Imprimir Republish

Difusión

Ciencia entre tragos de cerveza

Con eventos en 85 ciudades, Brasil cobró relieve en el Pint of Science, un festival que ocurre en 24 países

En el Delirium Café, en São Paulo, el festival tuvo presentaciones

Léo Ramos Chaves

En la penúltima semana de mayo, bares de 85 ciudades brasileñas ofrecieron a sus clientes un programa insólito: en lugar de música en vivo, la atracción estaba constituida por investigadores de diversos campos del conocimiento, que presentaban sus trabajos y contestaban a preguntas de los habitués, entre tragos de cerveza. Era el festival Pint of Science, creado en el Reino Unido en 2013 y actualmente realizado en simultáneo en 24 países tales como España, Tailandia, Canadá, Estados Unidos y Costa Rica; pero en ninguno de ellos el evento se diseminó por tantas ciudades como en Brasil. La violencia urbana, los juegos digitales, arqueología, lenguas indígenas y comunicación fueron algunos de los múltiples temas abordados en el festival. Buena parte del público está formado por legos. “Llevarles información científica a personas que no están familiarizadas con la ciencia es uno de nuestros objetivos”, explica la bióloga Natalia Pasternak Taschner, coordinadora nacional do festival.

El día 22, un miércoles lluvioso y de tránsito intenso en São Paulo, decenas de personas llegaron antes de las 19h al bar Tubaína, en el barrio de Bela Vista, para escuchar charlas sobre exoplanetas y la formación del Universo. El sitio estaba repleto, quienes no consiguieron lugar, trataron de oír desde el lado de afuera, en la acera. Rogério Rosenfeld, vicepresidente de la Sociedad Brasileña de Física y profesor de la Universidade Estadual Paulista (Unesp), y Adriana Valio, coordinadora de posgrado en ciencias y aplicaciones geoespaciales de la Universidad Mackenzie, hablaron sobre la expansión del Universo y  sobre planetas en otras galaxias. Hasta los camareros pararon para escuchar. “Quería saber más sobre las estrellas enanas y el Universo, y finalmente pude entender mejor ese asunto, que parece muy complejo”, relata la abogada Paula Silva, de 28 años.

En el Delirium Café, en el barrio de Pinheiros, en São Paulo, los temas abordados eran múltiples: equipos de investigadores de diversas áreas –de la física cuántica a la ciencia del deporte, pasando por vulcanología y cambio climático– se propusieron, las noches de los días 21 y 22, a peregrinar de mesa en mesa y contestar a todo tipo de pregunta. “Fue maravilloso conversar sobre ciencia en un bar lleno”, comenta el físico Paulo Artaxo, del Instituto de Física de la Universidad de São Paulo (USP), uno de los participantes.

Léo Ramos Chaves En el Delirium Café, en São Paulo, el festival tuvo presentaciones y científicos turnándose en las mesas, como el físico Paulo ArtaxoLéo Ramos Chaves

El festival expandió sus limites. En São Paulo, por primera vez hubo eventos del Pint of Science en la zona este de la ciudad. Investigadores de diferentes áreas se reunieron para una charla sobre ciencia en Armazém 77, bar localizado en el tradicional barrio de Penha. Ellos presentaron sus trabajos y discutieron, entre otros temas, los recortes impuestos por el gobierno a la financiación de la ciencia y tecnología y de la educación en el país. El día 21 de mayo, la psicóloga Elizabete Cruz, de la Escuela de Artes, Ciencias y Humanidades (EACH) de la USP, habló sobre los procesos de gestación y parto y su relación con cuestiones de raza y género. Luego las farmacéuticas Jeanine Vargas y Elizabeth Ferreira, ambas de la Facultad de Ciencias Farmacéuticas de la USP, presentaron el concepto de enfermedades desatendidas, con el enfoque en el mal de Chagas y leishmaniosis, explicando sus causas, consecuencias y tratamientos. Para clausurar la noche, el bioquímico Maurício Baptista, del Instituto de Química de la USP, expuso algunos resultados de sus investigaciones sobre los efectos de la luz solar visible en la piel. También discutió la importancia del uso de filtros solares para la salud de la piel.

