Una de las presentaciones más contundentes de la 5ª Conferencia Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, realizada en Brasilia, fue la del rector de la Universidad Federal de Pará (UFPA), Emmanuel Zagury Tourinho. El 31 de julio, en una sesión plenaria sobre las oportunidades y desafíos para el desarrollo sostenible, uno de los lemas de la conferencia, Tourinho afirmó en forma categórica que no existen proyectos de desarrollo de la Amazonia que puedan definirse como sostenibles y que la degradación del modo de vida de las poblaciones tradicionales, que ayudan a mantener la selva en pie, está llegando a un punto sin retorno que pone en jaque la preservación del bioma.
Graduado en psicología en la UFPA y doctor por la Universidad de São Paulo (USP), Tourinho es especialista en psicología aplicada a los procesos culturales y conocedor del ambiente de investigación en la Amazonia. Además de ser el rector de la universidad más importante de la región, fue miembro de los consejos científicos de instituciones tales como el Museo Paraense Emílio Goeldi, de Belém [Pará], y del Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonia, de Manaos [Amazonas]. También presidió la Asociación Nacional de Directores de Instituciones Federales de Educación Superior (Andifes) entre 2017 y 2018. El día siguiente al de su presentación en la conferencia, concedió la siguiente entrevista.
Usted dijo que la Amazonia está llegando a un punto sin retorno en lo que se refiere a la degradación del entramado social de sus poblaciones tradicionales, una situación equiparable a la deforestación. ¿En qué consiste este proceso?
Existen intereses de grandes grupos económicos en los territorios de la Amazonia y parte de las poblaciones tradicionales están siendo expulsadas de estas áreas, por lo que deben emigrar hacia las periferias de ciudades pobres que no ofrecen condiciones adecuadas de supervivencia. Todo ello pone en riesgo un modo de vida que, hasta ahora, garantizaba que la selva se mantuviera en pie. Si la ocupación de la Amazonia cambia, con la expulsión de estas poblaciones, no se sabe qué va a ocurrir con la selva. Tenemos que sacar provecho de este interés mundial por la conservación de la selva para demostrar que tenemos que asegurar la subsistencia de las poblaciones que hasta ahora han protegido la selva. Me estoy refiriendo a la totalidad de las poblaciones tradicionales: indígenas, quilombolas [habitantes de palenques], extractivas y ribereñas. Todas estas comunidades están hoy en día expuestas a muchos tipos de violencia y, en el caso de los indígenas, la falta de demarcación de sus territorios los vuelve aún más vulnerables.
¿Cómo está ocurriendo esta degradación?
Voy a poner como ejemplo a los arroceros que fueron expulsados por orden de la Justicia Federal de la Tierra Indígena Raposa Serra do Sol, en Roraima. Algunos se trasladaron a la isla de Marajó. La transformación de una amplia zona de Marajó en un territorio para la producción de arroz desplazó a las poblaciones tradicionales. Hubo un efecto directo en el paisaje y en las poblaciones, que mientras estuvieron allí, aseguraban en cierta medida que la selva se mantuviera en pie y proyectos agroforestales sostenibles. Véase también la cadena de producción del asaí. Hoy en día la fruta se consume en todo el mundo y parte del territorio de la Amazonia que no estaba ocupada por este cultivo ahora está pasando a estarlo. Las poblaciones ribereñas que viven de la cosecha del asaí se ven afectadas por esta nueva economía, no necesariamente en forma positiva. La incidencia de la enfermedad de Chagas ha aumentado en la región, porque la vinchuca, el insecto transmisor, que solía vivir en otro tipo de vegetación, se concentra en las plantaciones de asaí. También ejercen presión los madereros y los garimpeiros ilegales. No hay ningún sistema que proteja a estas poblaciones.
Usted ha dicho que no hay proyectos sostenibles de desarrollo de la Amazonia. ¿Por qué?
