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Homenaje

El hombre que calculaba

Imre Simon fue uno de los pioneros de la ciencia de la computación y el formador de una generación de matemáticos

ARCHIVO PERSONALTeórico de sólida formación, pero igualmente dotado como pocos de un sentido práctico en su área, Imre Simon falleció en su casa durante la madrugada del 13 de agosto, un día antes de cumplir 66 años. Un cáncer de pulmón diagnosticado durante el segundo semestre del año pasado abrevió la brillante trayectoria del profesor titular jubilado del Departamento de Ciencia de la Computación del Instituto de Matemáticas y Estadística de la Universidad de São Paulo (IME-USP). Querido y respetado por colegas, alumnos y ex pupilos de la academia, admirado en los círculos de internet a nivel nacional por su defensa del software de uso libre y el acceso abierto a la educación y al conocimiento científico en la gran red de computadoras, Simon figuraba entre los pioneros de la ciencia de la computación en Brasil. Ex presidente de la Sociedad Brasileña de Matemáticas, era miembro de la Academia Brasileña de Ciencias (ABC) y fue uno de los ideólogos del Programa Tecnología de la Información en el Desarrollo de la Internet Avanzada (Tidia) de la FAPESP.

Simon residió en Hungría, su tierra natal, hasta los 13 años, cuando la grave situación política de ese país empujó a su familia a emigrar hacia Brasil. Pero él hacia hincapié al presentarse como brasileño, dice Nataniel Simon, uno de los tres hijos del profesor. Y era considerado como tal por la comunidad científica internacional, que denominó con el nombre de geometría tropical al intrincado campo de las matemáticas del cual el investigador de la USP fue uno de los precursores.

La carrera académica de Simon comenzó en 1962, cuando ingresó en la carrera de ingeniería electrónica en la Escuela Politécnica de la USP. Allí comenzó una larga relación con la matemática y las computadoras. En aquella época, trabajó con la primera computadora de la USP, recuerda Tomasz Kowaltowski, profesor jubilado del Instituto de Computación de la Universidad Estadual de Campinas (IC-Unicamp), amigo de Simon desde los tiempos de la Poli. El brasileño hizo maestría y doctorado en ciencias de la computación en la Universidad de Waterloo, Canadá, a comienzos de los años 1970, y luego un posdoctorado en la Universidad París Diderot París VII, en 1980.

Era un gran especialista en investigaciones algebraicas combinatorias de autómatas finitos, pero poseía amplios intereses en ciencias de la computación. Desde el punto de vista aplicado, la teoría de los autómatas es una herramienta destinada a producir algoritmos que pueden utilizarse en diversos tipos de software.

Para la investigadora Claudia Bauzer Medeiros, docente del IC-Unicamp, el trabajo de Simon consolidó líneas de investigación, carreras y departamentos de ciencias de la computación en Brasil y en el estado de São Paulo, en especial en la USP y en la Unicamp. Era consecuente con las ideas en que creía y muy respetado, aun por quienes disentían con él, dice Claudia. El profesor Imre Simon contribuyó en forma insustituible para el desarrollo científico de Brasil. Su participación fue fundamental para el establecimiento de la ciencia de la computación en el país. Siempre colaboró intensamente con la FAPESP y sus ideas modelaron programas de la Fundación, afirma Carlos Henrique de Brito Cruz, director científico de la FAPESP. Lo echaremos de menos.

Durante cinco décadas, Simon cumplió una destacada labor en varios frentes. Junto a Kowaltowski y Claudio Lucchesi, del entonces Centro de Computación de la USP, colaboró en la implementación del primer examen de ingreso a la universidad computarizado en el país, en 1965. Dos años después, fue invitado por Delfim Netto, a la sazón ministro de Hacienda, para escribir un programa informático que calculase los índices de inflación, que por aquel tiempo rondaba los tres dígitos. Aquello constituyó un gran logro, considerando que la memoria de las computadoras llegaba tan sólo a 20 mil dígitos decimales, escriben Christian Choffrut, de la Universidad París Diderot París VII, y Yoshiko Wakabayashi, del IME-USP, en el prólogo de una edición especial de la revista Rairo Theoretical Informatics and Applications, publicada en homenaje a Simon en 2005. Era una fuente de inspiración, dice Yoshiko, quien fue alumna de Simon durante su maestría, en 1977 y luego su colega en el Departamento de Ciencia de la Computación de la USP durante décadas.

En otro capítulo de la publicación, el canadiense Denis Thérien, de la Universidad McGill, comenta la tesis doctoral que el brasileño defendió en la Universidad de Waterloo en 1972, titulada Hierarchies of events whit dot-depht one. Su trabajo tuvo un enorme impacto en la teoría de los autómatas, y actualmente, 30 años después, estamos en condiciones para apreciar su sensibilidad para seleccionar buenos problemas y su brillantez para resolverlos, afirmó Therién. Para él, la tesis de Simon es una obra maestra.

Los elogios que cosechó nunca lo hicieron cambiar su forma de ser simple y accesible. Se trataba de una persona totalmente carente de vanidad y afectación, atestigua Arnaldo Mandel, también profesor del IME-USP y uno de los primeros alumnos de maestría que Simon dirigió. Trataba a todos de la misma manera y sabía escuchar a quienes tenían ideas diferentes.

En un texto publicado en el sitio de Pesquisa FAPESP, Rogerio Meneghini, coordinador científico del programa SciELO Brasil, le rinde un homenaje al pionero de la ciencia de la computación en Brasil. Como lego en la materia, sólo puedo valerme de la confianza en mí mismo adquirida para intuir características de individualidad de aquéllos con quienes tuve el privilegio de interactuar, escribe Meneghini. Imre emanaba inteligencia, disposición para enseñar, incluso en una conversación entre dos, y pasión por compartir sus insights al respecto de este asombroso nuevo mundo de la computación y de internet. Y lo hacía dentro y fuera de las aulas, y eso marcó a todos los que lo rodeaban.

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