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Academia Real

Iluminismo reciclado

La Academia Real Militar de Río de Janeiro surgió en 1810 para capacitar a los militares y a los hombres de ciencia

El edificio donde funcionaba la academia, en la plaza Largo de São Francisco de Paula. Litografía de Bertichem de 1856

Reproducción de Escola Politécnica do Largo do São Francisco – berço da Engenharia Brasileira/ Biblioteca de la FAU/ USPEl edificio donde funcionaba la academia, en la plaza Largo de São Francisco de Paula. Litografía de Bertichem de 1856Reproducción de Escola Politécnica do Largo do São Francisco – berço da Engenharia Brasileira/ Biblioteca de la FAU/ USP

El arribo de la corte portuguesa a Brasil en 1808 hizo posible la creación de instituciones de enseñanza superior que ayudaron a organizar la educación y a suplir una carencia histórica en el área. Ese mismo año, surgieron las carreras médico-quirúrgicas de Bahía y Río de Janeiro, y en 1810, la Academia Real Militar de Río de Janeiro, que dictaba una carrera de ingeniería. El interés consistía en formar no solamente oficiales ingenieros, sino también geógrafos, topógrafos y técnicos que pudiesen construir carreteras, puertos, puentes y edificios, y llegar más lejos en el interior para demarcar correctamente las fronteras y confeccionar mapas. La creación de la academia como lugar de formación también de hombres de ciencia fue forjada de acuerdo con los ideales iluministas de don Rodrigo de Sousa Coutinho (1755-1812), el más influyente ministro del rey portugués don João VI y discípulo dilecto de Sebastião José de Carvalho e Melo, el Marqués de Pombal (1699-1777). “La academia constituyó el punto de llegada del reformismo ilustrado de Pombal, reciclado por don Rodrigo”, dice el físico e historiador de la ciencia Thomás Haddad, de la Escuela de Artes, Ciencias y Humanidades (EACH) de la Universidad de São Paulo (USP Este).

Para ingresar en la Academia Real Militar del Río bastaba con estar alfabetizado y saber resolver las cuatro operaciones fundamentales. Originariamente, su carrera de ingeniería duraba siete años, con un fuerte énfasis en la matemática. Incorporaba la enseñanza de la química, la mineralogía y la historia natural, cosa que no sucedía en los currículos de carreras similares dictada en Portugal: sucede que Rodrigo Coutinho sabía que era perentoria la necesidad de fijar una política de explotación de los recursos naturales en Portugal y en Brasil. Las clases empezaron en la llamada Casa do Trem ‒actualmente parte del Museo Histórico Nacional de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ)‒, y a partir de 1812 se dictaron en las instalaciones inconclusas destinadas a la catedral de la ciudad, en la plaza Largo de São Francisco de Paula. Actualmente, el Instituto de Filosofía y Ciencias Sociales de la UFRJ ocupa ese edificio.

Portada del manual de Araújo Guimarães

Brown UniversityPortada del manual de Araújo GuimarãesBrown University

Para formar cuadros competentes en poco tiempo, era necesario contar con una unificación de los procedimientos pedagógicos, lo que pasaba por la estandarización del currículo, de los procesos de evaluación y de los métodos de enseñanza. Los manuales científicos se erigirían entonces en una herramienta importante a tal fin. “Los propios profesores traducían los libros que se utilizarían luego como apoyo en clase”, comenta Luís Miguel Carolino, docente de historia del Instituto Universitario de Lisboa e investigador del Museo de Ciencia de la Universidad de Lisboa. “Esto estaba
contemplado en los estatutos de la academia.”

El astrónomo, traductor y profesor Manoel Ferreira de Araújo Guimarães publicó su Elementos de Astronomia para uso dos alunos de la Academia Real Militar en 1814. Este manual contenía una compilación de la traducción de enseñanzas clásicas de astronomía, y un curso didáctico de astronomía esférica o astronomía de posición, una rama de la esta ciencia referente a las direcciones en las que se ve a los astros, sin tener en cuenta en la distancia. Estas observaciones permiten determinar las coordinadas geográficas de los puntos de observación de la Tierra, y en ese entonces eran vitales para la cartografía y la náutica. Con este manual, Guimarães preparaba a los alumnos para la realización de trabajos en el marco de misiones militares o civiles.

Dibujos de Araújo Guimarães para el curso de astronomía esférica

Brown UniversityDibujos de Araújo Guimarães para el curso de astronomía esféricaBrown University

Pese al empeño de los profesores, eran pocos los alumnos que se disponían a cursar los siete años de ingeniería. “Al menos durante sus primeros 15 años, concluyeron la carrera en la academia poquísimos ingenieros con relación a los alumnos que se matriculaban”, dice Rogério Monteiro de Siqueira, del Programa de Posgrado en Estudios Culturales de la EACH, experto en historia de la matemática. El ideario ilustrado en el campo educativo y el movimiento general de valorización de la enseñanza técnica, iniciado por Pombal con la reforma de la Universidad de Coimbra en 1772, había sido llevado por Rodrigo Coutinho a Brasil, pero ya era tarde para Portugal. “En 1822, con la Independencia, el imperio portugués empezó a derrumbarse. Y la academia terminó transformándose en algo distinto de lo que ideara don Rodrigo, el heredero político de Pombal”, dice Thomás Haddad.

“La academia pasó 11 reformas curriculares hasta mediados de los años 1870. Durante su existencia se sostuvo una discusión acerca de cómo debería ser la educación de sus alumnos, divididos entre la formación científica y la formación militar”, comenta Siqueira. En 1874 se concretó la última reforma y se produjo la separación definitiva de la academia en dos escuelas: la militar y la civil. Surgió entonces la Escuela Politécnica, solamente para alumnos civiles.

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