A los 71 años, el biólogo conservacionista Cláudio Padua es en la actualidad uno de los principales referentes del movimiento socioambiental en Brasil. Luego de una trayectoria extensa de estudios sobre el tamarino león negro [Leontopithecus chrysopygus] y del trabajo que llevó a cabo desde 1992, cuando junto a su esposa, Suzana Padua, fundó el Instituto de Pesquisas Ecológicas (IPÊ) –una organización no gubernamental (ONG) que se dedica al estudio de especies raras o bajo amenaza de extinción en las regiones de Pontal do Paranapanema y Nazaré Paulista (São Paulo), Pantanal y Cerrado (Mato Grosso do Sul) y bajo río Negro (Amazonas) y otras áreas amazónicas–, se apresta a afrontar otro desafío.
En los últimos tres meses, Padua se ha abocado a la creación de un nuevo instituto de investigación, en esta ocasión, enfocado en el estudio de la economía y emprendimientos sostenibles. “El propósito es poner en valor la biodiversidad sin destruirla”, explica. La nueva entidad, en fase de organización, cuya inauguración tiene prevista para fin de año, tendrá su sede en Brasilia y pretende conciliar temas que involucran la agricultura y la preservación del medio ambiente. La decisión de abrir un nuevo espacio surgió por la necesidad de contar con una escuela específica para la capacitación en negocios, un tema que trasciende la órbita del IPÊ, cuya actuación se concentra fundamentalmente en el área de conservación y educación ambiental.
El interés de Padua por la conservación del medio ambiente surgió a partir de una frustración que experimentó en su vida profesional. En 1977, siete años después de haberse graduado en administración de empresas, notó que no era feliz con el rumbo que había tomado su carrera. “Yo ya ansiaba dedicarme a trabajar con el medio ambiente, pero en ese entonces no vislumbraba ninguna oportunidad de combinar esas dos áreas”, recuerda. Así fue que entonces, a sus 30 años, resolvió abandonar su empleo en una empresa del sector farmacéutico y volver a empezar. “Después de conversar con alguna gente del área, decidí estudiar en la facultad de biología”, relata.
En su último año de carrera, en 1981, Padua recibió una invitación del primatólogo Adelmar Coimbra Filho (1924-2016), por entonces director del Centro de Primatología de Río de Janeiro (CPRJ), para ocupar un cargo como técnico en el laboratorio de la institución. “Ahí fue que comencé a estudiar al tamarino león negro, una de las especies que investiga el instituto”. Bajo amenaza de extinción, esa especie de tití emblemática del estado de São Paulo habita principalmente en el Parque Estadual Morro do Diabo, ubicado en el municipio de Teodoro Sampaio.
Al graduarse, en 1984, se inscribió en una carrera de maestría en la Universidad de Florida, en la ciudad de Gainesville, Estados Unidos, donde desarrolló estudios de demografía y genética del tamarino león negro con el propósito de determinar el estado de las poblaciones silvestres de esa especie. Durante el doctorado, que cursó en la misma institución, estudió el comportamiento y la conservación de esos animales. “Ahí fue que comenzaron las investigaciones en el área de biología de conservación”, relata.
Al regresar a Brasil, Padua empezó a ejercer la docencia en la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz de la Universidad de São Paulo (Esalq-USP). Su intención era abrir una carrera de maestría orientada al área de conservación. “Como eso era algo muy novedoso, no hubo forma de plasmarla en la Esalq”, dice. Para poder concretar su anhelo, resolvió crear, en la sede del IPÊ, en Nazaré Paulista, la Escuela Superior de Conservación y Sostenibilidad (Escas), que ofrece programas de maestría en conservación de la biodiversidad y desarrollo sostenible y un MBA en gestión de negocios ambientales, aparte de otros cursos de corta duración. Desde su fundación, en 1996, en la escuela ya se han graduado más de 7 mil alumnos, 140 magísteres y más de 50 especialistas con MBA. “Pronto contaremos con la autorización para comenzar con los programas de doctorado”, concluye.
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