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CARTA DE LA EDITORA | 321

Desmonte, demarcación, desinformación

La cobertura periodística sobre el cambio climático en general y cómo contribuye a ello la deforestación en la Amazonia específicamente resultan difíciles, pues las noticias al respecto rara vez son buenas. Las mediciones no son fáciles de absorber –van desde miles de kilómetros cuadrados de superficie deforestada a décimas de grados Celsius (ºC) de aumento de la temperatura– y los avances concretos son escasos. Aun así, la urgencia del tema impone esta pauta.

Las grandes áreas selváticas, como la Amazonia, producen gases de efecto invernadero, pero también los consumen y, en condiciones normales, las absorciones superan en el balance a las emisiones. La urgencia que pone a este tema nuevamente como destacado de Pesquisa FAPESP es la constatación de que los platos de la balanza se han invertido: el volumen de dióxido de carbono liberado por los desmontes en la selva amazónica de los últimos años ha superado al que los árboles extraen del ambiente para realizar la fotosíntesis. Esto ya era un hecho comprobado en el sector de la Amazonia conocido como el arco de la deforestación, en su porción oriental, pero ahora también se ha medido en la parte occidental, más preservada. Los resultados de una larga y pormenorizada investigación a cargo de un equipo integrado por varias instituciones se dan a conocer en el artículo estampado en la portada de este número.

La demarcación de las tierras indígenas en la región amazónica ha sido reconocida como una forma importante de preservar el bioma, más allá de ser un derecho inherente a los pueblos originarios contemplado en la Constitución de Brasil. Un requisito previo clave en ese proceso es el mapeo de los pueblos originarios en territorio nacional. La antropóloga Marta Maria Azevedo es pionera en la demografía indígena en el país, habiendo colaborado para la inclusión de ítems tales como lengua y etnia en los sectores censuales que coinciden con los territorios indígenas. En el Censo que se está llevando a cabo ahora, prevé que se identificarán 400 pueblos. En una entrevista, la investigadora del Núcleo de Estudios de la Población de la Unicamp efectúa un relato de su labor con educación indígena y de las dificultades que enfrentó al constatar, en la década de 1990, que los pueblos nativos de la región del río Negro no se estaban extinguiendo sino en recuperación poblacional.

La existencia y la gravedad del cambio climático provocado por la actividad humana son los blancos favoritos de los negacionistas. Las variantes negacionistas han sido objeto de un libro que recopila 112 entradas referidas a esta práctica, que sus organizadores (académicos de la Uerj y de la UFPE) han definido como “procesos colectivos que buscan descalificar a la ciencia de manera organizada debido a intereses que pueden ser políticos, económicos o morales, por ejemplo”. Con énfasis en Brasil, pero en sintonía con el contexto mundial, esta obra tristemente actual es el tema central del artículo.

En medio de este universo de difusión de la desinformación, una de las armas cada vez más utilizadas es la de los deepfakes, es decir, imágenes, videos y audios alterados mediante inteligencia artificial. En un trabajo conjunto, científicos brasileños y de Hong Kong diseñaron un algoritmo que detecta si ha habido manipulación de los rostros de las personas y cuáles sectores de los mismos han sido modificados. Las adulteraciones maliciosas fueron identificadas en el 88 % de los videos de baja resolución y en el 95 % de los de mayor resolución, sobre 112.000 pruebas efectuadas con semblantes humanos.

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