Esa misma noche, la hamburguesería Taverna Medieval –un lugar ya tradicional del Pint of Science en el barrio paulistano de Vila Mariana – estaba repleta de invitados compartiendo mesas sin dejar ni un asiento libre. Allí oyeron, varios de ellos usando cascos con cuernos que forman parte de la ambientación bienhumorada, sobre cómo la neurociencia fundamental la investigación sobre el bienestar y pudieron reflexionar sobre los modos más saludables de vivir. Los conferenciantes eran la psicbióloga Elisa Kozasa (quien llevaba lo que afirmó que era un manto medieval, dentro del espíritu irreverente del evento), investigadora del Instituto del Cerebro del Hospital Israelí Albert Einstein, y el ingeniero agrónomo Carlos Henrique Amaral de Souza. Recién al final el público supo que él además es monje budista y usa el nombre lama Rinchen Kyenrab. La apertura de la noche fue una presentación resumida de la obra teatral Mary y los monstruos marinos, del grupo Companhia Delas, que cuenta la historia de la inglesa Mary Anning, descubridora de fósiles en el siglo XIX, actividad inédita para una mujer en esa época.

En la ciudad de Alegrete, estado de Rio Grande do Sul, el bar Tio Bola Cervejas Especiais contó con presentaciones sobre nanotecnología, modelado atmosférico y cambio climático. En Belém, estado de Pará, en cambio, las actividades se esparcieron por cuatro bares y abordaron temas como dietas y Amazonia. Habitantes del Nilópolis, en el estado de Río de Janeiro, aprendieron un poco sobre neurociencia, en el bar Garage, Rock & Beer, con Thiago Matos Pinto, experto en ciencia de la computación del campus de Nilópolis del Instituto Federal de Rio de Janeiro.

Roberta Sales En el bar Armazém 77, en el barrio de Penha, el Pint of Science llegó a la zona este de São PauloRoberta Sales

El Pint of Science fue creado en mayo de 2013 en Londres por dos investigadores del Imperial College, el biólogo Michael Motskin y la neurocientífica Praveen Paul, especialistas en enfermedades degenerativas. La idea surgió cuando invitaron a pacientes afectados por las enfermedades de Parkinson, Alzheimer y esclerosis múltiple a conocer el laboratorio donde trabajaban y sus investigaciones. “Siempre tuvimos ganas de comunicarle al público de qué se trata nuestro trabajo, de una manera sencilla y accesible, y la interacción con los pacientes en 2012 mostró que eso era posible”, relata Praveen Paul. El dúo buscó entonces a los dueños de pubs en Londres y les presentaron la idea de llevar a científicos para hablar sobre sus áreas durante días de semana, entre lunes y miércoles, cuando los bares suelen estar más vacíos. La cuenta la paga el cliente, el pub queda a cargo del equipamiento audiovisual y de sonido. “Fue mucha gente y vimos que nuestra idea sería un éxito”, cuenta Motskin.

Con la ayuda de colegas, Motskin y Paul crearon un sitio web para divulgar el Pint of Science. La intención era promover la idea en el Reino Unido y difundir el concepto del festival a otros países, con el objetivo de acercar a los científicos y la sociedad en un ambiente informal. Investigadores de otros países se enteraron del evento y decidieron reproducirlo. “Es importante comunicar qué es el conocimiento científico, deshacer prejuicios y mostrar que los científicos son personas comunes, como todo el mundo”, explica Natalia Pasternak.

La primera edición brasileña se concretó en 2015, en dos bares de São Carlos, localidad universitaria del interior del estado de São Paulo, por iniciativa de la periodista Denise Casatti, del Instituto de Ciencias Matemáticas y de la Computación (ICMC) de la USP. Ella obtuvo la autorización de los mentores británicos, conversó con los dueños de los bares y se encargó de la programación. Al año siguiente, Natalia Pasternak asumió la coordinación. En 2016, el Pint of Science se realizó en siete ciudades, entre ellas São Paulo, São Carlos, Campinas y Belo Horizonte. “Era casi una acción entre amigos que hacían un esfuerzo conjunto para promover el festival en el país”, recuerda la bióloga. “El desafío mayor fue convencer a los establecimientos comerciales a participar, porque nadie conocía el evento y no entendían por qué queríamos hablar sobre ciencia en un bar o restaurante en pleno lunes o martes”.

