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Memoria

Educación para la democracia

El pensamiento de Anísio Teixeira está en la base de la defensa de la educación pública, laica y gratuita en Brasil

Teixeira: produção intelectual motivada pelo desejo de transformação social

Los hermanos José Maurício Teixeira y Carlos Antônio Teixeira quedaron perplejos ante la propuesta de su padre una tarde de agosto de 1962. “Voy a comprarles una motoneta a cada uno y quisiera que pasen unos seis meses recorriendo el país”, les sugirió entusiasmado a sus hijos, que estudiaban medicina en la por entonces Universidad de Brasil, la actual Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ). “Rechazamos la oferta, porque no queríamos abandonar la facultad”, relata Carlos Antônio, hoy psiquiatra y profesor jubilado de la Universidad Federal de Bahía (UFBA). Ese episodio sería meramente anecdótico si no fuera por un detalle: la figura paterna en cuestión era Anísio Teixeira (1900-1971), uno de los principales intelectuales de la educación brasileña.

“Al contrario de lo que se podría pensar, no era rígido ni se preocupaba por nuestras calificaciones. Para encontrar soluciones a los problemas de Brasil, pensaba que era necesario conocer al país en profundidad”, dice Carlos Antônio. Cincuenta años después de su muerte, el legado y la actualidad de Teixeira son evidentes no solo en las instituciones que ayudó a construir, tales como la Coordinación de Perfeccionamiento del Personal de Nivel Superior (CAPES) y la Universidad de Brasilia (UnB), sino también en las ideas que se mantienen vigentes en el sistema de enseñanza pública del país.

La trayectoria del educador dejó sus huellas tanto en la administración pública como en la investigación educativa. “Toda su producción intelectual estuvo motivada por un anhelo de transformación social. Fue, sobre todo, un educador centrado en la práctica de la educación y la administración”, declaró el filólogo y diccionarista Antônio Houaiss (1915-1999) en un testimonio concedido a la Biblioteca Virtual Anísio Teixeira de la UFBA. Este rasgo acompañó Teixeira desde 1924, cuando era Inspector General de Educación en Bahía, una función equivalente a la de Secretario de Educación del estado. Basándose en el pensamiento del filósofo estadounidense John Dewey (1859-1952), Teixeira propuso una “educación para la vida”. El educador bahiano fue el artífice de un programa que reorganizó la enseñanza fundamental en Bahía, estableciendo un modelo escolar de tiempo completo que aún hoy en día inspira iniciativas.

Antes de asumir el cargo en el gobierno, Teixeira se vio obligado a renunciar a su sueño de ser sacerdote. “Pertenecía a una familia tradicional e influyente de Caetité, en el interior de Bahía. Su padre, Deocleciano Pires Teixeira [1844-1930], era un médico y político de la región. Un hijo sacerdote era impensable, dice el ingeniero João Augusto de Lima Rocha, docente jubilado de la UFBA y estudioso de la vida del educador.

Fundación Anísio Teixeira En ocasión de una visita a la exposición de los alumnos en la Escuela Parque de Salvador, en 1952 (el segundo, de izq. a der.)Fundación Anísio Teixeira

Teixeira estudió en colegios católicos dirigidos por jesuitas y se graduó en la Facultad de Derecho de la Universidad de Río de Janeiro. Su padre no tardó en conseguirle un trabajo “mundano” a su hijo. “Deocleciano era allegado al gobernador de Bahía, Góis Calmon [1874-1932], quien entonces nombró a Teixeira al frente de la educación en el estado”, explica De Lima Rocha. El abogado recién graduado llegó a argumentar que no entendía nada del tema. Como respuesta, Calmon le sugirió la lectura del libro Métodos americanos de educación, del pedagogo belga Omer Buyse (1865-1945) y lo envió a Europa para que conociera los sistemas educativos de países tales como España, Italia y Francia.

