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Entrevista

Dimas Covas: Los rumbos del Butantan

El hematólogo de la USP moviliza al instituto paulista en la lucha contra la pandemia y pretende transformarlo en uno de los mayores productores de vacunas y sueros del mundo

Léo Ramos Chaves

El médico Dimas Tadeu Covas, nacido en la localidad de Batatais, en el interior del estado de São Paulo, Brasil, dejó temporalmente su cargo docente en la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (USP) en la ciudad de Ribeirão Preto en 2017, para asumir como director del Instituto Butantan, en la capital paulista. A principios del año 2020, cuando comenzó la pandemia, suspendió los planes de reorganización institucional y comenzó a ganar visibilidad pública al transformar al instituto paulista, que este mes cumple 120 años desde su fundación, en uno de los centros de lucha contra el covid-19 en el país.

A los 64 años, casado, con un par de hijos de 17 y 23 años, católico, admirador de la obra del fraile italiano Tomás de Aquino (1225-1274), Covas (sin ningún parentesco con el alcalde paulistano) es el responsable de la CoronaVac, la vacuna contra el covid-19 producida por la empresa farmacéutica china Sinovac, aprobada para uso de emergencia en Brasil el 17 de enero, luego de la finalización de los ensayos clínicos de la fase III coordinados por el Butantan. A comienzos de enero concedió la siguiente entrevista por videoconferencia.

Edad 64 años
Especialidad
Hematología, biotecnología y células madre
Institución
Universidad de São Paulo (USP)
Estudios
Título de grado en medicina (1981), máster (1986) y doctorado (1993) en la Facultad de Medicina de Ribeirão Preto (FMRP) de la USP
Producción
305 artículos científicos, autor o coautor de 15 libros, de los cuales el más reciente es Manual de medicina transfusional, de 2014

¿Cómo participa el Butantan en el desarrollo de la CoronaVac?
La colaboración con Sinovac se formalizó para agilizar el desarrollo de una vacuna contra el covid-19. El primer factor que justificó este acuerdo es que la CoronaVac ya estaba lista en abril de 2020. Fue una adaptación de una vacuna anterior contra otro tipo de coronavirus, el Sars-CoV-1, causante del Sars Síndrome Respiratorio Agudo Grave]. La misma estaba elaborada con una tecnología de producción que dominamos, la de virus inactivado, similar a la que se utiliza para la fabricación de la vacuna contra el dengue. El segundo factor fue la posibilidad de traer rápidamente una vacuna a Brasil. El acuerdo incluía el suministro de materia prima por Sinovac. Hasta diciembre de 2020, el Butantan ya había traído al país el equivalente a 10 millones de dosis y dispondremos de otras cantidades adicionales para finales de 2021. Actualmente nos ocupamos solo del envasado y de un cambio en su fórmula. En China las ampollas son de dosis única. En tanto, en el Butantan son 10 dosis por vial, que es lo habitual. Para incorporar la tecnología de producción estamos construyendo una fábrica multipropósito en la que elaboraremos la vacuna contra el covid-19 y otras, con base en el cultivo viral en células Vero [un linaje que se utiliza habitualmente para los cultivos microbiológicos, sintetizado a partir de células aisladas de los riñones de monos]. La transferencia que nos interesa es específicamente la del banco de células Vero, porque ya conocemos la tecnología de producción. Utilizamos el cultivo de coronavirus en la producción de un suero anticoronavirus [las vacunas inducen la producción de anticuerpos, mientras que los sueros son los propios anticuerpos]. Las células que utiliza Sinovac para producir la vacuna son las más adecuadas para el crecimiento del virus. El acuerdo contempla la transferencia, si fuera de nuestro interés.

¿De qué depende el interés?
Lo que tenemos que evaluar es la conveniencia de producir la vacuna en Brasil. Eso depende del ritmo de la pandemia y del desarrollo de otras vacunas. La capacidad de producción de Sinovac es amplia. A partir de octubre de 2021, cuando la fábrica esté en condiciones de operar, evaluaremos la incorporación de los bancos y la posibilidad de producir la vacuna en el instituto.

Las vacunas contra el covid-19 se desarrollaron velozmente, en menos de un año, en lugar de los diez que son habituales. ¿Cómo fue posible?
El proceso de producción de la CoronaVac estaba listo, lo que es nuevo es el virus. El virus en sí mismo puede alterarse en cualquier momento. Lo más importante es disponer de un linaje definido para la producción de una vacuna. Las mutaciones son esperables, a medida que el virus convive con el organismo humano. Por ahora no ha aparecido ninguna mutación que perjudique la producción de anticuerpos neutralizantes. El mundo está preparado para adecuarse a esa evolución viral y perfeccionar las vacunas cuando sea necesario. Las fórmulas iniciales se fabrican rápidamente para atender las emergencias, tal como ocurre con esta pandemia. Con el paso del tiempo, estaremos en condiciones de perfeccionar y producir vacunas mejores. Las vacunas elaboradas con virus inactivados son tradicionales y seguras. En tanto, las que se producen a partir de otras tecnologías, tales como las de ARN y las de adenovirus, aún deberán demostrar su seguridad a largo plazo.

