Imprimir Republish

Coronavirus

Con menos contagios y muertes, la pandemia puede ingresar en una nueva etapa

La incidencia de la enfermedad parece exhibir una tendencia de mayor previsibilidad

Unos jóvenes tomando helados a principios de abril con sus mascarillas en el mentón en Lima, Perú

Artur Widak / NurPhoto via Getty Images

Según los datos que informa la Organización Mundial de la Salud (OMS), desde finales de marzo, la cifra oficial de nuevos casos de infección por el virus Sars-CoV-2 y el número de muertes a causa del covid-19 ha ido descendiendo semana a semana en todo el mundo. Del 11 al 17 de abril, el último período con datos disponibles a nivel mundial antes del cierre de este reportaje, se registraron 5,6 millones de casos y 18.200 muertes, lo que configura una baja de un 24 % y un 18 %, respectivamente, en comparación con los guarismos de la semana previa. Estas cifras positivas han llevado a que gran parte de los países reduzcan todavía más las restricciones a la circulación, que ya se habían flexibilizado, e incluso a poner fin a la obligatoriedad del uso de mascarillas en muchas situaciones, sobre todo en los espacios abiertos.

Si bien se siguen registrando nuevos brotes de casos y pequeños incrementos de las muertes en algunas regiones y países, como en algunas zonas de China, el final de la pandemia, o al menos su cambio de estatus a una endemia global, comienza a debatirse como una posibilidad en un futuro cercano, siempre y cuando no haya ninguna sorpresa mayúscula en los próximos meses. “Los pronósticos acerca de la pandemia siempre conllevan un riesgo, la probabilidad de error es grande. Hecha esta salvedad, queda implícito, al menos en mi opinión, que aún no disponemos de bases científicas como para decretar el fin de la pandemia”, dice el epidemiólogo Eliseu Alves Waldman, de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de São Paulo (FSP-USP). Para el investigador, será muy importante monitorear durante el próximo invierno el comportamiento de los casos y fallecimientos por covid-19 en el hemisferio sur.

Es por eso, sostiene el experto, que deben mantenerse los cuidados para prevenir la transmisión del coronavirus. “A pesar de las diferencias evidentes entre ambas enfermedades, si quisiéramos imaginarnos cómo será el covid-19 endémico, podríamos hacer una analogía con la transición del sida pandémico al endémico a principios de este siglo. El conocimiento científico acumulado, las medidas destinadas a prevenir la transmisión y la implementación de tratamientos eficaces permitieron reducir el número de casos nuevos y de muertes, y también han conducido a un aumento de la supervivencia y a una mejora en la calidad de vida de los infectados con el VIH”, comenta el investigador de la USP. “No obstante, las recomendaciones para evitar la transmisión del VIH, como el uso de preservativos, por ejemplo, se mantienen. Podemos esperar que ocurra algo similar con el covid-19 endémico”.

Las epidemias se caracterizan por un abrupto aumento de la cantidad de casos de una enfermedad en una población o en una región determinada en comparación con su incidencia habitual. Las pandemias son un fenómeno similar, pero extendido por (casi) todo el planeta. El estatus de endemia, hacia el cual todo apunta que el covid-19 se encamina, indica que una infección o un problema de salud es recurrente, crónico, circunscrito a un área específica, pero con una tasa de incidencia esperable y un patrón de repetición más o menos constante dentro de un período determinado, sin incrementos inesperados (véase el apartado).

Aproximadamente un 60 % de la población global ha recibido dos dosis de las vacunas contra el covid-19 y una de cada 16 personas del planeta se ha infectado con el nuevo coronavirus. Este panorama indica que actualmente, cuando han transcurrido más de dos años desde que se detectaron los primeros casos de covid-19, gran parte de la humanidad posee anticuerpos contra el Sars-CoV-2. Aunque se produzcan reinfecciones y no se sepa exactamente cuál es el nivel de inmunidad celular que proporcionan la exposición al virus y por las vacunas, es razonable suponer que se producirá un declive paulatino, pero no necesariamente lineal de la pandemia a no muy largo plazo. “Es probable que surjan nuevas variantes del coronavirus capaces de burlar la inmunidad existente en la población y provocar un repunte de los casos. Empero, cabe esperar que ese proceso no venga acompañado de un aumento de mortalidad significativo”, evalúa Waldman.

Alexandre Affonso

Para el virólogo Fernando Spilki, de la Universidad Feevale, del estado de Rio Grande do Sul, y coordinador de la Red Nacional de Ómicas del Covid-19 (Red Corona-ómica BR), no existe un parámetro exacto que pueda utilizarse como guía para estipular el final de la pandemia. “La gente anhela que el coronavirus desaparezca de una vez por todas del planeta. Pero eso no va a ocurrir”, dice Spilki. El patrón de incidencia de enfermedades infecciosas tales como el sida, la tuberculosis y el paludismo indica que algunas patologías pueden seguir afectando a la sociedad mundial durante mucho tiempo. “Es probable que la cantidad de fallecidos por covid-19 comience a igualarse a los de la gripe. Eso podría ser un indicio de que la fase pandémica de la enfermedad estaría llegando a su fin. Pero esta crisis sanitaria no puede darse por finalizada a través de un decreto”, comenta el virólogo.

