencionar el aumento del desempleo entre los menos calificados, la expansión de la informalidad en el mercado de trabajo, la violencia creciente y la proliferación de favelas”, sostiene la investigadora, coordinadora del estudio intitulado Proyectos urbanos y desarrollo local: financiamiento y gestión.

Este estudio es una continuación del proyecto temático São Paulo ‒ La globalización de la economía y la estructura urbana, que Schiffer realizó con el apoyo de la FAPESP (1998). En pleno proceso de globalización, la investigadora analizó, en carácter notablemente pionero, de qué manera transcurría en Brasil la relación entre la nueva estructura económica y la organización espacial. En una economía desigual, la estructura espacial termina viéndose afectada y se vuelve desigual. Por eso ha habido un incremento de la renta concentrada en la ciudad. No obstante, al mismo tiempo, se ha registrado la expulsión de una gran parte de la población hacia áreas distantes y sin una estructura habitacional apropiada, una redefinición forzada de las prioridades urbanas, y un aumento de las deficiencias y problemas de infraestructura urbana, en especial en lo que hace al transporte y al medio ambiente, en un cuadro de miseria y desigualdad crecientes y generadoras de una seria violencia urbana”, sostiene. La “hinchada indígena” terminó generando esplendor y decadencia.

“La planificación urbana de los años 1950 y 1960 actuaba en ciudades con un acelerado crecimiento e intensos flujos migratorios, en su gran mayoría provenientes del área rural, de población de baja renta y escasa calificación. La carencia de todo tipo de infraestructura, aun en lo que hace a lo básico como el agua, la energía, el saneamiento y el transportes público, constituían los retos más clamorosos de la gestión y de los planes urbanos”, explica Schiffer.

Según la investigadora, el control sobre la producción y la alteración del espacio fueron siempre los mecanismos de los cuales se valió la elite nacional para asegurarse la dominación interna, creando áreas de segregación, algunas muy bien abastecidas con todo tipo de facilidades urbanas instaladas por el Estado, y otras sin la más mínima estructura de vivienda y de servicios públicos. “Eso es parte de la vida paulista desde el siglo XIX, pero la globalización elevó este procedimiento a niveles sumamente altos”, evalúa Sueli. “No es un espacio construido a partir de una planificación oficial destinada a mejorar la vida de la población, sino un amasijo de desarrollos modernos de negocios mezclados con antiguas viviendas, que crea un flujo de transporte confuso y la apariencia general de un ‘arreglo forzado’, pese al alto costo del trabajo implicado”, analiza.

léo ramosLa favela Real Parque ante el progreso de la ciudad revela la insuficiencia creciente de infraestructura en distintas zonas de la ciudadléo ramos

Todo para formar parte de las llamadas “ciudades globales”, aunque con un estatus menor que las situadas en los países avanzados. “Estas ciudades líderes de países periféricos, tales como São Paulo, Singapur o Hong Kong, realizan tareas subordinadas en esa cadena de acumulación internacional, locus en que el capital extranjero es internalizado en territorios nacionales. Y como estas ciudades sirven para concentrar actividades económicas para la economía global, están desconectadas de la realidad de la economía doméstica”, evalúa. No sin razón, en 1997 São Paulo ya albergaba el 96,9% de las sedes de los bancos privados extranjeros en el país y el 67,5% de las sedes de los grupos privados internacionales, al mismo tiempo que el 19% de su población vivía en favelas y el 16% de los paulistanos estaban desocupados. “La provisión de infraestructura a cargo del poder público desde entonces apunta solamente a atender las condiciones mínimas de organización del espacio urbano para sostener la producción acorde con ese estándar globalizado de la sociedad brasileña”, evalúa Schiffer. Incluso las concesiones fiscales destinada atraer al capital extranjero son tan extremas que drenan buena parte del presupuesto municipal, que así queda comprometido durante décadas.

“El crecimiento de las ‘ciudades globales’ de los países periféricos hizo aumentar la segregación espacial y la exclusión social preexistente. Sucede que existe una exigencia de una fuerza de trabajo más calificada, para dar cuenta de las exigencias ‘globales’, y la disminución de oportunidades de empleo en el sector industrial, de cara a la modernización de este sector, no se ha viso totalmente compensada con nuevos empleos en el sector terciario”, dice la investigadora. En un contexto espacial en que tan sólo “los mejores” tienen su lugar, a los “menos capacitados” se los “invita” a dejar la ciudad para vivir en zonas cada vez más alejadas, ya sea por el elevado precio de las viviendas o por el nuevo perfil laboral que se requiere, volcado exclusivamente a ejercer funciones de “menor calificación”. De este modo, según la investigadora, al evaluarse las precondiciones para las posibles realizaciones de proyectos urbanos en Brasil, especialmente en São Paulo, y los factores que inducen el desarrollo de proyectos urbanos tan usuales en otros países, se puede afirmar que estos proyectos no parecen constituir una posibilidad de planificación urbana a corto plazo en nuestro país.

