La exposición Educação como matéria-prima, que figura en cartelera en el Museo de Arte Moderno (MAM) de São Paulo, saca a relucir un aspecto poco visible, aunque fundamental para las instituciones museológicas: la interfaz entre la experiencia artística y la producción de conocimiento. La muestra, que conmemora los 20 años de actividad del sector educativo del museo, aborda aspectos importantes de la creación y de la percepción estética. El sector está integrado por un equipo permanente de siete educadores, encargados, entre otras tareas, de confeccionar una agenda de programas permanentes y temporarios, además de brindar soporte a escuelas y capacitación para docentes. En la exposición actual, la educación no es meramente un tema o un mote curatorial, sino un conjunto de obras en diálogo, de siete autores, que comparten el hecho de disponer del conocimiento, el aprendizaje y la relación entre el público y la obra como elementos constitutivos del propio trabajo artístico.
“El museo es una escuela: el artista aprende a comunicarse y el público aprende a trazar las conexiones”. Esta frase, que pertenece al artista uruguayo Luis Camnitzer y se encuentra estampada en la fachada del museo, resume la propuesta de la muestra. “Nuestro objetivo consiste en inducir al visitante para que desarrolle una percepción propia, atribuyéndole sentido y ampliándolo”, explica Daina Leyton, curadora de la muestra y docente invitada de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), junto a Felipe Chaimovich, profesor titular de la carrera de Artes Plásticas de la Fundación Armando Álvares Penteado (Faap). La exposición fue concebida en su totalidad como una forma de reforzar esta apertura perceptiva, que fue el marco para la selección de las obras y las actividades para el público de los educadores y artistas, encargados de una serie de debates, talleres y otras actividades hasta la finalización de la muestra, el 5 de junio.
Se seleccionaron dos trabajos pertenecientes al patrimonio del museo como ejes centrales del proyecto curatorial: las obras Café educativo, de Jorge Menna Barreto, y Expediente, de Paulo Bruscky. Ambas dependen de la presencia y de la intervención del público para activarse. Como sólo adquieren significado cuando el público las vivencia, se transforman en instrumentos de movilización de la percepción poética. En el caso de Café educativo, una obra en curso, que se modifica para cada presentación, la misma consiste en la instalación de un café en un espacio de muestra, que funciona como una isla intermediaria no directiva entre los educadores y el público. En la versión actual, el artista optó por adoptar muebles bajos, almohadas y mesitas de lectura, donde se puede deambular descalzo y hojear libros mientras se toma un café. En tanto, Expediente, introduce en la sala de exposiciones el ambiente de trabajo de los educadores del museo. Sus oficinas se trasladan al espacio de exposición, y allí es donde trabajan hasta que finalice la muestra. “La presencia del sector educativo allí resulta visible y, de hecho, es lo que está sucediendo. No se trata de una obra de arte pasiva”, subraya Chaimovich.
El diálogo entre el arte y el público prosigue en el resto de los trabajos de la muestra. Stephan Doitschinoff, por ejemplo, creó un videojuego especialmente para la exposición, que abreva en nociones inspiradas en el pensador francés Michel Foucault. Irónicamente, las etapas del juego están asociadas a aquello que Foucault clasificaba como instituciones disciplinarias, tales como la escuela, la industria, el manicomio o el condominio. Para poder jugar, se necesita arrodillarse en un reclinatorio. En el caso de Amilcar Packer, él lidia con temáticas relacionadas con la colonización, el consumismo y la explotación comercial en Constelações, una instalación conformada por objetos de uso cotidiano colgados del techo y a los que se puede acceder utilizando poleas, con información sobre sus orígenes y nomenclaturas.
“Ver y saber; si uno no sabe, no ve”, acostumbra decir el fotógrafo y filósofo esloveno Evgen Bavcar, un personaje central en la conceptualización de la reflexión sobre accesibilidad y libertad poética que encauza la muestra. Ciego desde los 12 años, él desarrolló una labor de ampliación de la percepción más allá de los límites de la visión y se encuentra representado en la muestra por una selección de fotos que registró y un conjunto de reproducciones en 3D de los objetos presentes en sus imágenes, a las cuales el público puede tocar.
Además de la exposición y de un ciclo de conferencias y actividades propuestas por los artistas invitados, la celebración del aniversario del sector educativo incluye el lanzamiento del libro Obras mediadas, en el cual, 10 educadores escogen una obra del patrimonio para analizarla, demostrando, en la práctica, la importancia de la investigación en este área. “Cada educador es un investigador”, sostiene Leyton.
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