Debido a que se encontraba sometiéndose a un tratamiento por su estado de salud, el ingeniero y físico Antonio Ricardo Droher Rodrigues no presenció el primer recorrido de los electrones en el anillo de Sirius, la nueva fuente de luz sincrotrón brasileña, el pasado 25 de noviembre de 2019. Tampoco estuvo presente cuando el equipo consiguió almacenar electrones durante varias horas en el acelerador, el 14 de diciembre del mismo año. Pero apareció para salir en una fotografía dos días después, cuando el equipo logró generar suficiente corriente como para que la luz sincrotrón llegara por primera vez a una de las futuras estaciones experimentales de Sirius. “Lo hicimos por él. Y se puso muy contento”, dice Antonio José Roque da Silva, director general del Centro Nacional de Investigaciones en Energía y Materiales (CNPEM), en Campinas. El físico falleció el 3 de enero a los 68 años, como consecuencia de un cáncer de pulmón. Era oriundo de la ciudad de Curitiba y estaba casado con Liu Lin, líder del grupo de Física de Aceleradores del LNLS. Deja tres hijos: Ian, Kevin y Erica.
Ingeniero civil graduado de la Universidad Federal de Paraná (UFPR) y doctor en física por el King’s College, University of London, Rodrigues fue el responsable del proyecto del acelerador sincrotrón no solo del Sirius, sino también del UVX, el primero del hemisferio sur, que fue inaugurado en 1997, ambos en el Laboratorio Nacional de Luz Sincrotrón (LNLS), en el CNPEM. “Rodrigues fue un ingeniero genial, responsable de la fase principal del proyecto del primer sincrotrón UVX. También fue quien proyectó el Sirius y dirigió las operaciones que condujeron a su éxito como una gran obra instrumental para la ciencia, proyectado por completo y construido en gran medida [un 80%] en Brasil”, dice Rogério Cezar Cerqueira Leite, presidente del Consejo del CNPEM. “Aparte de todo eso, siempre fue un científico abnegado, gentil y modesto. En definitiva, un ejemplo como científico y como ciudadano”.
Doctorado directo
“He conocido a muchas personas excepcionales, pero una inteligencia técnica y capacidad creativa como la de él no he visto nunca”, afirma el físico Cylon Gonçalves da Silva, quien estuvo a cargo del proyecto de construcción del UVX, al inicio de la década 1980 y dirigió el LNLS entre 1986 y 1998. “No era vanidoso, pero sabía lo que valía. Era un líder extraordinario por su generosidad”. En el segundo año de la carrera de ingeniería civil en la UFPR, Ricardo Rodrigues comenzó a estudiar óptica de rayos X bajo la tutela de Cesar Cusatis, coordinador del Laboratorio de Óptica de Rayos X e Instrumentación en el Departamento de Física. “Era un ser excepcional”, recuerda Cusatis. “Cuando se recibió fue inmediatamente aceptado como alumno de doctorado en el King’s College, donde tuvo como director de tesis a Michael Hart, el inventor del interferómetro de rayos X”, relata. “Cuando regresó a Paraná fue un soporte fundamental para nuestro laboratorio”.
Tres años después, se transfirió al Instituto de Física de São Carlos en la Universidad de São Paulo (IFSC-USP). “Él estaba dotado de una visión práctica, que había adquirido en la carrera de ingeniería, le interesaba la electrónica y, incluso cuando era estudiante, hizo la iniciación científica en óptica e instrumentación de rayos X”, dice el director general del CNPEM. Cuando Roberto Lobo, quien por entonces era el presidente del Centro Brasileño de Investigaciones Físicas, comenzó a montar el Comité Ejecutivo del Proyecto Radiación Sincrotrón –que sería el germen del primer sincrotrón brasileño y del LNLS–, Rodrigues era un candidato natural. “Bastaba con decirle que un proyecto era difícil para que mordiera el anzuelo”, recuerda Cylon Gonçalves.
Rumbo a Stanford
El físico pasó a formar parte del comité ejecutivo del proyecto en octubre de 1983. Dos años después, a los 33 años, coordinó el equipo de ingenieros y físicos que desarrolló el proyecto del anillo acelerador en el Stanford Synchrotron Radiation Laboratory (SSRL), en Estados Unidos, bajo la dirección de Helmut Wiedemann. “Aquí en Brasil no había nadie que supiera hacerlo y fuimos a aprender allá”, relató el propio Rodrigues en una entrevista para el sitio web O mundo da usinagem, en 2019. Cuando comenzó a construirse el UVX, en 1986, el físico ya era conocido con el mote de “el hombre de la máquina”, comenta Marcelo Baumann Burgos en el libro Ciência na periferia: A luz síncrotron brasileira (editorial UFJF, 1999). Un año después asumió el cargo de jefe de la División de Proyectos del recientemente creado LNLS.
El UVX fue inaugurado en 1997. Cuatro años más tarde, cuando Gonçalves dejó la dirección del LNLS, Rodrigues renunció. “Luego de 15 años de trabajo arduo todos estábamos exhaustos”, recuerda Gonçalves. Cuando dejó el LNLS, en 2002, Rodrigues decidió transformarse en emprendedor. Junto con Liu Lin y el técnico en electrónica Carlos Scorzato, un amigo suyo desde los tiempos de la UFPR, montó la empresa Skedio Tecnologia. “Nuestra propuesta consistía en fabricar instrumental”, relata Scorzato. La empresa desarrolló controles para la industria de la construcción civil, desfibriladores cardíacos, dosificadores, medidores de presión industrial, entre otros.
El nuevo sincrotrón
En 2009, el físico retornó al LNLS en respuesta a una invitación de José Roque da Silva, quien acababa de asumir la dirección del laboratorio con el compromiso de iniciar el proyecto de construcción del nuevo sincrotrón. La aceptación llegó luego de un almuerzo que duró más de dos horas. “Él me preguntó si había valido la pena haber construido el primer sincrotrón. Le respondí que el UVX fue fundamental para capacitar gente para dar un salto más competitivo con una nueva máquina. Además, esa era la posibilidad que se le presentaba de realizar su sueño de fabricar un dispositivo de punta”, dice el director general del CNPEM.
Cuando arrancó el proyecto Sirius, Rodrigues era nuevamente la persona acertada en el sitio correcto. El sincrotrón, de cuarta generación, fue concebido en el estado del arte de la tecnología, solo comparable al Max IV, que se había inaugurado en Suecia en 2016. “El proyecto inicial era hacer una máquina de tercera generación y fue entonces que el comité analizó que en todo el mundo ya estaban pensando en la cuarta. En el lapso de un mes rehicimos todo el proyecto de óptica de la máquina y cambiamos la cámara de vacío, que debía ser de cobre. Cumplimos una gran labor. Hoy disponemos de una máquina mejor que la del Max IV”, dijo Rodrigues en la entrevista con O mundo da usinagem. Él comandó el equipo del LNLS en el rediseño de la red magnética para que el brillo del Sirius fuese el más intenso de todos los sincrotrones en operación.
El nuevo dispositivo, que comenzará a operar este año, hará posible la realización de investigación competente. Las seis primeras estaciones experimentales de investigación –nanoscopía de rayos X, micro y nanocristalografía macromolecular, por ejemplo– fueron elegidas para atender a las nuevas demandas de la ciencia y la tecnología, como así también para permitir el avance de investigaciones en áreas estratégicas, tales como petróleo y gas, y también salud, entre otras.
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