“Una exclusión social creciente demanda una mayor intervención estatal; pero, de acuerdo con el ideario neoliberal de la globalización, esto no debe hacerse. Durante años, todo lo que la ciudad ganó en beneficios se vio contrabalanceado por perversidades sociales resultantes de los efectos colaterales de la globalización. El desempleo creciente, la pauperización, la informalidad y la violencia se transformaron, cada vez más, en efectos visibles de las nuevas formas urbanas”. Para huir de esa realidad, partes de la elite se “encastillaron” en zonas de la ciudad y se crearon nuevos “centros”, que promovieron un proceso de dispersión del tejido urbano. “En el pasado eso ya se había verificado, pero en otro formato, como en la mudanza del antiguo centro a la avenida Paulista. Posteriormente, se crearon los centros de las avenidas Faria Lima, Carlos Berrini y la nueva Faria Lima, volcados a actividades dinámicas e internacionales. Cada nuevo centro implicaba una inversión municipal pesada, ya que se hizo necesario instalar servicios de comunicación, infraestructura y transporte, nuevos accesos, tales como túneles y avenidas, que perturban el tejido urbano tradicional, todo a gran velocidad y sin una planificación que apunte al plano colectivo de la ciudad, sino privilegiando áreas específicas”, evalúa. Sobró poco para invertir en viviendas y servicios destinados a los de menores ingresos.

léo ramosLa zona este de São Paulo constituye un ejemplo de migración forzada hacia las periferiasléo ramos

“Con la globalización se produjo la migración forzada hacia las periferias, una concentración mayor de personas por domicilio, la favelización, la invasión de áreas de manantiales, tales como las laderas de la represa Billings, una degradación dramática de la calidad de vida y una insuficiencia creciente de infraestructura”, analiza. ¿Y actualmente? “En un primer momento, la Región Metropolitana de São Paulo parece haber mejorado. Los flujos migratorios hacia São Paulo prácticamente se han detenido. La ciudad ahora crece a un ritmo menor que el país. Se detecta una reducción de la participación relativa de la parte más pobre y menos escolarizada de la población en el mercado de trabajo local. Entre 2003 y 2007 el crecimiento del empleo formal fue de un 4,15% anual, y en 2012, por primera vez, la cantidad de personas con trabajo registrado supera el 50%”, afirma el sociólogo Álvaro Comim, del Centro de Estudios de la Metrópolis (CEM). “La ciudad está mejor en servicios sofisticados y la demanda de mano de obra, con mayor escolaridad y calificación, sugiere una metrópolis ‘de clase media’. Pero la inflexión de la desigualdad tiene su precio: los más pobres, que no se encajan en esas exigencias, siguen siendo expulsados de la ciudad, pues la ciudad no los abarca ni los desea”, dice.

La ciudad global cerró sus puertas a los trabajadores menos calificados. “Las industrias tradicionales que empleaban a trabajadores comunes se están yendo al interior y la ciudad cuenta solamente con la industria que emplea tecnología. Estamos exportando problemas tales como favelas, miseria, etc. Dentro de algunas décadas vamos a ver a São Paulo como una ciudad internacional, pero nuestro entorno estará degradado”, evalúa el investigador. “Los más ricos también se están segregando con respecto a la ciudad. A excepción de algunas áreas particulares que albergan actividades para ellos, São Paulo se ha transformado en una tierra desconocida y violenta, con la cual esa elite no siente ningún tipo de ligazón o compromiso”, recuerda Schiffer. Pese a los edificios que podrían figurar en cualquier metrópolis norteamericana o europea, São Paulo, globalizada, pone en riesgo precisamente su posición debido a su entusiasmo por adherir a la nueva configuración de la economía mundial en detrimento de las mejoras que demanda por su población.

“Hay que esperarse transformaciones en la sociedad brasileña para que estos factores se reviertan en favor de una organización espacial menos excluyente y menos desigual, donde los proyectos urbanos de renovación de áreas obsoletas o degradadas cumplan un rol importante en la estructuración urbana y sean compatibles con los cambios socioeconómicos que solamente allí sucederían”, dice.

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