Con base en los análisis de los grafos de 734 textos literarios que abarcan un recorte temporal de 4.500 años, un estudio coordinado por investigadores de la Universidad Federal de Rio Grande do Norte (UFRN) identificó paralelos entre el desarrollo de la estructura del discurso de los individuos en el período actual y el progreso de esta misma estructura en las sociedades humanas a lo largo de la historia. Los grafos aplicados al discurso son representaciones gráficas según las cuales cada palabra corresponde a un elemento fundamental llamado nodo, que se conecta mediante flechas denominadas aristas, cuyo sentido sigue el orden en que aparecen los vocablos en el discurso. La investigación sugiere similitudes en la estructura semántica de los textos que datan de hace 3.000 años y el relato oral de los niños, los adultos analfabetos y participantes con diagnóstico de psicosis. Los relatos orales de los pueblos amerindios y los textos poéticos de la literatura occidental poseen estructuras que difieren a las de todos estos grupos.
El trabajo, que salió publicado en la edición de diciembre de 2020 de la revista Trends in Neuroscience and Education, es una continuación de la investigación encabezada por el neurocientífico Sidarta Ribeiro, vicedirector del Instituto del Cerebro (ICe) de la UFRN, la psiquiatra Natalia Mota, quien realiza un posdoctorado en el ICe, la bióloga Sylvia Pinheiro, durante su maestría en el ICe, y el físico Mauro Copelli, de la Universidad Federal de Pernambuco (UFPE). Ribeiro y Copelli también son miembros del equipo del Centro de Investigación, Innovación y Difusión en Neuromatemática (NeuroMat), uno de los Centros de Investigación, Innovación y Difusión (Cepid) financiados por la FAPESP. En la primera etapa de la investigación, el objetivo consistió en crear modelos para medir la desorganización del discurso en pacientes portadores de esquizofrenia (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 194).
El trabajo publicado recientemente incluye textos tales como el Libro de los muertos del Antiguo Egipto, los primeros libros de las civilizaciones mesopotámicas, clásicos de la literatura grecorromana, judeocristiana, hindú, persa, medieval e incluso de la Edad Moderna y la edad Contemporánea e incluyendo la literatura que actualmente se publica en blogs. Una vez traducidos al idioma inglés, los textos fueron transformados en grafos y se los sometió a un análisis por computadora en el Núcleo de Procesamiento de Alto Rendimiento (NPAD, en portugués) de la UFRN. “De este modo, una gran cantidad de nodos evidencia, por ejemplo, que el individuo o el texto en cuestión emplea un vocabulario variado en su estructura discursiva”, puntualiza Ribeiro, quien coordinó el trabajo.
Un estudio sugiere que, en el proceso de alfabetización, los niños reproducen el camino recorrido por la especie humana hasta adquirir las formas de conciencia contemporáneas
“Las investigaciones en arqueología de la mentalidad utilizan los textos antiguos como si fueran fósiles del pensamiento humano”, explica el físico Mariano Sigman, del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), de Argentina, y miembro del Human Brain Project, centrado en el desarrollo de estudios en las áreas de la neurociencia, la medicina y la computación. Sigman, quien también participó en el estudio coordinado por los docentes de la UFRN, sostiene que las investigaciones en materia de arqueología del pensamiento humano pueden generar resultados controvertidos. “Cuando afirmamos, por ejemplo, que el discurso infantil presenta singularidades similares a las de los participantes diagnosticados con psicosis, se nos podría malinterpretar. No obstante, cuando sostenemos la existencia de estas similitudes no estamos diciendo que los niños sean enfermos”, enfatiza.
Al analizar los textos seleccionados, los investigadores intentaron efectuar un rescate histórico del funcionamiento de la mentalidad humana, al determinar que los registros de la Edad del Bronce (2.500 a 1.000 a. C.) son estructuralmente similares a los relatos orales de los niños alfabetizados y de los adultos con diagnóstico de psicosis actuales. Esta semejanza implica una estructura repetitiva del discurso, una característica del lenguaje oral que se modifica con la educación formal. “Esto sugiere que la educación formal impacta en la maduración cognitiva de los pensamientos de los seres humanos desde hace miles de años”, dice Mota. Según ella, esta estructura de repetición del discurso también aparece en el habla de los individuos que pierden la capacidad de ordenar sus propios pensamientos, como es el caso de los pacientes diagnosticados con esquizofrenia. “Trabajamos con la hipótesis de que distintos tipos de registro conducen a tipos de discursos diferentes. Y esto, a su vez, influye posteriormente sobre la cognición”, explica Ribeiro.