Sin embargo, fue en Estados Unidos donde Teixeira dio un giro completo. Con el aval de Calmon, permaneció de 1927 a 1929 en ese país, donde obtuvo una maestría en educación en la Universidad Columbia de Nueva York. “Durante ese tiempo estudié, visité escuelas, trabé buenas relaciones y creo que aprendí algo”, relataba en una carta a su padre. “Tengo la intención de no alejarme más del campo de la educación”.

Durante ese periodo, tomó clases con Dewey. “Esto impactó profundamente en toda la trayectoria de Teixeira”, dice Darcísio Natal Muraro, del Departamento de Educación de la Universidad Estadual de Londrina (UEL). “Dewey fue la persona más importante detrás del movimiento de la Escuela Nueva, que surgió con la propuesta de romper con los modelos pedagógicos tradicionales”, subraya Muraro, experto en la obra del estadounidense. Ese movimiento proponía un formato escolar basado en la construcción del conocimiento a partir de la experiencia del niño. “El objetivo es ampliar los horizontes de los alumnos, estableciendo un diálogo con su repertorio cultural, y no imponiendo contenidos”.

Él fue quien vinculó al Inep con la Capes, estructurando el sistema educativo desde la educación básica hasta el posgrado, comenta Muraro

En 1932, Teixeira se unió al Movimiento de Renovación Educativa de Brasil y firmó, junto con otros 26 intelectuales, el Manifiesto de los Pioneros de la Educación Nueva, redactado por el educador Fernando de Azevedo (1894-1947). Ese documento enarbolaba la bandera de la escuela pública, obligatoria, gratuita y laica, preceptos que brindaron soporte a los instrumentos legales que orientan la educación brasileña, como la Ley de Directrices y Bases (LDB). La LDB, mencionada por primera vez en la Constitución de 1934, se convirtió en ley en 1961 a instancias de Teixeira.

Su última versión, actualizada en 1996, conserva rasgos del pensamiento del educador bahiano, dice la pedagoga Agueda Bernardete Bittencourt, de la Facultad de Educación de la Universidad de Campinas (Unicamp). “La LDB establece la igualdad de condiciones de acceso a la escuela, la diversidad de concepciones pedagógicas, el respeto a la libertad y la gratuidad de la educación pública; principios ya definidos por Teixeira”, dice Bittencourt. Él tampoco aceptaba la enseñanza religiosa en la educación pública. “La defensa de la laicidad provocó fuertes enfrentamientos entre el educador y un ala de la Iglesia Católica, que acaparaba la mayor parte de la enseñanza secundaria del país hasta mediados de la década de 1960”.

Cuando en 1935 Teixeira asumió el cargo de Director de Instrucción Pública del Distrito Federal, en Río de Janeiro, creó la Universidad del Distrito Federal (UDF), con propuestas educativas innovadoras, convocando a docentes franceses e italianos. La UDF duró poco: en 1937 fue cerrada por el Estado Novo de Getúlio Vargas (1882-1954) y Teixeira fue perseguido por el régimen. “Molestaba a miembros de la Iglesia y del gobierno porque defendía la democracia como forma de vida y aludía a la función social de la educación”, señala la pedagoga Patrícia Melo Magoga, quien estudió los conceptos de democracia y educación en la obra de Teixeira para su tesis de maestría, defendida en la UEL en 2020.

Universidad de Brasilia/Colección Central Teixeira (el segundo de der. a izq.) en una de las reuniones en la UnB, junto a Darcy Ribeiro (el primero a la der.)Universidad de Brasilia/Colección Central

Entre 1937 y 1945, Teixeira se alejó de la vida pública. “Importó y vendió automóviles estadounidenses, explotó yacimientos de piedra caliza, exportó manganeso y fundó la compañía Cimento Aratu”, relata su hijo Carlos Antônio. Su carrera empresarial se vio interrumpida cuando recibió una invitación para representar a Brasil ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), creada en 1946. Uno de los promotores del traslado de Teixeira a la Unesco fue su amigo y escritor Monteiro Lobato (1882-1948), quien se había desempeñado como agregado comercial en Nueva York.