El 22 de abril, el Ministerio de Salud de Brasil firmó una resolución que puso fin oficialmente al estado de emergencia nacional que había sido declarado a causa de la pandemia. En ese momento, la media móvil de muertes diarias por coronavirus era de aproximadamente unas 100 personas, una cifra baja. Este índice se calcula con base en el promedio de fallecimientos ocurridos en los últimos 14 días.

La crisis sanitaria actual desencadenada por el nuevo coronavirus presenta similitudes y diferencias con la pandemia de la gripe española de 1918. Obviamente, el mundo era diferente y el conocimiento científico también. Por ejemplo, hace un siglo, el virus de la gripe aún no había sido aislado ni existía una vacuna contra este agente infeccioso. Ello contribuyó para que aquella variante agresiva del virus de la influenza matara a un número estimado entre 20 y 50 millones de personas, del 2 % al 5 % de la población mundial, e infectara a uno de cada cuatro individuos. Hasta el momento, el covid-19 ha causado oficialmente 6,2 millones de muertes, menos del 0,1 % de los habitantes del planeta.

“La pandemia de la gripe española finalizó luego de extenderse a toda la población”, comenta, en una entrevista por correo electrónico, el historiador estadounidense Christian McMillen, de la Universidad de Virginia, en Estados Unidos. Esto quiere decir que se alcanzó alguna forma de inmunidad colectiva. En el último trimestre de 1918, la gripe española causada por el subtipo H1N1 del influenzavirus comenzó a amainar. Las muertes cayeron en picada, los casos también, y la vida volvió a la normalidad.

En su libro intitulado Pandemics: A very short introduction, publicado en 2016, McMillen afirma que no hay una sola manera de que las pandemias terminen. La obra se adentra en las grandes crisis sanitarias que se produjeron en el pasado, desde la peste bubónica en la Edad Media hasta las enfermedades más recientes. Algunas de esas emergencias sanitarias ni siquiera han finalizado totalmente. “La tuberculosis, el paludismo y el sida son pandemias endémicas actuales, como las he calificado en el libro”, dice McMillen.

The National Library of MedicinUna enfermera de la Cruz Roja en un anuncio de 1918 con las medidas de profilaxis para hacer frente a la gripe españolaThe National Library of Medicin

A mediados de la década pasada, la tuberculosis mató a más personas que en cualquier otra época, según el historiador. Las cifras oficiales que informa la OMS, registraron en 2015 la muerte de 1,8 millones de personas. En 2020, durante el primer año de la pandemia de covid-19, 1,5 millones de personas perecieron a causa de esa enfermedad, de las cuales 214.000 también eran portadoras del virus VIH, el causante del sida. Son cifras elevadas. La tuberculosis, que hoy en día puede tratarse, es una de las enfermedades más antiguas de las que se tiene constancia. Los científicos han identificado, por ejemplo, lesiones ocasionadas por el bacilo de Koch, el causante de esta enfermedad pulmonar, en el cráneo de alguien que vivió hace 500.000 años en lo que actualmente es Turquía.

De todas las pandemias que asolaron a la humanidad, acaso ninguna haya sido más aterradora que la peste bubónica, a la cual también se aludía en el siglo XIV simplemente como la peste. Esa enfermedad se transmite a los seres humanos a través de las pulgas de las ratas infectadas por la bacteria (Yersinia pestis). La peste se originó en China y se expandió en toda Europa a mediados del siglo XIV, como documenta el libro Decamerón del italiano Giovanni Boccaccio (1313-1375). “Es un libro sin parangón en cuanto a la representación de la peste. Boccaccio desconocía la causa de la pandemia. Ante el embate de la enfermedad, toda la sabiduría y el ingenio del hombre eran inútiles”, recuerda Mc Millen.

Para los que están cansados tras más de dos años de tener que convivir con el covid-19, la historia de la peste puede sonar desalentadora. Al fin y al cabo, hubo tres grandes olas y la enfermedad tardó mucho tiempo en dejar de ser un problema sanitario importante. “En Inglaterra se registraron casos entre 1340 y 1666, y luego nunca más”, dice el historiador.

Es difícil predecir el futuro inmediato del covid-19, y a largo plazo mucho más. El virólogo Spilki apunta algunos pasos que deberían darse si se quiere mantener el enfriamiento de la pandemia. “El coronavirus continuará circulando. Pero es necesario, por ejemplo, un esfuerzo colectivo para brindar un mayor acceso a las vacunas en regiones de África y también de América. O incluso en China, donde hay una población de edad avanzada que no está cubierta por la inmunización. Esos son los aspectos a los que hay que prestarles atención”, dice el investigador de Feevale. “No podemos hacernos demasiadas ilusiones sobre la nueva normalidad. La seguridad global debe estar realmente entre las prioridades”.

Los expertos advierten que los posibles legados sociales y sanitarios de la pandemia actual, como el uso voluntario de mascarillas en los ambientes colectivos por parte de las personas infectadas por algún patógeno, parecen haber sido rápidamente abandonados por sectores importantes de la población una vez que disminuyó la cantidad de muertes y casos de covid-19. De igual manera, los acuerdos transnacionales para la fabricación y distribución de vacunas entre los países más pobres no han logrado hacer llegar los inmunógenos a las poblaciones más necesitadas del planeta. Todo esto parece indicar que se están olvidando las lecciones aprendidas desde la Edad Media hasta la actualidad en otras pandemias. “No debemos desanimarnos, pero tampoco podemos ser precisamente optimistas”, reconoce Spilki.

Republicar