Durante la Era Axial (800 a 200 a. C.), un período de la historia antigua que se caracterizó por una expansión del conocimiento en distintas áreas de África y Eurasia, la mentalidad humana maduró, según sugieren los resultados de la investigación. “En aquella época, el desarrollo cognitivo del pensamiento humano se volvió más articulado, algo manifiesto en la literatura del período, que pasó a incluir relatos más complejos”, sostiene Mota, quien incluso afirma que fue durante ese período que la mentalidad se consolidó en su formato actual, es decir fue en ese entonces que adquirió capacidad reflexiva y argumentativa.
Ribeiro explica que el estudio buscó probar las hipótesis formuladas por el psicólogo estadounidense Julian Jaynes (1920-1997), quien sostenía que la autoconciencia humana reflexiva, aquella que funciona como un yo narrador en diálogo introspectivo, es una habilidad reciente, adquirida durante la Era Axial. “Jaynes sostenía que antes de ese período los pensamientos humanos eran concebidos como una realidad externa, es decir, se los habría considerado como manifestaciones de los espíritus. Las personas no pensaban que hablaba consigo mismas, sino con entidades”, sostiene.
Helô SanvoyAsimismo, el estudio demuestra que, cuando los niños se alfabetizan, reproducen el trayecto recorrido por la especie humana hasta adquirir las formas de conciencia contemporáneas. Es decir, el aprendizaje de los niños actuales alcanza en un período de 12 años una estructura discursiva que tardó 4.500 años en madurar. Para arribar a esta conclusión, el estudio también incluyó la recopilación de relatos orales de niños y adolescentes de diferentes niveles de escolaridad durante el proceso de alfabetización escolar. “La posibilidad de incorporar la memoria social en los libros contribuye al desarrollo de un discurso con una estructura más extensa y menos repetitiva, puesto que ya no es necesario memorizar los detalles de la historia, tal como ocurre en el caso de las tradiciones orales, por ejemplo, entre las poblaciones amerindias”, compara Ribeiro, quien aclara que, para ser eficaz, el uso de la oralidad al servicio de resguardar la cultura de un pueblo necesita valerse de la repetición de vocablos en la estructura de las frases.
En este sentido, otro de los hallazgos del trabajo tiene que ver con las culturas amerindias. Según Ribeiro, entre las poblaciones con tradición oral, los individuos parecen haber adquirido complejidad y un grado mayor de repetición de palabras en tramos breves de frases, algo relacionado con la necesidad de memorizar los vocablos. “El desarrollo del discurso está asociado a la cultura de los individuos. Si esta fuera es oral, el discurso se desarrolla hacia la repetición de palabras incluso en partes cortas del enunciado. En las culturas que han desarrollado la escritura, esta tendencia a reiterar vocablos se espacia más, en tanto y en cuanto no se necesita utilizar tanto la memoria funcional”, compara. Los resultados no corroboran los argumentos que aluden a una inferioridad del discurso oral de las culturas amerindias en comparación con el habla letrada, subraya Ribeiro. “Sus trayectorias madurativas presentan estructuras disímiles. Mientras que en el medio alfabetizado los individuos necesitan varios años de instrucción para aprender a hablar con recursividad de larga distancia, o sea, repitiendo un mismo término solamente después de muchas otras palabras, las poblaciones indígenas necesitan años de entrenamiento para aprender a hablar con recursividad de corta distancia, es decir, repitiendo un mismo vocablo después de pocas palabras. Las culturas amerindias son orales y el empleo exacerbado de la memoria operativa propicia el desarrollo de construcciones lingüísticas repetitivas”, añade el neurocientífico.