Su periodo como consejero en la Unesco fue breve. “La Unesco perdió poder político al comienzo de la Guerra Fría y eso lo decepcionó”, dice De Lima Rocha. En 1947, aceptó dirigir la Secretaría de Educación y Salud de Bahía y fundó la Escuela Parque en Salvador, que incluía el aprendizaje basado en proyectos. “Se estimulaba a niños y adolescentes a pensar soluciones para los problemas locales, a partir de tareas que implicaban la investigación y el trabajo en conjunto”, explica Magoga. Los alumnos cuidaban el ambiente escolar y participaban en actividades deportivas, culturales y artísticas.

En 1951, Getúlio Vargas volvió a ser presidente, en esta ocasión, por el voto popular. Con la nueva era democrática, Teixeira fue invitado a formar parte del gobierno, por recomendación de Ernesto Simões Filho (1886-1957), entonces ministro de Educación. Su primera tarea fue estructurar y asumir el mando de la Capes, creada ese mismo año, con el propósito de mejorar la educación superior e impulsar la formación de recursos humanos en el país. La concesión de becas de investigación a los brasileños interesados en realizar estudios de posgrado en el exterior estaban a la orden del día. En 1952, además de la Capes, Teixeira pasó a dirigir el Instituto Nacional de Estudios e Investigaciones Educativas (Inep).

“Teixeira vinculó al Inep con la Capes, estructurando así el sistema educativo brasileño, desde la educación básica hasta el posgrado, sin dejar de tener en cuenta las particularidades del federalismo brasileño”, dice Muraro. “De esa manera, pretendía llevar a cabo su idea de que la educación es un derecho de todos y no puede ser tratada como un privilegio de unos pocos”.

Fundación Anísio Teixeira En la Secretaria de Educación y Salud de Bahía, cargo que ejerció entre 1947 y 1950 (el primero a la der.)Fundación Anísio Teixeira

Entre 1955 y 1959, el educador presidió la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia (SBPC) y aprovechó la oportunidad para movilizar a la comunidad científica en torno a la fundación de una nueva institución educativa y de investigación. En 1962 se creó la UnB en Brasilia, la nueva capital federal. El antropólogo Darcy Ribeiro (1922-1997) sentó las bases de la institución, Teixeira concibió el modelo pedagógico y Oscar Niemeyer (1907-2012) diseñó los edificios.

El golpe de Estado de 1964 supuso un nuevo revés para Teixeira, quien había sustituido a Ribeiro como rector de la UnB. Cuando los militares lo apartaron del cargo se fue a Estados Unidos, donde fue docente en las universidades de California y Columbia. También pasó un tiempo en Chile, colaborando en la reestructuración de las universidades públicas. Escribió al menos una docena de libros sobre educación. Uno de ellos, Educação para a democracia (1936), intitula este artículo.

En 1970, Teixeira regresó a Brasil para trabajar como asesor de la Fundación Getulio Vargas en Río de Janeiro. El 11 de marzo de 1971, acordó almorzar con el filólogo Aurélio Buarque de Holanda (1910-1989) en el apartamento de este, en el barrio de Botafogo. “Antes de poder concretarlo, fue hallado muerto en el hueco del ascensor del edificio. Oficialmente, el episodio se consideró un accidente. Para mí, fue víctima de una emboscada de la dictadura militar”, dice De Lima Rocha, quien abona esa hipótesis en su libro Breve história da vida e morte de Anísio Teixeira (Edufba, 2019).

Carlos Antônio no está de acuerdo: “Sigo creyendo que su muerte fue accidental”. El hijo, uno de los cuatro que tuvo Teixeira, prefiere conservar la imagen de su padre como un hombre sencillo: “Le gustaba beber una cachaça antes del almuerzo de los domingos y ver los partidos de fútbol en la televisión”, recuerda. “Solía decir que las cosas solo avanzarán en este país cuando empecemos a hablar de educación con la misma seriedad con la que hablamos de fútbol.

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