¿Cómo está el desarrollo de la vacuna contra el dengue en el instituto?
Ya se finalizó la etapa de inclusión de voluntarios en la fase III de los ensayos y ahora estamos realizando el seguimiento de los casos para evaluar los eventuales efectos colaterales de la vacuna. Luego de dos años, los casos de dengue volvieron a aumentar. Este crecimiento nos permite estudiar la acción de la vacuna sobre cuatro subtipos del virus del dengue. Creo que este año tendremos las conclusiones y podremos solicitar el registro en la Anvisa [la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria] para el uso de la vacuna en la población.

En la actualidad, el Butantan solo produce íntegramente una vacuna contra la gripe, e importa y envasa otras seis…
En realidad elaboramos totalmente, a gran escala, dos vacunas. Una contra la gripe y otra, a escala piloto, contra el dengue. La vacuna más tradicional del Butantan, la DTP [DPT o Tdap, contra la difteria, el tétanos y la tos ferina], de hecho, ya no se produce aquí. La de la hepatitis B se elabora mediante un convenio con Corea del Sur. Se produjo un cambio en la forma de entender cómo funciona la cadena mundial de vacunas. A menudo, se contrata la producción en otros países, la llamada CMO [contract manufacturing organization u organización de manufactura por contrato]. A propósito, estamos en proceso para hacer que una de nuestras fábricas sea utilizada como CMO por otra productora de vacunas. Los acuerdos de complementación de la cadena productiva apuntan  a un nuevo futuro en esta área. No es necesario estar presente en todas las etapas del proceso de elaboración de una vacuna, sino disponer de la capacidad de asociarnos con otros colaboradores para realizar esas complementaciones. El convenio con Sinovac constituye nuestra primera experiencia en este campo.

¿No es riesgoso depender de las importaciones para casi todo?
No dependemos de la importación y no estamos importando. Lo que existen son acuerdos comerciales con empresas para la producción, algo habitual para el Butantan. Un ejemplo de esto es la contratación de una empresa china para la fabricación del iPhone. Lo importante es el desarrollo de la biotecnología. Hoy en día solamente somos independientes en tres procesos biotecnológicos: los de las vacunas contra la rabia, el dengue y la gripe. En el área de los sueros nuestra independencia es total, el Butantan no ha dejado de lado su historial en ese campo, al contrario, está ampliando su capacidad productiva. Los estamos exportando a otros países y, en breve, comenzará a operar otra planta de producción de sueros. Queremos suministrarle sueros a todo el mundo.

¿Cómo está afrontando la permanente pérdida de científicos que padece el instituto, que se jubilan y no son reemplazados, dado que no hay concursos públicos?
El Butantan no ha contratado gente para la carrera de investigador que fue creada hace mucho. No obstante, la Fundación Butantan tiene una mayor autonomía, contrata investigadores y les brinda oportunidades a muchos profesionales. Es una plantilla en expansión. En los últimos años, el ritmo de contrataciones ha sido muy alto. Cuando un científico se va, por ejemplo, eso no significa que habrá un reemplazo en la misma área, pues estamos estructurando la institución en dirección hacia su verdadero propósito, que consiste en invertir en gente que nos ayude a luchar contra los problemas que efectivamente podemos enfrentar. Acá había una división que estudiaba la zoología de los pájaros. Un trabajo estupendo, pero que no forma parte de la misión del instituto. Al igual que el sector que estudiaba a los insectos. Las actividades que no son propias del instituto tienden a ir desapareciendo, algo absolutamente normal en un proceso de reestructuración.

La pandemia llegó cuando nos aprestábamos a dar un salto cualitativo. Eso ocurrió el año pasado.

¿Cómo estaba el Butantan antes de la pandemia y cómo está ahora?
Cuando llegué y asumí mi cargo, hace cuatro años, me topé con un instituto algo adormecido, con problemas de gestión y sin enfoque, con actividades dispersas y sin comprensión de su misión primordial, algo que puede considerarse normal en una institución centenaria. Yo vivía otra realidad, pensaba de otra manera y estaba centrado en el área médica y en la de biotecnología. Me propuse inculcarle entusiasmo al Butantan para percibir su gran potencial. La pandemia se desató en un momento importante, cuando nos disponíamos a dar un gran salto. Eso ocurrió el año pasado. Teníamos la nueva fábrica para elaborar la vacuna contra la gripe, una de las mayores del mundo, con capacidad para producir 160 millones de dosis por año aproximadamente. Eso le cambió la cara por completo al instituto. Creo que logré infundirle el ánimo y la voluntad de hacer las cosas bien. Hoy en día, el Butantan es una institución con un propósito bien definido, un instituto de investigación, por supuesto, pero su finalidad principal no es investigar. También somos un instituto educativo y cultural. Con todo, nos enfocamos en la producción de sueros, vacunas y soluciones tecnológicas con la mira puesta en la salud de la gente. Nos chocamos con esta pandemia y actuamos en varios frentes. Montamos una red de laboratorios para detectar el coronavirus en todo el estado de São Paulo. Hemos realizado trabajos de modelado epidemiológico y salimos a hacer pruebas de campo. Nuestro equipo envió laboratorios móviles a los barrios para hacer testeos en los lugares, en fin, muchas actividades que no eran habituales.

