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Cientometría

Estiman cuántos años duran las colaboraciones científicas en Brasil

En un estudio de la Universidad Federal del ABC se analizaron artículos escritos en coautoría en 81 áreas del conocimiento

Felipe Mayerle

Entre los investigadores brasileños del área de la medicina, las colaboraciones científicas pueden durar unos cinco años, este es aproximadamente el tiempo durante el cual las duplas de científicos trabajan en forma conjunta compartiendo la autoría de artículos académicos. En el ámbito de la ingeniería nuclear y la ingeniería biomédica, la duración promedio de estas coautorías llega a ser de ocho años. En cambio, en áreas tales como historia, letras, filosofía y artes, es mucho más breve, cercana a dos años: en estos campos del conocimiento aún no son habituales las cooperaciones y buena parte de su producción lleva la firma de pocas personas, a menudo una sola.

El inédito panorama sobre la longevidad de las colaboraciones científicas forma parte de una investigación sobre la producción académica de los doctores brasileños en 81 áreas del conocimiento, con base en datos extraídos de la plataforma de currículos Lattes, del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq). “Las asociaciones cuyo resultado es la coautoría de artículos dependen de variables subjetivas, como la creación de vínculos de afinidad y confianza, y de la cultura tradicional de publicación de cada disciplina. Nos propusimos constatar la probabilidad de que los investigadores se agrupen y maduren relaciones de este tipo”, explica el científico de la computación Jesús Pascual Mena-Chalco, del Centro de Matemática, Computación y Cognición de la Universidad Federal del ABC (UFABC).

Este estudio es fruto de la investigación doctoral aún en curso de la científica de la computación Andréia Gusmão, alumna de la UFABC, bajo la dirección de Mena-Chalco, y fue publicado en 2022 en la revista científica Em Questão. Para ello se recopilaron artículos, presentaciones en congresos, libros y capítulos de libros de más de 200.000 doctores que actualizaron su producción en la Plataforma Lattes entre 2019 y 2020. Los responsables del estudio extrajeron tres indicadores de este notable volumen de datos. Uno de ellos es la durabilidad de una coautoría académica: el tiempo de vigencia, en años, de las colaboraciones entre grupos de investigadores hasta que llegan a generar publicaciones.

El segundo indicador es la dimensión de una coautoría académica: la cantidad de personas que participan simultáneamente en el mismo trabajo. Se excluyeron del cálculo los que tenían un solo autor que, por cierto, eran más de la mitad de los trabajos en áreas más reacias a las colaboraciones científicas, tales como la educación, el derecho y la literatura. Para evitar distorsiones, también se descartaron los estudios con más de 40 coautores: la física, un área en la que proliferan los consorcios internacionales de investigación con miles de participantes, fue la disciplina con más trabajos descartados.

En tanto, el tercer indicador, denominado como el “recorrido de los coautores”, fue establecido por el propio grupo y viene determinado por la relación entre la longevidad y la dimensión de la coautoría. Los recorridos son más largos cuanto menor es el grupo de investigadores participantes; al fin y al cabo, es más difícil mantener unido en el tiempo a un equipo de cuatro coautores que a tres o dos. Pero el comportamiento varía mucho según las distintas disciplinas. “En matemática, los grupos son más pequeños, formados principalmente por directores de alumnos o exalumnos, pero se mantienen unidos durante varios años. En cambio, en las áreas de la salud, tales como medicina, farmacología, enfermería y odontología, los colaboradores pueden ser mucho más numerosos, pero el grupo tiende a permanecer estable durante menos tiempo”, consigna. Siempre hay puntos fuera de la curva y el área médica registró el recorrido más duradero de la investigación: es el caso de dos investigadores que escribieron artículos juntos durante 46 años, en una cooperación calificada como vitalicia. El estudio observó perfiles de colaboración similares en disciplinas que tienen un origen común, como son la física y la astronomía, la biología y la medicina, la computación y la ingeniería eléctrica. “Son áreas hermanas, que se han separado pero siguen compartiendo prácticas de publicación”, dice Mena-Chalco.

Desde hace tiempo existe el consenso de que la investigación colaborativa es esencial para el progreso de la ciencia. Muchos campos de investigación se han vuelto tan complejos y especializados que requieren esfuerzos cooperativos e interdisciplinarios para lograr avances en el conocimiento. En algunas áreas, se han formado consorcios internacionales cuya producción ha dado lugar a un fenómeno, no abordado por el estudio de la UFABC, conocido como hiperautoría, que es la publicación de artículos con más de mil autores, cada uno responsable de una contribución que a menudo es pequeña, por ejemplo, en la recolección o el análisis de datos (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 289).