El antropólogo Antonio Guerreiro, de la Universidad de Campinas (Unicamp), explica que una gran parte de los estudios recientes sobre las tradiciones orales indígenas se concentra en las cuestiones lingüísticas y socioculturales, mientras que el trabajo coordinado por Ribeiro se ocupa de los aspectos no semánticos y estructurales que involucran a algunos géneros verbales de esas sociedades. Según Guerreiro, la investigación indica que en los datos de las tradiciones orales amerindias analizadas se encuentran propiedades formales similares a las halladas en los discursos provenientes de otros grupos de la población, entre ellos, los niños no alfabetizados no amerindios. “A pesar de compartir estas propiedades, el estudio no rebaja las artes verbales indígenas al grado de elementales e inferiores a otras formas discursivas, ya que dichas artes son extremadamente variadas, valoradas y altamente complejas”, subraya. A juicio de Guerreiro, estos hallazgos abren posibilidades de investigación acerca de los impactos actuales de la escritura sobre las tradiciones orales indígenas y el modo de pensar de esas poblaciones. “La metodología desarrollada permitiría estudiar el impacto de la introducción de la escritura en las sociedades amerindias a partir de la comparación con sus efectos en otras sociedades en el transcurso del tiempo”, pondera. “Las investigaciones que incluyen el mapeo del discurso a través de grafos han proliferado en los últimos años y se muestran prometedoras como ayuda al diagnóstico en el área clínica, como así también para contribuir con la investigación aplicada y básica en campos tales como la educación y la neurociencia”, sostiene Mota.
Al enterarse de los resultados del estudio, el lingüista Luiz Carlos Cagliari, del Departamento de Lingüística de la Facultad de Ciencias y Letras de la Universidade Estadual Paulista (Unesp), en su campus de la localidad de Araraquara, sostiene que esta es una disciplina nueva y que el diálogo entre las investigaciones las áreas de la lingüística y la neurociencia aún es escaso. Los científicos suelen trabajar en forma independiente. Por eso, los análisis de ambos campos del conocimiento no siempre consiguen sacar provecho de los buenos resultados obtenidos por los profesionales que trabajan con los dos temas”, explica. En este sentido, Cagliari plantea algunas contradicciones y la primera de ellas tiene que ver con la Edad Axial. “En esa era, se produjeron muchos textos largos basados en la elaboración mental de referencias complejas y no solamente a causa de la memorización del discurso fuera de la mente y con la ayuda de la escritura. El lenguaje escrito surge necesariamente de la mente de alguien que, previamente, ha elaborado el texto en el lenguaje oral. Tan solo transforma un pensamiento en un recuerdo fuera de la mente”, señala.
Helô SanvoyCagliari considera que la escritura es un relato reduccionista en comparación con el lenguaje oral, y sirve a propósitos sociocontextuales convenientes para la finalidad de su uso. “El lenguaje es principalmente oral y, como tal, es mucho más de lo que la evolución de la escritura puede revelar. Tan solo en el uso oral se moviliza plenamente el lenguaje”, reflexiona. Según el lingüista, todos los seres humanos pasan por un proceso de adquisición del lenguaje similar. “A medida que crecen, su lenguaje oral se va enriqueciendo, el uso de la mente se sofistica y, como consecuencia de ello, también sucede lo propio con el pensamiento”, especifica.
Otro punto controvertido es la idea de que los vocablos repetidos son recursos de memorización del lenguaje. “Las estructuras lingüísticas con rima o ritmo metrificado no ayudan a la memorización. La prosa siempre se ha usado en el teatro, desde la antigüedad clásica, con los griegos. Cuando un actor memoriza un texto en prosa, se guía más por la lógica de la redacción que por la secuencia de las palabras. Cuando además necesita respetar una métrica, el trabajo de la memoria se sobrecarga”, concluye.
Aunque la línea de investigación con grafos no semánticos de palabras está logrando buena aceptación entre algunos lingüistas, Ribeiro resalta que las conclusiones del estudio actual no están consensuadas, puesto que representan nuevos enfoques, basados en estudios en el campo de la matemática y no de la lingüística.
Proyecto
Centro de Investigación, Innovación y Difusión en Neuromatemática – NeuroMat (nº 13/07699-0); Modalidad Centros de Investigación, Innovación y Difusión (Cepid); Investigador responsable Jefferson Antonio Galves (USP); Inversión R$ 28.209.502,86
Artículo científico
PINHEIRO, S. et al. The history of writing reflects the effects of education on discourse structure: Implications for literacy, orality, psychosis and the Axial Age. Trends in Neuroscience and Education. v. 21. dic. 2020.