
Julia D’OliveiraLos reptiles ancestrales que vivieron hace más de 250 millones de años habrían escuchado el zumbido de los insectosJulia D’Oliveira
Para que un lagarto pudiera sobrevivir en el ambiente oscuro, humeante y con escaso alimento que era la Tierra hace entre 250 y 200 millones de años, una era signada por dos eventos de extinciones masivas, era imprescindible tener un buen oído. Gracias a eso, el reptil podía escuchar mejor a sus presas y predadores o incluso practicar alguna comunicación vocal con sus congéneres.
La membrana timpánica, una película que se mueve al entrar en contacto con las ondas sonoras, fue un avance evolutivo que amplió el espectro sonoro detectado por los reptiles. Esta pequeña pieza del sistema auditivo de aves, caimanes, cocodrilos, serpientes, lagartos y tortugas fue clave para que estos animales pudieran sobrevivir y proliferaran a lo largo de la historia evolutiva, según un artículo publicado en octubre en la revista Current Biology. Las aves figuran en el estudio porque evolutivamente, ellas y los reptiles comparten un mismo antepasado común.
La investigación tiene implicaciones para un dilema importante en materia de biología evolutiva. “Existe un amplio debate al respecto de la evolución de la audición en los reptiles: si surgió de manera independiente en varios grupos o a partir de un antepasado común”, dice el paleontólogo Mario Bronzati, un investigador brasileño que realiza una pasantía posdoctoral en la Universidad de Tubinga, en Alemania, y autor principal del artículo.
La disputa entre las hipótesis fue alentada por el tamaño del grupo de los reptiles, que actualmente incluye más de 20.000 especies, y por la falta de estudios enfocados en la evolución de la audición de este grupo. “Muchas investigaciones se han centrado en especies animales modelo, como las gallinas y los ratones”, dice Bronzati. Haciendo esta salvedad, los resultados expuestos en el artículo reciente apuntan que la audición surgió a partir de un evento único y fue heredada por los descendientes.
Los investigadores han arribado a estas conclusiones a partir del estudio de fósiles y embriones de reptiles, adónde confluyeron dos campos del conocimiento: la paleontología y la biología evolutiva del desarrollo, que estudia la embriología basada en la evolución y a la que los científicos llaman evo-devo [un acortamiento de su denominación en inglés evolutionary developmental biology].
“Sin esta combinación de saberes no habríamos podido responder todas las preguntas que nos planteamos”, explica la bióloga Tiana Kohlsdorf, de la Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras de Ribeirão Preto de la Universidad de São Paulo (FFCLRP-USP) y coordinadora del estudio. “El estudio de los fósiles nos habilita a inferir una escala temporal más antigua, que incluye el antepasado común, y el desarrollo a lo largo de la vida, con base en los embriones, nos permite ver cómo se desarrolla la membrana en los reptiles que aún están vivos”.
El análisis de los embriones también es importante porque la membrana timpánica es un tejido blando que no se ha preservado en los fósiles. Incluso los caracteres óseos asociados a la audición son variables y no siempre sirven como pista, como es el caso de una pequeña estructura en forma de concha del cráneo de los lagartos que no está presente en los caimanes o yacarés.
“Los autores abordan la cuestión de una manera innovadora”, dice la paleontóloga brasileña Gabriela Sobral, del Museo de Stuttgart, en Alemania, quien no participó del estudio. En 2019, ella publicó un artículo en la revista PeerJ sobre la identificación del tímpano en el linaje ancestral que daría origen a los crocodilios y las aves. “El artículo muestra que la principal característica utilizada para identificar la audición timpánica en fósiles, la concha, es una condición específica de serpientes y lagartos”.
“La paleontología y la evo-devo son complementarias: un área proporciona a la otra ejemplos concretos de lo que es factible que exista dentro de un universo cuasi infinito de posibilidades”, prosigue Sobral. “El artículo muestra cómo la paleontología es una pieza fundamental para entender la evolución de la vida en la Tierra”.