¿Qué planes tienen para después de la pandemia?
El Butantan será uno de los mayores productores de vacunas y sueros del mundo. La pandemia supuso una interrupción, pero hemos hecho un esfuerzo enorme en pos de esa dirección, que incluye entre sus proyectos siete nuevas plantas de producción, algo que anhelamos retomar ni bien sea posible. También tenemos planes de construir una fábrica de anticuerpos monoclonales, que tendría que empezar a operar pronto. Estamos reformando completamente el área de sueros.

¿Qué enseñanza le deja esta pandemia?
En primer lugar, aprendí que el esfuerzo humano no tiene un límite. Siempre que uno cree que ha llegado al límite descubre que no era tan así y que todavía tiene mucho más para dar. La pandemia ha sido un reto para el que nadie estaba preparado, pero que, por otra parte, generó una enorme ventana de oportunidades. Y además puso en evidencia claramente nuestros déficits. Nunca han quedado tan claras las carencias y las necesidades que los científicos brasileños deben subsanar.

¿Cuáles son esos déficits?
Tenemos profundas limitaciones, a nivel de capacitación, educativas, de un objetivo como país, en política industrial, son cuestiones de las que todos hemos oído hablar. Una crisis como esta nos muestra que aún tenemos mucho por planificar  y construir como país, como nación. Tenemos poca formación en filosofía y en lógica, que ayudan a entender la realidad. Creo que una de mis tareas como docente universitario es ayudar a otros a enfocarse en el ambiente propicio para el desarrollo del pensamiento estructurado, el pensamiento profundo de la lógica, y a preguntarse constantemente si en efecto están percibiendo las cosas reales o si divagan entre simulacros de la realidad. Soy un ávido lector de la filosofía de la ciencia. Siempre tengo presente la obra de Tomás de Aquino, que me brinda cobijo y me ayuda a cuestionarme qué necesito en los momentos de crisis. No me interesa su pensamiento teológico, sino su pensamiento como filósofo realista, que nos dice cómo es el mundo.

¿Usted continúa investigando?
Soy coordinador del Centro de Terapia Celular [uno de los Centros de Investigación, Innovación y Difusión respaldados por la FAPESP] y del Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología en Células Madre y Terapia Celular, ambos en el campus de Ribeirão Preto de la USP. Mi área de investigación siempre fue la biotecnología y también las células madre, tratando asimismo de resolver problemas prácticos (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 286). He reducido bastante la cantidad de alumnos y de direcciones de tesis, pero me mantengo en contacto con mi grupo de investigación, que funciona muy bien, con poca charla y mucho trabajo.

Desde hace meses vienen solicitándole entrevistas permanentemente. ¿Cómo está lidiando con los medios?
Mejor dicho, cómo estoy aprendiendo a lidiar. He sobrevivido a los medios desde el comienzo de la pandemia porque soy absolutamente sincero y mis opiniones son coherentes. En las entrevistas me gusta aportar transparencia y decir la verdad sobre lo que pienso. A menudo he sido invitado a la mesa del noticiero de televisión Jornal da Cultura, y eso ha sido un gran aprendizaje. Creo que, al comienzo, me expresaba de una manera absolutamente incomprensible. Solía hablar de RT, tasa de progresión, en los mismos términos que empleaba con mis colegas de la universidad, pero me di cuenta que eso no calaría en el público masivo. Con el tiempo descubrí que en lugar de hablar de RT debía decir que la epidemia está explotando o que la cantidad de casos está aumentando a una velocidad nunca vista. Entonces la gente empieza a prestar atención. Aún estoy aprendiendo el lenguaje de comunicación con el público masivo. A veces se me complica.

¿Hace alguna capacitación en medios de comunicación?
Mi entrenadora es mi hija Giulia, de 17 años, que me dice: “Papá, hoy estuviste bien”. O si no: “Hoy no te salió bien, ¿sabes? Hoy has dicho algunas cosas que…”. Ella pensaba seguir la carrera de medicina, pero le dije: “No pensarás que soy un modelo para seguir, ¿verdad? Me disgustaría que eligieras ser médica porque yo lo soy. Vas a tener que convencerme de tu vocación y que eso saldrá bien”. Ahora creo ya no piensa en eso.

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