En la punta de las cerdas que recubren el dorso de las orugas conocidas como churruscos o tataranas se encuentra una glándula encargada de la producción de su veneno, un cóctel de toxinas que en contacto con la piel humana puede provocar serios problemas de salud y, en casos extremos, matar. La identificación de la célula productora de veneno de la oruga Lonomia obliqua es el resultado del trabajo de científicos del Instituto Butantan, en São Paulo. Bajo la coordinación de la bióloga Diva Denelle Spadacci-Morena, del Laboratorio de Fisiopatología, analizaron las cerdas de la oruga con la ayuda de un microscopio electrónico de barrido, capaz de ampliar la imagen decenas de miles de veces, y detectaron la existencia de una célula responsable de la producción del veneno.
Desde hace algún tiempo se sabe que otras especies de orugas, tales como las del género Automeris, poseen una glándula de veneno en sus vellos. Pero había dudas acerca de lo que ocurría con las tataranas, que ya han sido calificadas popularmente como asesinas a causa de los accidentes fatales que provocan. Antes de que lo hiciera el equipo del Butantan, otros científicos también investigaron las cerdas de la Lonomia. Como no encontraron la glándula, infirieron que el veneno sería producido en el interior del cuerpo de la oruga: para estos investigadores, las cerdas funcionarían únicamente como tubos que transportan la secreción hacia afuera.
Además de identificar a la célula productora de toxinas, los investigadores del Butantan constataron que el veneno, una vez producido, queda almacenado en el extremo de los vellos. “Un ligero roce es suficiente para romper la punta de las cerdas y liberar el líquido”, dice Spadacci-Morena, primera autora del artículo donde se describió el hallazgo en septiembre de 2016, en la revista Toxicon. Curiosamente, no todas las cerdas producen el veneno, un líquido de color anaranjado. Algunos de estos vellos liberan hemolinfa, un fluido verdoso responsable del transporte de nutrientes a través del cuerpo de la oruga.
Estas orugas, comunes en las propiedades rurales del sur de Brasil, pueden medir 6 centímetros de longitud. Son los ejemplares inmaduros (las larvas) de una mariposa marrón cuyas alas, cuando están desplegadas, se asemejan a hojas secas. Las orugas nacen de los huevos depositados en troncos y hojas de los árboles y pasan por seis estadios de desarrollo hasta transformarse en mariposas adultas. Como larvas, viven en grupos de más de 80 ejemplares que, pese a sus cerdas verdes, suele confundírselas con la corteza de los árboles. Así, en esas circunstancias, ocurren los accidentes más graves.
Pequeñas cantidades del veneno provocan quemaduras en la piel, inflamación local y un ligero malestar durante los primeros minutos. En grandes cantidades, sin embargo, la ponzoña puede desencadenar trastornos hemorrágicos e incluso insuficiencia renal al cabo de algunos días. “En esos casos, de no tratársela, la persona empieza a sangrar por la nariz y por las encías, y a perder sangre por la orina”, explica el entomólogo Roberto Moraes, uno de los autores del estudio publicado en Toxicon. Una proteína específica del veneno llamada Lopap altera la coagulación sanguínea y facilita la aparición de hemorragias.
Los relatos de accidentes con la oruga Lonomia empezaron a surgir a finales de la década de 1980, sobre todo en el norte del estado de Rio Grande do Sul. En ese entonces, alrededor de 300 personas sufrieron incidentes en la localidad de Paso Fundo, en donde esta oruga es más común. En total, anualmente, se registran alrededor de 500 accidentes de este tipo en Brasil. A causa de la gravedad de los casos, investigadores del Laboratorio de Inmunoquímica del Instituto Butantan, bajo la coordinación del inmunólogo Wilmar Dias da Silva, pusieron en marcha en 1994 la producción de un suero neutralizador del veneno. La médica Fan Hui Wen, responsable del Laboratorio de Artrópodos del Butantan, coordina actualmente la producción de dicho antídoto, elaborado con base en un extracto de las cerdas de la oruga, el cual, una vez purificado, se inyecta en caballos. Todos los años, llegan al Butantan de manos de agricultores alrededor de 3 mil orugas, una cantidad que permite producir 10 mil ampollas del suero, las suficientes como para atender los casos que ocurren en Brasil.
Proyecto
Identificación y caracterización de las toxinas con actividad hemolítica de la oruga Lonomia oblicua y de la glándula productora de las toxinas: Estudio bioquímico y morfológico (nº 01/07643-7); Modalidad Ayuda a la Investigación – Regular; Investigadora responsable Ida Sigueko Sano Martins (Instituto Butantan); Inversión R$ 127.423,13
Artículo científico
SPADACCI-MORENA, D. D. et al. The urticating apparatus in the caterpillar of Lonomia obliqua (Lepidoptera: Saturniidae). Toxicon. 1º sep. 2016.