Imprimir Republish

Evolución

El largo viaje del hoacín

Los orígenes de un ave amazónica que sólo come hojas y “rumia” se encuentran en África

GEOFF GALLICE / WIKICOMMONSOpisthocomus hoazin, el hoacín: sus antepasados habrían migrado desde África hacia América del Sur a bordo de pequeñas balsas conformadas por plantas que cruzaron el Atlántico al capricho de los vientos y corrientes marítimasGEOFF GALLICE / WIKICOMMONS

Vuela de manera desgarbada entre la vegetación ribereña de la selva amazónica, su único hábitat contemporáneo. Allí, se alimenta solamente con hojas, y nada más. Tiene un gran buche y su sistema digestivo se asemeja al de un mamífero rumiante. Sus heces emanan olor a estiércol de vaca. Los taxonomistas todavía no se han puesto de acuerdo acerca de cómo clasificarla. Para algunos, sería un pariente lejano de las gallinas, aunque su apariencia y su porte recuerdan a un cuco, con el cual, según otros, estaría emparentada. Algunos incluso la sitúan junto al turaco, un ave africana. Desde hace más de 230 años, cuando fue descubierto, el hoacín (Opisthocomus hoazin), típico de las cuencas de los ríos Amazonas y Orinoco, intriga a los investigadores, que actualmente tienden a considerarlo como el único miembro vivo de un orden de aves separada de las demás, el de las Opisthocomiformes. Pero el descubrimiento, en Brasil, de la más antigua especie extinguida de aves emparentadas con el hoacín –un fósil con más de 20 millones de años denominado Hoazinavis lacustris, y la confirmación de que hubo, en África, al menos una forma de vida similar a la de la actual ave amazónica en un pasado remoto suministraron importantes pistas acerca del probable origen del misterioso animal. Hasta ahora no existía ningún registro de algún ave de ese orden fuera de América del Sur.

Ambos hallazgos fueron dados a conocer en un estudio publicado este mes en la revista científica alemana Naturwissenschaften por paleontólogos y ornitólogos de Brasil, Alemania y Francia. Según los investigadores, el análisis de todo el material fósil sugiere que los orígenes del ave sudamericana se encuentran en África, aunque la especie más antigua relacionada con el hoacín haya sido encontrada en el estado de São Paulo. “Pese a ser menos antiguos, los fósiles africanos exhiben características anatómicas más primitivas que las presentes en nuestro material”, explica el paleontólogo Herculano Alvarenga, fundador y director del Museo de Historia Natural de Taubaté, en el interior paulista, y uno de los autores del estudio. Si esa línea de razonamiento se mostrase en lo cierto, resulta razonable suponer que deben existir fósiles más antiguos que el del H. lacustris en alguna parte de aquel continente. El problema radica en que ellos no han sido hallados y nada garantiza que algún día eso suceda.

Todavía más sorprendente que las posibles raíces africanas del hoacín amazónico es la forma en que sus antepasados habrían realizado, hace algunas decenas de millones de años, la larga migración entre África y Sudamérica. En esa época, ya no existía conexión terrestre entre ambos continentes. África y América del Sur ya se habían separado hacía mucho tiempo, y el Atlántico, aunque más estrecho que ahora, era una barrera por vencer en una travesía intercontinental. Batir las alas durante una jornada de miles de kilómetros y atravesar el océano por aire era una tarea imposible para los antepasados del ave sudamericana, que parecían exhibir capacidades tan limitadas para el vuelo como el hoacín. Por descarte, la única manera era venir por mar. “esas antiguas aves habrían cruzado el Atlántico a bordo de balsas formadas por restos de plantas, que funcionaron como pequeñas islas flotantes y unieron ambos continentes”, afirma Alvarenga, experto en aves fósiles.

Al capricho de los vientos y las corrientes
Esta hipótesis puede resultar fabulosa para un lego en el tema, pero existen evidencias científicas capaces de sostenerla. “Todas las reconstrucciones al respecto de cómo eran los vientos y las corrientes marinas en aquella época favorecen la dispersión de especies desde África hacia América del Sur, y no en un sentido inverso”, dice el ornitólogo Gerald Mayr, del Museo Senckenberg, de Frankfurt, otro de los autores del artículo. Para aves con capacidad de vuelo limitada, es tipo de travesía intercontinental, a bordo de algún tipo de jangada vegetal que habría navegado el Atlántico al capricho de los vientos y corrientes, nunca se ha documentado. Aunque otros animales posiblemente hayan llegado aquí de esa manera. “Ésa es la idea más aceptada sobre cómo sucedió la migración de los roedores caviomorfos y los primates platirrinos desde África hacia América del Sur”, comenta la paleontóloga Cécile Mourer-Chauviré, de la Universidad Claude Bernard – Lyon 1, otra investigadora que firma el trabajo científico. Los roedores caviomorfos incluyen a animales típicos de Sudamérica, tales como el carpincho y la paca, y los primates platirrinos incluyen a los monos del Nuevo Mundo, hallados solamente en América.

