Incluso con décadas o hasta más de un siglo de vida, los árboles muy grandes siguen creciendo y absorbiendo carbono de la atmósfera. Es algo diferente de lo que se espera cuando se piensa en personas y animales, que crecen mucho en su infancia y después, aunque engorden, en general presentan un aumento limitado de su masa. En tanto, un árbol cuyo tronco mida 1 metro de diámetro continúa produciendo entre 10 y 200 kilogramos de materia orgánica por año (en cifras calculadas luego de secarse). Esa masa representa casi el triple del crecimiento de un ejemplar de la misma especie que ostente la mitad del diámetro en su tronco. Esto sucede porque, cuanto mayor es la planta, más hojas ésta posee. Aunque la productividad de cada hoja disminuye con la edad, la capacidad total del árbol para procesar y almacenar carbono aumenta. En casos extremos, un único ejemplar grande puede incorporar la misma cantidad de carbono a lo largo de un año que la existente en un árbol mediano completo. Tales resultados, registrados por un grupo internacional de investigadores, le confieren relevancia a las selvas ya establecidas ‒ya sea en zonas tropicales, subtropicales o templadas‒ en lo que respecta a su capacidad para contribuir al combate contra los cambios climáticos. El estudio incluyó 403 especies de todos los continentes con selvas (Nature, 15 de enero).
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