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Trayectorias

Bullying en las escuelas del área de la salud

La práctica de la violencia interpersonal durante la carrera universitaria puede conducir a la depresión y al abandono de los estudios

Anna Cunha

Estudios internacionales realizados a partir de la década de 1990 demuestran que la violencia interpersonal, aquella que ocurre entre dos o más personas, surge como una práctica cotidiana usual en la educación superior en el área de la salud, y se registra con mayor frecuencia en las carreras de grado de medicina. Las actitudes que involucran discriminación, persecución y bullying se erigen como los principales eventos que se constatan en el transcurso de la formación médica, con efectos perniciosos sobre el rendimiento académico y comprometiendo la conducta profesional de los estudiantes, lo que puede llegar a verse reflejado incluso en la calidad de atención a los pacientes.

“En Brasil, si bien existen estudios sobre trastornos mentales, depresión, calidad de vida y agotamiento físico y emocional entre los estudiantes de medicina, aún son escasos los estudios acerca de las prácticas de bullying, maltrato y otras formas de abuso durante la carrera médica”, explica Maria Fernanda Tourinho Peres, del Departamento de Medicina Preventiva de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (FM-USP). A partir de la investigación que se llevó a cabo en 2013 con 317 alumnos de la facultad, Tourinho Peres pudo verificar que la sobrecarga de actividades, la cantidad excesiva de horas de estudio y el contacto con las enfermedades y la muerte de pacientes pueden conducir a cuadros de depresión, propiciar comportamientos agresivos y la práctica de bullying, haciendo que las víctimas de esos actos se sientan insatisfechas con la elección profesional y pasen a considerar incluso el abandono de la carrera. “Esa situación llegó hasta mí a través de un grupo de alumnos de la facultad, dado que eran comunes los relatos de angustia entre los compañeros de comisión”, recuerda.

El impacto del bullying en la formación de los profesionales del área de la salud fue el tema del artículo intitulado “Perceived bullyng among internal medicine residents”, que salió publicado el pasado mes de agosto en el periódico Journal of the American Medical Association. El artículo, que se basa en un estudio realizado en 2016 por el American College of Physicians –una de las principales organizaciones médicas de Estados Unidos–, reunió respuestas entre aproximadamente 24 mil residentes de medicina de todo el país y revela que el 13% de los encuestados relataron haber padecido situaciones opresivas desde el comienzo de la capacitación en residencia médica. Entre las actividades más frecuentes figuran el acoso verbal (un 80%), el acoso físico (un 5,3%) y el acoso sexual (un 3,6%). Las consecuencias más citadas por los entrevistados fueron agotamiento, depresión y merma en el rendimiento académico durante la residencia médica.

Tensión en la academia
Las distintas formas de bullying en las carreras universitarias del área de la salud

La violencia interpersonal y sus configuraciones
La relación veterano-novato

– Las burlas y humillaciones durante la recepción de los nuevos estudiantes que pueden llegar a perdurar durante toda la carrera

La relación docente-alumno
– Desmoralización y exposición relacionada con el desempeño académico de los graduandos

La violencia interpersonal y sus pretextos
– Discriminación por la apariencia física, el modo de vestirse o de hablar, entre otros factores
– Discriminación relacionada con la clase social y la etnia
– Discriminación sexual y/ o de género: actitudes y comentarios misóginos, sexistas y homofóbicos

“El bullying involucra relaciones de poder y, en la mayoría de los casos, emana de aquellos que se consideran más fuertes, ya sea por cuestiones emocionales, sociales o incluso físicas”, explica Zila Sánchez, del Departamento de Medicina Preventiva de la Escuela Paulista de Medicina de la Universidad Federal de São Paulo (EPM-Unifesp) y coordinadora del Programa de Posgrado en Salud Colectiva de la misma institución. A pesar de que los estudios sobre el bullying se centran mayormente entre los alumnos de la educación básica, la investigadora sostiene que ese conocimiento puede extrapolarse para el ámbito de la formación médica. “La agresión física y verbal, la desvalorización, los chismes y el racismo son elementos comunes en ambas etapas de la educación”, dice.

Ella también hace hincapié en el concepto de bullying que, según ella, acabó por utilizarse para definir, erróneamente, a diversas situaciones de violencia interpersonal. Sin embargo, el bullying presupone una relación opresiva entre pares, es decir, ocurre en forma reiterada entre individuos de un grupo social determinado, tal como es el caso de los alumnos de una misma carrera, por ejemplo. “En tanto, los eventos que ocurren entre un docente y un alumno se consideran acoso, justamente porque involucran a agentes con diferentes posiciones jerárquicas dentro de la institución”, explica.