Polluelo de hoacín y detalle de su ala: el ave vuela de manera desgarbada y tiene un buche de “rumiante”

Luís Fábio SilveiraPolluelo de hoacín y detalle de su ala: el ave vuela de manera desgarbada y tiene un buche de “rumiante”Luís Fábio Silveira

La formulación de la nueva teoría que intenta explicar los orígenes del ave sudamericana sólo fue posible gracias al descubrimiento en suelo brasileño de la nueva especie extinta y debido al trabajo de revisión del escaso material fósil relacionado con las Opisthocomiformes conservado en los museos internacionales. Este doble abordaje permitió que los investigadores  realizaran algo que hasta ahora no había sido posible: trazar un escenario de las relaciones evolutivas entre seres del pasado y la única forma viva de ese orden de aves, el hoacín.

La más antigua de las especies extintas de las Opisthocomiformes, la H. lacustris, habitó hace unos 22 a 24 millones de años la Formación Tremembé, en la zona de Taubaté, rica en fósiles animales. Tres partes del esqueleto de un único ejemplar de ave – un húmero completo (el hueso principal del ala), un trozo de escápula y otro de coracoide (hueso de la cintura escapular) – fueron hallados  por Alvarenga en sedimentos de un lago antiguo (por eso el nombre de lacustris) en 2008. “La morfología de esos tres huesos asociados no ofrece dudas de que se trataba de un ave emparentada con el hoacín”, comenta el paleontólogo paulista. El estudio de los fragmentos del esqueleto también reveló que la antigua ave debería poseer un gran buche, en el cual posiblemente las bacterias se encargaban de degradar parte de su dieta antes de que el alimento llegase al estómago. Todo bastante similar al actual hoacín. La descripción del fósil estuvo a cargo del brasileño y de sus colegas europeos en el paper de Naturwissenschaften.

El hueso de la suerte
Anteriormente al H. lacustris, los restos de tan sólo un único ejemplar de otra especie de ave extinta aparentemente relacionada con el hoacín habían sido descubiertos al final de los años 1990 en América del Sur. Se trata de un fragmento de un cráneo del Hoazinoides magdalenae, un animal que habría habitado en la Formación Villavieja, al oeste de los Andes, un territorio situado actualmente en Colombia, entre 11,8 y 13,5 millones de años atrás. Aunque exista escaso material óseo como para realizar una comparación minuciosa, el H. magdalenae parece ser muy similar al actual hoacín. Su porte era apenas algo mayor que el de su pariente amazónico contemporáneo. Resulta interesante notar que las dos especies extintas de Opisthocomiformes descubiertas en Sudamérica ocuparon sectores del continente que se encuentran fuera de la Amazonia, el actual hábitat del hoacín, un indicio de que las formas más antiguas del ave se habrían distribuido por un área geográfica bastante mayor.

048-051_Ave cigana_189La reclasificación de una especie extinta de ave africana, la Nambiavis senutae, dentro del orden filogenético del hoacín, expandió todavía más los antiguos dominios de este grupo de seres alados, buche grande y dieta vegetariana. Los fósiles de la especie, descritos por primera vez a comienzos de los años 2000, fueron encontrados en Namibia y, originariamente, catalogados como miembros de un grupo extinguido de aves de aquél continente, las Idiomithidae. Sin embargo, los análisis realizados por Alvarenga y sus pares europeos modificaron esta clasificación y colocaron a la N. senutae, que vivió hace unos 17 millones de años, dentro de las Opisthocomiformes. “Los fósiles africanos son bastante más diferentes al moderno hoacín que la H. lacustris hallada en Brasil”, afirma Mayr. “Pero aun así guardan gran parecido con el ave actual”. Entre las distinciones anatómicas más primitivas de la extinta especie africana, la francesa Cécile destaca el hecho de que los huesos coracoide y fúrcula – este último constituido por ambas clavículas soldadas al esternón, una estructura del esqueleto de las aves vulgarmente conocida como “hueso de la suerte”– todavía no se encuentran fusionados, tal como si fueran una única estructura. En los ejemplares adultos del moderno hoacín, la fusión de esos y otros huesos ya se completó. Fueron precisamente estos rasgos más ancestrales en los fósiles de la N. senutae  los que sostuvieron la formulación de la hipótesis del origen africano de las aves Opisthocomiformes.

Según el biólogo Luís Fábio Silveira, curador de las colecciones ornitológicas del Museo de Zoología de la Universidad de São Paulo (USP), la nueva teoría que ubica la cuna de los ancestros del hoacín fuera de América del Sur debe tomarse en serio y evaluarse a medida que se vayan descubriendo nuevos fósiles. “El estudio resulta muy interesante y beneficioso”, afirma Silveira, quien no participó del trabajo. “El origen del hoacín y por consiguiente, de sus relaciones de parentesco, se encuentran entre los mayores problemas de la sistemática (clasificación) de las aves. Nadie sabe si esa ave está más emparentada con las gallinas, los cucos o los turacos”. Ese dilema no ha sido resuelto por el nuevo estudio. Con todo, si el origen de ese orden de aves estuviera realmente en África, el trabajo de los paleontólogos y ornitólogos tal vez deba enfocarse prioritariamente en aquel continente, y no tanto en Sudamérica, donde el hoacín habita actualmente.

Artículo científico
MAYR, G. et al. Out of Africa: Fossils shed light on the origin of the hoatzin, an iconic Neotropic bird. Naturwissenschaften. v. 98, n. 11, p. 961-66. nov. 2011

Republicar