El Patito Feo, como se apodó a la primera computadora brasileña, surgió en 1972 como trabajo final de la asignatura Arquitectura de Computadoras del posgrado en ingeniería eléctrica del por entonces Departamento de Ingeniería de Electricidad de la Escuela Politécnica de la Universidad de São Paulo (Poli-USP). La máquina dejó un extenso legado en la enseñanza y en la industria de la computación en Brasil. Sirvió como base para el desarrollo de otra computadora, la G-10, construida merced a una colaboración entre la Poli-USP y la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro (PUC-RJ), a pedido de la Marina de Brasil. A su vez, la G-10 fue el prototipo del primer ordenador comercial del país, el MC 500, desarrollado por la empresa estatal Cobra – Computadores e Sistemas Brasileiros, creada en 1974 con el objetivo de desarrollar la tecnología nacional de computación.
Para que la Escuela Politécnica pudiera recibir los fondos destinados a la construcción de la G-10, se instituyó la Fundación para el Desarrollo Tecnológico en Ingeniería (FDTE), una de las entidades pioneras en el país cuya misión era la integración de las universidades públicas y la iniciativa privada en los esfuerzos de innovación y desarrollo tecnológico. “El Patito Feo, el ordenador construido con fondos del presupuesto de la Poli, no es solo su historia. Fue un proyecto cuyas derivaciones aún hoy en día repercuten en el desarrollo tecnológico del país”, dice el ingeniero electricista José Roberto Castilho Piqueira, exdirector de la Poli-USP y actual director de operaciones de la FDTE. El 22 de septiembre de este año, la unidad académica de la USP organizó un evento en conmemoración del cincuentenario del Patito Feo y de la FDTE.
El Patito Feo, una caja metálica de 100 kilos de peso, 1 metro (m) de alto, 1 m de largo y 80 centímetros de ancho (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 76), poseía 450 pastillas de circuitos integrados, que sumaban unos 3.000 bloques lógicos distribuidos en 45 placas de circuitos impresos. Su diseño incluía tan solo 4 kilobytes (kB) de memoria, un valor insignificante en la actualidad, cuando las memorias de los smartphones que caben en el bolsillo se cuentan por decenas de gigabytes (GB). Incluso para aquella época, los 4 kB de la máquina de la USP no eran significativos. Algunos modelos de computadoras tenían una capacidad de almacenamiento mucho mayor, entre ellas la IBM System 360, la familia de mainframes –sistemas de computación utilizados para el procesamiento de grandes volúmenes de datos– empleada en la misión Apolo que llevó al hombre a la Luna en 1969. A principios de la década de 1970, ya existían modelos con una memoria de cientos de kB.
Para entender la importancia que tuvo el Patito feo para Brasil es necesario ubicar su desarrollo dentro del contexto específico. Anteriormente hubo una única experiencia promovida con esfuerzos brasileños en el área de la computación. En 1961, estudiantes de la carrera de ingeniería electrónica del Instituto Tecnológico de Aeronáutica (ITA), en São José dos Campos (São Paulo), construyeron Zezinho, una computadora muy sencilla, cuya finalidad era exclusivamente didáctica y, en la práctica, no ejecutaba operaciones de computación (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 101).
Siete años más tarde, en 1968, en Brasil todavía no existían carreras de grado o de posgrado en computación cuando el Departamento de Ingeniería Electrónica de la Poli-USP creó el Laboratorio de Sistemas Digitales (LSD) –el actual Departamento de Ingeniería en Computación y Sistemas Digitales (PCS)– para dar cabida a un modelo IBM 1620, que estaba por ser desactivado: la máquina había sido donada por el Centro de Computación Electrónica de la USP. El propósito del grupo era que el dispositivo fuera estudiado mediante procedimientos de ingeniería inversa, es decir, desmontándolo, para entender cómo funcionaba y, a continuación, volviéndolo a armar.
En aquel entonces, los profesionales que se graduaban en las carreras de ingeniería no tenían perspectivas de obtener empleo en su área. “Nuestro mercado laboral se restringía a vacantes como representante comercial de empresas de equipos electrónicos, que comercializaban las escasas computadoras disponibles en el país. Unos pocos conseguían empleo como analistas de sistemas”, recuerda la ingeniera electrónica Edith Ranzini, graduada en 1969 y una de las primeras integrantes del LSD.
