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MEDIO AMBIENTE

Brasil arroja al mar 3.440.000 toneladas anuales de residuos plásticos

Estudios revelan el impacto de las bolsas, las botellas PET, las pajitas y otros materiales poliméricos sobre los organismos y los ecosistemas marinos

Los plásticos contaminan el Mar de China Meridional, frente a las costas de Vietnam

Dukas / Universal Images Group vía Getty Images

Desde las grandes acumulaciones de basura visibles en la superficie hasta el lecho más profundo del océano, el plástico está presente en todas partes en el medio marino. Se estima que se han acumulado entre 86 y 150 millones de toneladas (t) de este material, en sus innumerables formatos, composiciones y tamaños, que pueden tardar siglos en descomponerse. Solo Brasil descarta potencialmente en el ambiente 3,44 millones de t de bolsas plásticas, botellas PET, pajitas, envases de champú y de poliestireno expandido cada año, según un estudio dado a conocer recientemente por el proyecto Blue Keepers, realizado por el Pacto Mundial de las Naciones Unidas (ONU) en Brasil. Como su uso es relativamente reciente ya que solo se popularizó después de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), intensificándose a partir de la década de 1970, muchos de sus efectos sobre los organismos y los ecosistemas todavía se desconocen, especialmente los de las partículas más pequeñas. Pero existe un conjunto sólido de pruebas que apunta importantes y graves consecuencias.

En el marco de la Conferencia sobre los Océanos, organizada por la ONU a finales de junio en Lisboa, se hizo hincapié en la contaminación marina con plásticos. Los expertos han puesto de relieve su vínculo con el cambio climático, ya que el 4,5 % de las emisiones de carbono se relaciona con la producción y el desechado de materiales poliméricos, por ejemplo, como resultado de la lenta descomposición química de la basura arrojada al mar. “Nuestros océanos se encuentran en un estado crítico y se hace necesario realizar múltiples intervenciones”, dijo el Secretario de Estado para el Cambio Climático y el Medio Ambiente de Suecia, Anders Grönvall, en el acto de apertura de uno de los eventos de la conferencia que apuntó al abordaje del desarrollo de innovaciones tendientes a contrarrestar este tipo de contaminación. “No podemos ignorar que los plásticos constituyen la mayor parte de la basura marina. El 80 % de los residuos plásticos que se encuentran en el océano tiene origen terrestre y está previsto que se triplicarán hacia 2040 de no mediar acciones significativas”.

La ONU ha declarado al período 2021-2030 como la Década de la Ciencia Oceánica para el Desarrollo Sostenible, o Década de los Océanos. Aunque lo más preocupante es la contaminación provocada por plásticos, el medio ambiente marino también acusa el impacto de otras fuentes de polución, tales como los derrames de petróleo y el vertido de residuos de la minería y de efluentes industriales y aguas cloacales domiciliarias sin tratamiento.

En el primer semestre de este año, la organización no gubernamental (ONG) internacional WWF dio a conocer un informe elaborado por el Instituto Alfred Wegener – Centro Helmholtz para la Investigación Polar y Marina, de Alemania, con una conclusión desalentadora. Aunque toda la contaminación con plásticos cesara hoy, el nivel de microplásticos (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 281), aquellos cuyo tamaño no supera los 5 milímetros (mm), se duplicaría en los océanos de aquí a 2050. Esto ocurriría porque los plásticos existentes en ese ambiente se van rompiendo en fragmentos cada vez más pequeños, sin que se modifique su estructura principal. El documento realiza una revisión de 2.592 estudios científicos que abordan el impacto de este tipo de contaminación en las especies, la biodiversidad y los ecosistemas marinos. Decenas de artículos citados tienen como autores a científicos brasileños.

