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El riesgo de viajar en avión

La probabilidad de transmisión de virus respiratorios como el nuevo coronavirus es alta para quien está ubicado cerca de un pasajero contaminado y baja para los demás viajeros

El transporte aéreo de pasajeros resultó afectado duramente por la pandemia de covid-19. La demanda de vuelos de nacionales se redujo un 93% en Brasil, y las conexiones aéreas internacionales prácticamente quedaron paralizadas en abril y mayo. Pese a registrarse una leve recuperación a partir de junio, las compañías aún no vislumbran en el horizonte un retorno a los niveles anteriores. El distanciamiento social necesario explica el cambio de comportamiento de los pasajeros. El turismo y los viajes de negocios fueron cancelados o postergados. Por ahora, solo viajan los que lo necesitan. Y lo hacen con preocupación. El traslado aéreo trascurre en un ambiente cerrado donde el contacto con desconocidos, que pueden o no estar contaminados, resulta inevitable.

A pesar de que los riesgos de transmisión de infecciones en los aviones no se conocen del todo, un estudio realizado en 2018 en Estados Unidos, previo a la pandemia del nuevo coronavirus, ayuda a dimensionar las situaciones de vuelo que generan las mayores probabilidades de contagio de enfermedades respiratorias que se transmiten a través de las microgotas de saliva, como es el caso del covid-19. Un equipo al mando de la bioestadística Vicki Stover Hertzberg, de la Universidad Emory, en Atlanta, y del matemático Howard Weiss, del Instituto de Tecnología de Georgia, acompañó a 1.540 pasajeros y 41 auxiliares de vuelo en 10 viajes efectuados en Estados Unidos. Los vuelos, cuya duración varió entre 3 y 5 horas, se realizaron en aviones con un único pasillo que separaba dos filas de tres asientos.

La conclusión a la que arribó el estudio indica que el riesgo de transmisión de enfermedades respiratorias es alto para los pasajeros sentados a una distancia de 1 metro de alguien infectado, y es improbable para aquellos que se encuentran más alejados. Quien se encuentre delante, detrás o al lado de un pasajero enfermo es más susceptible al contagio. Los desplazamientos de pasajeros y tripulantes pueden elevar el riesgo. Cualquier individuo que se desplace en el interior de la aeronave puede acercarse a un eventual contaminado. Un pasajero sentado en la butaca lindante con el pasillo tiene más contacto con los individuos en movimiento. Las aglomeraciones de gente en los pasillos aguardando que la puerta se abra para desembarcar también constituyen un problema, al igual que las hileras de embarque desordenadas.

El virólogo Fernando Spilki, presidente de la Sociedad Brasileña de Virología e investigador del Laboratorio de Microbiología Molecular de la Universidade Feevale, en Nova Hamburgo (Rio Grande do Sul), dice que, en caso de detectarse a un pasajero contaminado con el nuevo coronavirus, la zona de riesgo que debe investigarse, según el protocolo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), abarca las dos butacas laterales y las dos filas hacia atrás y hacia adelante. “El avión es un entorno de riesgo, y el uso de máscaras es imprescindible para hacer frente a la pandemia de covid-19, así como todas las precauciones de distanciamiento social”, pondera Spilki.

El virólogo advierte que otro problema es la posibilidad de que las gotitas respiratorias impregnen objetos tales como los cinturones de seguridad, los apoyabrazos de las butacas y las manijas de las puertas de los baños. “Si bien esa acaso sea una forma más improbable de contagio, nadie sabe aún cuánto tiempo el Sars-CoV-2 permanece activo en esos objetos”, enfatiza.

“Los riesgos siempre existen. El reto que afrontamos consiste en atenuarlos hasta un nivel aceptable”, opina Ruy Amparo, director de Seguridad y Operaciones de Vuelo de la Asociación Brasileña de Empresas Aéreas (Abear). Las compañías aéreas establecieron junto a la Agencia Nacional de Aviación Civil (Anac) y la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa), una serie de procedimientos protocolares en tiempos de pandemia. Entre ellos figuran medidas para garantizar el distanciamiento físico durante el embarque y desembarque y la desinfección de las aeronaves luego de cada aterrizaje. Otra normativa es la obligatoriedad del uso de máscaras para tripulantes y pasajeros. Antes de los vuelos, se verifica si los pasajeros tienen síntomas de fiebre.

El aire circulante en la aeronave es una preocupación especial. Recientemente, la OMS reconoció que existen evidencias de que el nuevo coronavirus puede transmitirse a través de aerosoles, las gotitas en suspensión en el aire producidas por una persona infectada al estornudar, toser o hablar.

Amparo explica que en las aeronaves comerciales el aire se renueva cada tres minutos. Se lo captura del ambiente exterior y se lo mezcla en una proporción del 50% con el aire de la cabina. Luego fluye verticalmente. Se distribuye desde la parte superior de la aeronave y se aspira desde abajo, reduciendo la posibilidad de circulación horizontal entre las filas de asientos. El aire captado en el suelo se filtra por medio de un sistema denominado High Efficiency Particulate Air, al cual se lo conoce por la sigla Hepa. “Se trata de un sistema que se moderniza constantemente. El que equipa a las aeronaves puede filtrar más del 99,7% de las partículas transportadas por el aire”, dice Amparo.

El profesor de ingeniería y ciencias mecánicas Jurandir Itizo Yanagihara, responsable a cargo del Centro de Ingeniería del Confort de la Escuela Politécnica de la Universidad de São Paulo (Poli-USP), certifica el desempeño de los filtros Hepa, presentes también en centros quirúrgicos y unidades de terapia intensiva (UTI) de hospitales. “El Hepa es capaz de capturar partículas de 0,01 micras de diámetro. El coronavirus es mayor, mide entre 0,06 y 0,14 micrones, y las partículas respiratorias que pueden contenerlo son aún mayores”, compara. El sistema de ventilación también dificulta que las partículas del virus se desplacen por el avión, pero no impide la contaminación directa. “Al hablar, toser o estornudar, un infectado emite microgotas que pueden afectar a un individuo ubicado cerca antes de que esas partículas pasen por el filtro de aire”, explica.

La infectóloga Tânia Chaves, miembro de la Sociedad Brasileña de Infectología y docente de la Facultad de Medicina de la Universidad Federal de Pará (UFPA), estima que las medidas adoptadas por las compañías aéreas son correctas y deben profundizarse. “Sería necesario garantizar el distanciamiento social también durante los vuelos”, dice.

Los fabricantes discuten modificaciones en la disposición interna de las aeronaves a los efectos de adoptar butacas individuales o eliminar las del medio en las filas para asegurar un mayor distanciamiento. Otra de las medidas, según la experta, es la suspensión de los alimentos en los vuelos nacionales. “La aviación es un medio de transporte colectivo seguro en tiempos de pandemia, pero hay que reforzar los protocolos de seguridad en cuanto a la salud y a la limpieza de los aviones”, reflexiona.

Artículo científico
HERTZBERG, V. S. et al. Behaviors, movements, and transmission of droplet-mediated respiratory diseases during transcontinental airline flights. PNAS. v. 115, n. 14, p. 3623-37. 3 abr. 2018.

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