El rol de la institución
Los relatos de discriminación, bromas pesadas, los casos de abuso sexual y el consumo excesivo de bebidas alcohólicas en las fiestas universitarias son viejos conocidos en las carreras del campo de la salud. Sin embargo, era poco lo que se hacía para investigar la incidencia de los abusos en la vida cotidiana de los estudiantes. “En las facultades cunde cierta tendencia a minimizar este tipo de problemas”, dice Lúcia Cavalcanti de Albuquerque Williams, del Departamento de Psicología de la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar). Para ella, las justificaciones adoptadas parten de la propia cultura de formación de los profesionales del área, afianzadas por ideas preconcebidas que aluden a vicios puntuales y a que eso habría sido siempre así.

“En las facultades de medicina existe una poderosa estructura jerárquica de poder, porque el individuo más avanzado supervisa el aprendizaje del novato y eso acaba generando relaciones de opresión”, dice Paulo Saldiva, del Departamento de Patología de la FM-USP y director del Instituto de Estudios Avanzados (IEA-USP), quien llama la atención sobre el hecho de que esas facultades son instituciones centenarias, que mantienen cristalizadas prácticas pretéritas que no pueden soslayarse en el contexto actual. “Las bromas universitarias, por ejemplo, forman parte de esa tradición y se fueron tornando más violentas con el paso del tiempo. Al cabo, fue necesario plantear un debate público”, recuerda.

Saldiva, quien en 2014 fue designado para presidir una comisión que investigó la cantidad creciente de denuncias de violencia, maltrato y abuso sexual entre los estudiantes de la FM-USP, notó que había poco margen para la discusión de esa temática dentro de la institución al oír del rector de la escuela el argumento de que los problemas se resolverían internamente, empero, sin garantías concretas. El caso adquirió mayor proyección a partir de la apertura de una investigación civil a cargo de la Fiscalía de Derechos Humanos e Inclusión Social del Ministerio Público y de la conformación de una Comisión Parlamentaria de Investigación implementada en la Legislatura del Estado de São Paulo para averiguar al respecto de las violaciones de los derechos humanos en las facultades paulistas. “Es menester recordar que este no es un problema exclusivo de la USP, y que también salpica a otras carreras universitarias”, dice.

Para Saldiva, la creación de movimientos estudiantiles en los últimos años, tales como los colectivos que discuten sobre cuestiones de género, etnia u orientación sexual, por ejemplo, han servido como red de ayuda a las víctimas que padecieron situaciones de violencia física o psicológica dentro de las instituciones. “Creo que hubo una mejora luego de esa crisis. La instauración de una defensoría para recepcionar este tipo de denuncias y las campañas de prevención lograron reducir la cantidad de casos”.

Más allá de la relación entre veteranos y novatos, la presencia del acoso también se advierte en el trato entre docentes y alumnos. “La intimidación en el aula por parte del profesor puede repercutir en la constitución de la identidad profesional del médico, así como en la de cualquier otro profesional”, explica Marta Angelica Iossi Silva, de la Escuela de Enfermería de Ribeirão Preto de la USP. En general, los actos de violencia por parte del cuerpo docente surgen bajo la forma de amenazas de reprobación, humillaciones, imposición de tareas con fines punitivos o incluso comentarios negativos y desalentadores sobre el área de actuación profesional.

“El interés de los investigadores del área de la salud al respecto de la violencia en el ámbito académico ha logrado que las instituciones tomen consciencia de este problema”, dice Matheus Francoy Alpes, fonoaudiólogo y exalumno de la Facultad de Medicina de Ribeirão Preto (FMRP-USP). En su trabajo de maestría concluido en 2018 en la propia FMRP, Francoy Alpes elaboró una escala con 56 situaciones de violencia interpersonal relacionadas fundamentalmente con la discriminación social, las características personales y el rendimiento académico. Los datos fueron recabados mediante entrevistas con 132 alumnos y 32 docentes de las siete carreras que se cursan en la institución: medicina, ciencias biomédicas, fisioterapia, fonoaudiología, informática biomédica, terapia ocupacional y nutrición. “Quedó en evidencia que había muchos casos de bullying. Sin embargo, no se tomaban medidas efectivas para combatirlos”, comenta Francoy Alpes.

Según el investigador, hay múltiples factores que propician la práctica del bullying en la educación superior, que frecuentemente están relacionados con aspectos culturales, históricos y familiares. “El ingreso a la universidad coincide con la etapa final de la adolescencia, en la que el alumno se enfrenta a varios desafíos para adaptarse a los nuevos retos de la vida como adulto”, analiza. Luego de defender su tesina, la FMRP-USP oficializó por medio de un anuncio la creación de una Comisión de Derechos Humanos con la finalidad de brindarles amparo y orientación a las víctimas de violencia de la facultad, aparte de la tarea de investigar los casos denunciados. Como uno de los integrantes de ese grupo, Francoy Alpes celebra el hecho que, desde entonces, los casos vienen disminuyendo a partir de las campañas de concientización. “Resulta más fácil combatir el bullying cuando se lo puede debatir oficialmente en el ámbito académico”.

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