“En algunas épocas del año hay más microplásticos que larvas de peces en suspensión en el agua junto al plancton”, comenta el ecólogo marino Mário Barletta, de la Universidad Federal de Pernambuco (UFPE), quien firma al menos 10 de los artículos mencionados en el informe. Experto en ecología de estuarios, Barletta estudia el ambiente acuático de transición entre el río Goiana, en la zona norte de Pernambuco, y el océano. “He tomado este estuario como referencia para explicar el fenómeno para todos los estuarios tropicales. Y eso que este sitio está bastante bien preservado”.

Léo Ramos Chaves / Revista Pesquisa FAPESPCon el paso del tiempo, el plástico se degrada en el mar en pequeños fragmentosLéo Ramos Chaves / Revista Pesquisa FAPESP

Uno de sus artículos, publicado en 2019 en la revista Science of the Total Environment, describe una transferencia de la contaminación con microplásticos dentro de la red trófica, a partir del material hallado en el estómago de un róbalo. En los distintos ecosistemas, a la secuencia de organismos que sirven de alimento unos a otros (“quién se come a quién”) se le llama cadena alimentaria. La interacción de las diversas cadenas alimentarias de un ecosistema se denomina red trófica.

“Hallamos una presa muy bien conservada en el interior del pez y, cuando abrimos esta presa, había microplásticos. Este hallazgo sugiere que los depredadores superiores, como en el caso de los róbalos y las merluzas, se están contaminando no solo con los microplásticos del ambiente, sino también con los de sus presas, otros peces, que ya están contaminados. Es algo mucho más serio”.

Algunos científicos proponen utilizar ciertos animales marinos, como los mejillones y las ostras, como monitores o bioindicadores de la calidad del medio acuático y de los posibles riesgos que presenta el plástico para la seguridad alimentaria humana. “Estos animales son filtradores. Poseen un órgano llamado branquia que funciona como una red que filtra el agua del mar para poder comer lo que queda allí. Acaban consumiendo plásticos y este material se almacena en su interior por un período determinado de tiempo. Podríamos utilizarlo como un indicador indirecto de lo que hay en el ambiente”, explica el biólogo Alexander Turra, del Instituto Oceanográfico de la Universidad de São Paulo (USP) y coordinador de la cátedra Unesco para la Sostenibilidad de los Océanos.

Uno de los artículos en los que Turra es coautor es un trabajo realizado merced a un convenio internacional, con colaboradores de China, Noruega y otros países para recolectar moluscos bivalvos en la naturaleza y en los mercados con la finalidad de evaluarlos para ese posible uso doble (como bioindicador ambiental y para la seguridad alimentaria). “Estamos trabajando en seis subproyectos en distintos lugares, entre ellos, las costas de los estados brasileños de Paraná y São Paulo, en Australia y en los océanos Atlántico y Pacífico”. Este último se lleva a cabo con la colaboración de la iniciativa Voz dos Oceanos [La voz de los océanos], de la familia Schurmann, y cuenta con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma). Los Schurmann son una familia de navegantes brasileños apasionados por los mares que van por su cuarta vuelta al mundo a bordo de un velero.

Phil Clarke Hill/Corbis via Getty ImagesPalanganas, botellas y bolsas contaminan la playa de Botafogo, en Río de JaneiroPhil Clarke Hill/Corbis via Getty Images

Además de la cantidad de elementos, los científicos han podido observar el tipo y el origen del material en el interior de esos organismos. “En el fondo de la bahía de Paranaguá, en Paraná, hallamos muchos residuos producto de la degradación de neumáticos, provenientes de los camiones que circulan por la Estrada da Graciosa, una carretera que atraviesa la Serra do Mar. Esta huella digital de los tipos y las cantidades de plásticos varía de un sitio a otro”, explica Turra. En São Paulo, según él, puede encontrarse una mayor cantidad de fibras asociadas a las prendas de vestir sintéticas, que se desprenden con el lavado y llegan al mar debido a la escasa recolección e ineficiencia en el tratamiento de las aguas residuales.