En 1970, el profesor Antônio Hélio Guerra Vieira, de la Poli-USP, quien más tarde fue presidente de la FAPESP (1979-1985) y rector de la USP (1982-1986), ideó una reforma que se hizo conocida como “Currículo 70”, que dividió la carrera de ingeniería eléctrica de la Escuela Politécnica en dos frentes: uno con énfasis en las telecomunicaciones y otro, en sistemas digitales. La cuestión es que no existían docentes capacitados para la carrera de Sistemas Digitales. Había que formarlos y, para ello, se incorporaron en el programa de posgrado en ingeniería electrónica varias disciplinas en el área de la computación y la electrónica, cuyos docentes fueron extranjeros. Uno de ellos era el estadounidense Glen Langdon Jr. (1936-2014), quien había trabajado previamente en IBM Brasil. Él fue quien en 1971 le propuso a la cohorte pionera integrada por 18 alumnos de la asignatura Arquitectura de Computadoras la construcción de una computadora como proyecto final de la carrera de posgrado.
Se trató de un gran reto. Los alumnos de la USP tuvieron que proyectar y construir el hardware, el software y las interfaces con los periféricos, que son los dispositivos auxiliares de la máquina. En aquella época, nada de esto se producía en Brasil. Tuvimos que aprender a fabricar cada pieza”, recuerda Ranzini.
El nombre de “Patito Feo” surgió a partir de una broma del por entonces estudiante de maestría Paulo Wanderlei Patullo. La Universidad de Campinas (Unicamp) había anunciado un convenio con la Marina de Brasil para construir lo que sería la primera computadora brasileña: el Cisne Blanco. “Nosotros decíamos que estábamos construyendo el Patito Feo, pero que este sería el primero en funcionar. Finalmente, fue el único de los dos ordenadores que se materializó”, relató Patullo en la celebración de los 50 años.
La inauguración del Patito Feo se produjo el 24 de julio de 1972, y contó con la presencia, entre otros, del entonces gobernador de São Paulo, Laudo Natel, del rector de la USP; Miguel Reale, y del obispo monseñor Ernesto de Paula, quien bendijo la máquina. Lo curioso es que no se realizó una demostración de la computadora funcionando. Un fotógrafo descuidado pisó el cable y desconectó el equipo, que luego tardó en reiniciarse.
Según relatan sus colegas de la Poli, Guerra Vieira, hoy con 92 años, siempre que se le consulta dice que el legado principal del Patito Feo fue la formación de un equipo de docentes calificados que difundieron la enseñanza de la computación en el país. “Fue un aprendizaje que trasladamos al aula. Enseñamos a partir de nuestra experiencia, no solamente sobre lo que habíamos leído”, afirma Ranzini. “Fue un gran privilegio tener como docentes a quienes habían participado en este proyecto. Percibíamos que ellos realmente conocían los retos que plantea la computación”, atestigua Jaime Simão Sichman, graduado en la Poli en los años 1980 y actual jefe del PCS de la escuela.
El legado para la industria fue igualmente importante. Edson Fregni, Celso Ikeda y Josef Manasterski, que fueron parte de esa promoción de estudiantes de la Poli, fundaron en 1975 Scopus Tecnologia, el primer fabricante brasileño de periféricos, que en los años 1980 lanzó la línea de microcomputadoras Nexus. En tanto, Itautec, que fabrica equipos de automatización bancaria, también ha tenido en su plantilla a egresados de esa promoción y, durante años, mantuvo proyectos de desarrollo tecnológico con el apoyo del LSD de la Poli.
La única institución anterior a la FDTE es la Fundación Vanzolini, vinculada al Departamento de Ingeniería de Producción de la Poli. “Las fundaciones de la Poli son instituciones que permiten a los docentes y alumnos de la carrera de ingeniería mantener un contacto cercano con las necesidades del sector productivo, lo que es ampliamente beneficioso para ambas partes”, resume Piqueira.
Entre los principales trabajos desarrollados a lo largo de la historia de la FDTE figuran los proyectos de análisis de seguridad del Metro de São Paulo, el sistema de operación y control de trenes de Ferrovía Paulista (Fepasa) –la actual Compañía Paulista de Trenes Metropolitanos (CPTM)– y una serie de proyectos de automatización bancaria e industrial. La FDTE mantiene un convenio con la Agencia Internacional de Energía Atómica (Aiea) para la realización de simulaciones de riesgos en las actividades de las centrales nucleares y ha provisto soporte a la implementación de sistemas de seguridad en redes eléctricas y de telefonía.
“El Patito Feo fue una inversión pública ejemplar”, afirma Piqueira. “Su costo fue equiparable a lo que se necesitaba para adquirir un automóvil básico en 1972 y generó múltiples resultados directos e indirectos”.
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