Alexandre Affonso / Revista Pesquisa FAPESP

“Las políticas públicas están promoviendo y ampliando las colaboraciones en todo el mundo. Por lo tanto, conocer las características y la eficiencia de estas asociaciones se ha vuelto pertinente para evaluar los resultados del trabajo de los investigadores”, dice la científica de la información Solange Santos, coordinadora de producción y publicación de la colección de revistas SciELO Brasil, quien también es coautora del artículo elaborado por los investigadores de la UFABC. “Recientemente, incluso en áreas menos proclives a las colaboraciones, ha habido un crecimiento progresivo de la cantidad de trabajos en coautoría”.

Estudios anteriores publicados por Mena-Chalco y colaboradores habían analizado otras características de las colaboraciones en Brasil, sacando provecho del desarrollo de herramientas informáticas que permitieron extraer y analizar grandes volúmenes de información de la plataforma Lattes. Una de esas facetas fue el aumento de la frecuencia de las colaboraciones: entre 2008 y 2010 se registraron algo más de 1 millón de colaboraciones, en contraste con las apenas 63.944 observadas entre 1990 y 1992 (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº218). También se estudió la influencia de la proximidad geográfica en la conformación de redes de cooperación (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº241). En el nuevo trabajo, buscaron pistas sobre cómo se mantienen las colaboraciones a lo largo del tiempo y los factores que pueden influir en su estabilidad.

El grupo no sólo trabaja con datos de la plataforma Lattes. El año pasado, Mena-Chalco y Gusmão presentaron los resultados de un estudio en el XXII Encuentro Nacional de Investigación en Ciencias de la Información (Enancib), en Porto Alegre [Rio Grande do Sul], en el que sondearon el perfil de las colaboraciones de los investigadores en ciencias de la información. Se analizaron artículos publicados entre 1968 y 2021 indexados en la base de datos Web of Science, que no abarca una producción tan extensa como la registrada en los currículos Lattes y que está centrada en las revistas internacionales tradicionales y consolidadas. Los resultados mostraron, como era de esperar, que los grupos más pequeños publican juntos durante más tiempo que los más grandes y que las colaboraciones institucionales, que se caracterizan por contener investigadores de una misma filiación, son las más duraderas, con una duración de 10 años para los grupos de dos coautores. En las colaboraciones internacionales, el periodo más largo de colaboración entre dos investigadores fue de siete años.

Según el científico de la computación de la UFABC, los indicadores propuestos son objetivos, pero no miden las colaboraciones en toda su complejidad. “No todas las colaboraciones resultan en la publicación de un artículo, así como hay otros papers con una gran cantidad de coautores en los que la relación entre ellos no necesariamente configura una colaboración”, dice. “Analizamos las interacciones sociales que se establecen cuando los investigadores comparten la autoría de los artículos, pero hay muchas más personas implicadas en este proceso, entre ellas, directores, revisores de artículos, editores de revistas. Detrás de cada artículo hay un trabajo cooperativo de un número mucho mayor de personas”.

Uno de los aspectos abordados en el estudio de Em Questão fueron las interacciones entre directores y alumnos, que pueden mantenerse por más o menos tiempo, dependiendo del área. “En economía, por ejemplo, los exalumnos suelen interrumpir las colaboraciones con su director de investigación, a diferencia de lo que ocurre en muchas disciplinas”, dice Mena-Chalco.

En un artículo publicado en 2021, también en Em Questão, un grupo de investigadores de la Escuela de Artes, Ciencias y Humanidades de la Universidad de São Paulo (EACH-USP) mostró que los artículos firmados conjuntamente por directores y dirigidos crecieron en volumen en todas las áreas del conocimiento desde la década de 1980, con mayor énfasis en las ciencias biológicas y agrarias y, posteriormente, en disciplinas como las letras y la lingüística. “Incluso en las humanidades, en las que estas coautorías eran poco frecuentes porque se decía que la tesis pertenece al alumno y no al director, hemos observado en los últimos años un crecimiento notorio de los artículos firmados por docentes y estudiantes de posgrado, aunque en un nivel inferior al de otros campos del conocimiento”, dice uno de los autores del trabajo, el científico de la computación Luciano Digiampietri, profesor de la licenciatura en sistemas de la información de la EACH-USP. “En general, el incremento progresivo de la producción científica brasileña en los últimos 40 años se ha traducido en un aumento de los estudios realizados en colaboración”.

El grupo de la UFABC pretende ahora evaluar los recorridos con mayor profundidad. “Vamos a analizar la cuestión de género para saber si estas trayectorias son diferentes en los grupos más homogéneos o más heterogéneos”, dice Mena-Chalco. Otro de los puntos de interés es la longevidad de las colaboraciones que puede observarse en recortes más amplios, como las instituciones y los campos del conocimiento a los que están vinculados los coautores. “Sería interesante conocer la relación entre la longevidad de las colaboraciones y la inserción internacional de los investigadores brasileños en grandes áreas – por ejemplo, en física de altas energías, en la que las redes de coautoría son enormes – y generar datos que ayuden a las agencias científicas de fomento de la investigación a orientar sus inversiones”.

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