Sin embargo, las zonas costeras no son las que presentan mayores cantidades de partículas microplásticas, aunque sí son las que registran la mayor cantidad de elementos de más de 5 mm, que según algunas clasificaciones ya se denominan macroplásticos. Conforme a los estudios citados en el informe de la WWF, el lecho marino podría albergar incluso mayores concentraciones que las de los grandes giros oceánicos, sitios donde las corrientes suelen acumular la basura, formando enormes manchones flotantes. Poco y nada se sabe al respecto de la distribución y la concentración de los nanoplásticos, los fragmentos con dimensiones inferiores a 0,1 micrones (el equivalente a 1 milésima de mm), invisibles a simple vista y capaces de ingresar al torrente sanguíneo.

En el caso de los plásticos algo mayores, los investigadores sugieren la observación de diversas especies de animales como indicadores de contaminación. En un artículo publicado en 2016 en la revista Ecological Indicators, el biólogo Leonardo Lopes Costa, de la Universidad Estadual del Norte Fluminense (Uenf) y otros colegas sostienen que los nidos construidos por el alcatraz pardo (Sula leucogaster) podrían cumplir esa función. El 61 % de los nidos analizados en dos archipiélagos ubicados frente a Arraial do Cabo y Macaé, en el norte del estado de Río de Janeiro, incluía en su composición basura que reflejaba la cantidad de plástico y material de pesca en las aguas circundantes. “Sabemos que estas aves utilizan plásticos como material de nidificación [para la construcción del nido], pero todavía no sabemos las consecuencias de esto para los polluelos y para los adultos. Tampoco sabemos si les sirve para otro propósito, como el cortejo reproductivo”, dice Lopes Costa.

El investigador de la Uenf incluso pudo comprobar otro uso inusitado del plástico por la fauna marina en las playas del sudeste brasileño, al constatar que el cangrejo fantasma del Atlántico (Ocypode quadrata) introduce a propósito en sus madrigueras fragmentos de este material, especialmente los más maleables, tales como pajitas, cuerdas y esponjas. “Verificamos que la tasa de ocupación era más del doble en las cuevas que contenían basura que en las que no tenían. Aquellas que no tenían basura, por lo general, habían sido abandonadas por los cangrejos. Nuestra hipótesis, que aún debemos verificar, indica que estos invertebrados utilizan el plástico como marca de localización, ya que algunos estudios sugieren que esta especie tiene cierta fidelidad por sus madrigueras. A este comportamiento se lo denomina homing”.

Fabio ColombiniCuerdas, bolsas y otros tipos de basura descartados en tierra repercuten en el bienestar de la fauna marinaFabio Colombini

Si bien la interacción de las especies marinas con el material plástico no siempre tiene consecuencias negativas, varios científicos están estudiando los efectos nocivos para animales y otros organismos, tales como lesiones o muerte, reducción de la movilidad y alteraciones en el consumo de alimentos y de la función celular. Un efecto negativo importante de los plásticos se produce tras su ingesta. Este material puede bloquear el sistema digestivo, causando lesiones internas y generando una falsa sensación de saciedad, alterando o disminuyendo el patrón de consumo de alimentos y, por ende, impactando negativamente en el crecimiento, en la respuesta inmunitaria, en la fertilidad y en la reproducción.

El médico veterinario Gustavo Rodamilans de Macedo, doctor en ciencia animal tropical y coordinador del Projeto Baleia Jubarte [Proyecto Ballena Yubarta], en Bahía, realizó necropsias a 45 tortugas marinas halladas muertas entre 2006 y 2007 en la costa norte de ese estado brasileño y publicó un artículo en donde describe que en el 60 % de ellas se encontraron restos de basura, principalmente de origen pesquero.