André Laggo/ Patrick Graue La obra Mary y los monstruos marinos antecedió la charla de investigadores en el bar Taverna Medieval, en São PauloAndré Laggo/ Patrick Graue

En 2017, el evento alcanzó a 22 ciudades brasileñas y, el año pasado, 56 municipios participaron. En tres años el festival creció a punto de tener ocho coordinadores regionales y un equipo nacional de 10 investigadores, que atienden a un público de cientos de personas y filas de investigadores deseosos de formar parte. Cerca de 2 mil voluntarios, entre científicos, periodistas y analistas de la comunicación, llevaron adelante el festival de este año. Todos donan su tiempo para la realización de las charlas y la elección de los bares. Las sugerencias de temas para presentar son analizadas durante meses por los coordinadores. Se toma un cuidado especial para que haya un equilibrio entre temas científicos complejos y otros con los cuales el público ya tiene algún contacto.

Los investigadores en general salen contentos con ese intercambio. “Aprendemos a comunicarnos de una manera accesible, para que todos entiendan, en lugar de usar términos científicos con los cuales estamos acostumbrados”, sostiene Patrícia Brum, del Departamento de Biodinámica de la Escuela de Educación Física y Deporte de la USP. Ella explicó las actividades de su laboratorio y el impacto del ejercicio físico en el organismo durante una charla en el Finnegan’s Pub, en São Paulo, en 2017. Patricia relata que se pasó meses preparando su presentación y contó con la ayuda de su hija Ana Luiza, que tenía entonces 13 años. La adolescente tuvo la idea de dibujar un autobús de dos pisos, con un chofer, sentado, y un cobrador de tiques subiendo y bajando los peldaños, para mostrar la diferencia entre la actividad física diaria realizada por cada uno de ellos. “A ella le gusta la ciencia y lee mucho”, comenta la investigadora. “Es buenísimo poder implicar a las nuevas generaciones en la búsqueda del conocimiento”.

Despertar la curiosidad y los cuestionamientos es uno de los objetivos del Pint of Science. El bioquímico Walter Colli, del Instituto de Química de la USP, participó en la edición del evento en 2016 en el cual hizo una presentación sobre biotecnología y seguridad alimentaria. “Suele haber un desconocimiento sobre el significado de las palabras, lo que acaba creando ideas equivocadas”, afirma. “Es lo que ocurre, por ejemplo, con el término ‘transgénicos’. Poca gente sabe realmente de qué se trata y la mayoría tiene miedo, porque cree que puede ser perjudicial a la salud, lo cual está lejos de ser verdad”.

Léo Ramos Chaves Escenas del festival en Brasil: 2 mil voluntarios organizan la programación y eligen los baresLéo Ramos Chaves

Para los organizadores e investigadores comprometidos con el evento, la participación creciente del público y la diversidad de temas contribuyeron para impulsar la divulgación científica. “Cuando mayor es la cantidad y la calidad de los canales utilizados para transmitir el conocimiento, mejor”, afirma Alicia Kowaltowski, también del Instituto de Química de la USP. En 2016, ella abordó los mecanismos del metabolismo del cuerpo humano en el restaurante Tartar & Co, en São Paulo, y al año siguiente volvió a participar del festival, esa vez en la pizzería Dona Firmina, en el barrio de Moema. La agradaron las experiencias y espera repetirlas. “Me gustó mucho poder usufructuar de la oportunidad de estar con el público intercambiando ideas de una forma tan agradable sobre lo que ocurre con nuestro cuerpo”, afirma.

Al menos una parte de los participantes que asiste a los eventos se termina involucrando en los temas, generando nuevas interacciones con los investigadores. Desde el año pasado, una vez al mes se realiza una charla de 20 minutos sobre física con investigadores del área en el bar Tubaína, organizada por el Centro Internacional de Física/ Instituto Sudamericano para la Investigación Fundamental (ICTP/SAIFR), que también promueve eventos sobre ciencia en el Instituto Moreira Salles, en São Paulo.  “Observar el interés de las personas y cómo el festival abre puertas al conocimiento es muy gratificante”, declara Natalia Pasternak.

*Colaboraron Maria Guimarães y Rodrigo de Oliveira Andrade

Republicar