La razón fundamental es que no son proyectos destinados a promover el desarrollo social de los pueblos de la Amazonia, sino a generar riqueza para grandes grupos económicos, que eventualmente también generan divisas internacionales para el país. Dejan en segundo plano las condiciones de vida de las poblaciones y crean pasivos sociales y ambientales. Cada nuevo proyecto que llega promete mayor empleo, más infraestructura para las ciudades, y después no es eso lo que se ve. Hay algunos beneficios puntuales en algunos lugares, pero nada que pueda compararse con el volumen de las riquezas extraídas y los perjuicios ocasionados. Esto no significa que no sea posible desarrollar la economía haciendo un uso sostenible de los recursos naturales.
También ha dicho que los burócratas no son capaces de desarrollar proyectos inclusivos. ¿Qué tipo de gobernanza debería implementarse?
Cuando me refería a los burócratas, estaba aludiendo a los gestores de los organismos financieros que desconocen la realidad de la Amazonia y diseñan proyectos basados en cuestiones lógicas: ¿cómo podemos sacar provecho de toda esta riqueza que alberga la Amazonia? El poder público debe mantenerse alerta y solo permitir que prosperen aquellos proyectos que protejan los derechos de las poblaciones locales. Eso puede hacerse, pero es necesario cambiar la lógica. Hay que escuchar a las poblaciones y otorgarles poder de decisión. Ello tendrá lugar de manera satisfactoria si esas poblaciones pasan a ser las beneficiarias económicas directas.
Ha criticado los proyectos de generación de energía limpia en la Amazonia diciendo: “¿Limpias para quién?” ¿Por qué?
Es un equívoco pensar que cualquier proyecto de energía limpia es sostenible o positivo para todos. Algunos de esos proyectos ponen en riesgo la forma de vida de las personas que viven donde son puestos en práctica. Ésa es la historia de algunas de las centrales hidroeléctricas de la Amazonia: han desorganizado la existencia de amplias comunidades y degradado las condiciones de vida de estas personas. La represa de Belo Monte es un ejemplo de ello. Las poblaciones han sufrido daños irreparables. Pero los que lo ven de lejos dicen: “¡Qué bueno, estamos produciendo más energía limpia!” La energía renovable no es sinónimo de sostenibilidad si no incluye una dimensión social.
¿Cómo pueden colaborar los investigadores para hacer frente a este problema?
No hay manera de hacerle frente sin recurrir simultáneamente a la inteligencia científica y a los conocimientos tradicionales locales. En los proyectos para la Amazonia, lo que prevalece es el principio del vacío. Se piensan como si no existieran personas que conocen la realidad local y son capaces de decir cómo deben formularse. En la Amazonia tenemos instituciones científicas y tecnológicas muy bien estructuradas, que realizan investigaciones que incluyen una interacción cotidiana con la población. Tenemos que escuchar más a esta inteligencia científica.
En la iniciativa Amazonia+10, que reúne a investigadores de 25 estados brasileños y del exterior, una de las preocupaciones es captar más científicos de la Amazonia, para que no se repita lo que ocurrió con la formación de las redes de investigación en la Amazonia que eran dirigidas por científicos de otras regiones que luego regresaban a sus estados de origen. ¿Esto es necesario?
Lo que debe haber es una cooperación entre quienes hacen ciencia en la Amazonia y fuera de ella. La realidad es que las instituciones de la Amazonia desean trascender la lógica colonialista, una práctica habitual cuando a los investigadores amazónicos solo se los convocaba para que recolectaran datos para sus colegas de afuera. Ya no queremos ser meros recolectores de datos. Queremos desarrollar una agenda de investigaciones pensada a partir de la realidad que vive la Amazonia y establecer cooperaciones con quienes deseen colaborar. La agenda de investigación debe tener como referencia la frontera del conocimiento, pero también tiene que basarse en la realidad social e incluir el empoderamiento de la población que posee conocimientos científicos, para que participe en el debate al respecto de las políticas que han de implementarse en la región. La UFPA lidera el Centro Integrado de Sociobiodiversidad de la Amazonia, el Cisam, con investigadores de las 13 universidades federales con sede en la Amazonia. El Cisam está orientado por esta visión de la ciencia, reconociendo la complejidad de los problemas de la Amazonia y adoptando enfoques interdisciplinarios.