“En las tortugas, la ingestión de residuos, tales como bolsas plásticas, tapitas de botellas, precintos o trozos de sedal de pesca, puede causar compresión, perforación del estómago, úlceras y acumulación de gases. Este es el tipo de interacción que más vemos, especialmente en las tortugas verdes [Chelonia mydas], que se alimenta de algas. Y hay mucha basura junto a las algas”, dice el veterinario, quien trabajó durante más de 15 años en el proyecto Tamar, de conservación de las tortugas marinas. “En el curso de mis estudios he comprobado que es necesario analizar todo el tracto digestivo para verificar la interacción del animal con la basura. Estadísticamente, si uno toma una tortuga y solo analiza el estómago y el esófago, no se puede determinar nada. En la mayoría de los casos, el plástico se encuentra en el intestino grueso”.

El biólogo Robson Henrique de Carvalho, doctor en ecología por la Universidad Federal de Juiz de Fora (UFJF), también publicó un artículo sobre la ingesta de basura por las tortugas marinas, pero solo en el litoral fluminense. En ese estudio, en el 39 % de los 23 animales de 5 especies diferentes hallados muertos en 2011 o a punto de morir en las playas de Búzios y Cabo Frio se hallaron desechos marinos en su interior.

De Carvalho y sus colegas estiman que la ingestión de residuos es la causa principal de mortalidad de muchas tortugas marinas en Brasil, pero dicen que es necesario realizar más estudios. “Varios investigadores, institutos e incluso empresas que monitorean las playas recurren a la metodología de practicar la necropsia de los animales y comprobar si tienen o no basura en su tracto digestivo, pero por lo general estos datos no se publican. Tenemos muchos más datos, pero escasas publicaciones en revistas científicas”.

Los científicos hacen hincapié en la importancia de contabilizar y analizar los datos sobre los residuos plásticos con miras a identificar el origen y las consecuencias del problema, a los efectos de contribuir con el diseño de políticas públicas centradas en esta cuestión. “Se trata de un problema complejo, con varias fuentes y muchas posibilidades de intervención complementarias”, señala Turra. “Solo tendremos éxito si logramos unificar a los diferentes actores de la sociedad y creamos las condiciones necesarias que conduzcan a una transformación hacia un planeta libre de basura en el mar”.

Fabio ColombiniLos manglares de Guarujá, en la costa de São Paulo: un ecosistema en peligroFabio Colombini

Según el investigador, aunque el Ministerio de Medio Ambiente no está cumpliendo con su función de coordinar este frente en Brasil, algunos estados del país están cubriendo ese vacío. “El estado de São Paulo ha incorporado la cuestión de la basura en el mar mediante políticas públicas estaduales y está trabajando para hacer frente a este problema”, destaca Turra. Junto a la Secretaría de Infraestructura y Medio Ambiente de la gobernación paulista, el Instituto Oceanográfico de la USP, en colaboración con el Fondo Brasileño para la Biodiversidad (Funbio) y la embajada de Noruega, ha implementado el Plan Estratégico de Monitoreo y Evaluación de la Basura en el Mar (Pemalm). “Una de las metas de este plan consiste en generar indicadores para que podamos comprender el problema y monitorear los avances. La otra es desarrollar acciones configuradas en función de los distintos frentes de actuación que el Estado puede asumir”.

El equipo del Pemalm, cuya implementación comenzó en São Paulo en enero de este año, alimenta la plataforma de indicadores con los datos relacionados con la generación de basura, la gestión de los residuos, el volumen de reciclado y la cantidad de basura hallada en las playas y otros ambientes marinos, así como los efectos económicos y ecológicos de ello. Otros cinco estados brasileños adoptarán el mismo abordaje: Amapá, Ceará, Bahía, Río de Janeiro y Paraná.

Entre los ecosistemas claves más amenazados por los plásticos se encuentran las áreas de los arrecifes de coral y los manglares, advierten los investigadores. Ambos prestan servicios vitales al planeta, entre ellos el mantenimiento de la productividad pesquera y de la biodiversidad. Un artículo publicado en 2010 en la revista Marine Pollution Bulletin dio a conocer los resultados de una investigación en la cual se evaluaron ocho áreas de manglares en São Vicente, en la costa del estado de São Paulo.

“Para la basura hemos empleado el mismo método de muestreo que se utiliza para dimensionar a los organismos vivos y la densidad forestal”, dice la bióloga Tânia Marcia Costa, del Instituto de Biociencias de la Universidade Estadual Paulista (Unesp), campus del Litoral Paulista. “En términos de densidad por metro cuadrado, el plástico predomina; es decir, ocupa más espacio. Cuando evaluamos el peso [de los residuos sólidos], apreciamos una diferencia, porque hemos hallado mucha madera. Esto se explica porque la región que rodea a las islas de los manglares está asociada a una amplia zona de favela, construida sobre palafitos de madera”. Como la madera se degrada rápidamente, su impacto ambiental no es tan grave, sostiene el estudio.

Costa subraya la importancia de entender el papel de cada contaminante en los ecosistemas. “Las zonas de manglares, que son sumideros de carbono, se caracterizan por una constante deposición de sedimentos y los animales se alimentan de lo que se ha depositado allí. Por consiguiente, los microplásticos representan un problema mucho más grave, aunque los macroplásticos también generan preocupación”.

El informe de la WWF subraya que el problema del plástico en el mar no debe considerarse en forma aislada. Otras amenazas de origen humano se suman a los residuos poliméricos, entre ellas el aumento de la temperatura del agua, la sobrepesca, la acidificación de los océanos, la destrucción y fragmentación de hábitats y la navegación y la contaminación sonora submarina, así como la que generan otros contaminantes químicos. Lo más importante que puede hacerse, sostiene el documento, como así también los científicos brasileños entrevistados, es evitar los residuos plásticos en el medio ambiente, mediante la reducción de la producción de este material.

Proyectos
1.
Promoción de la planificación del espacio y la conservación de las playas mediante un enfoque ecosistémico (nº 18/19776-2); Modalidad Programa Biota; Investigador responsable Alexander Turra (USP); Inversión R$ 243.097,61.
2. Mejora del biomonitoreo de microplásticos en las playas mediante abordajes de campo y de laboratorio. Efectos de la variabilidad a corto plazo en el diseño de los programas de seguimiento (nº 22/01345-02); Modalidad Beca de Doctorado en el Exterior; Investigador responsable Alexander Turra (USP); Beneficiaria Marília Nagata Ragagnin; Inversión R$ 118.482,42.

Artículos científicos
FERREIRA, G. V. B. et al. Use of estuarine resources by top predator fishes. How do ecological patterns affect rates of contamination by microplastics? Science of The Total Environment. v. 655, p. 292-304. 10 mar. 2019.
LI, J. et al. Using mussel as a global bioindicator of coastal microplastic pollution. Environmental Pollution. v. 244, p. 522-33. ene. 2019.
TAVARES, D. C. et al. Nests of the brown booby (Sula leucogaster) as a potential indicator of tropical ocean pollution by marine debris. Ecological Indicators. v. 70, p. 10-4. nov. 2016.
COSTA, L. L. et al. Evidence of marine debris usage by the ghost crab Ocypode quadrata (Fabricius, 1787). Marine Pollution Bulletin. v. 128, p. 438-45. mar. 2018.
MACEDO, G. R. et al. Anthropogenic debris ingestion by sea turtles in the northern coast of Bahia, Brazil. Ciência Rural. p. 1938-41. nov. 2011.
DE CARVALHO, R. H. et al. Marine debris ingestion by sea turtles (Testudines) on the Brazilian coast: An underestimated threat? Marine Pollution Bulletin. v. 101, p. 746-9. 30 dic. 2015.
CORDEIRO, C. A. et al. Evaluation of solid residues removed from a mangrove swamp in the Sao Vicente Estuary, SP, Brazil. Marine Pollution Bulletin. v. 60, p. 1762-7. 2010.

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