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Buenas prácticas

La integridad en tiempos de ciencia abierta

Durante la sexta edición del Encuentro Brasileño de Integridad en la Investigación Científica y Ética en la Ciencia y en las Publicaciones (Brispe), entre los días 28 y 29 de octubre, se debatieron las formas de estimular las conductas éticas y promover la integridad científica en un ambiente signado por una dinámica de colaboración científica cada vez más vigorosa, el acceso abierto al conocimiento y el amplio intercambio de datos, en lo que se ha acordado en denominar ciencia abierta. Más de un centenar de participantes, entre quienes figuraron expertos en ética, editores de periódicos, representantes de agencias de financiación, investigadores y estudiantes, siguieron las conferencias, coloquios y un minicurso. El encuentro tuvo como principales instituciones organizadoras a la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) y a la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), y, debido a la pandemia, se realizó en un formato virtual a través de la plataforma Zoom.

En opinión de Sonia Vasconcelos, investigadora del Instituto de Bioquímica Médica Leopoldo de Meis (IBqM), de la UFRJ, la relación de la integridad científica con la ciencia abierta es cada vez más estrecha, y esto tiene efectos sobre la cultura de investigación y en el nexo entre los científicos y el público. “La percepción sobre la conducta responsable en la investigación científica se ha visto influenciada por este ambiente académico que propugna un mayor control entre pares y del público sobre la actividad científica y, al mismo tiempo, espacios cada vez más colaborativos entre los diferentes actores dentro y fuera de las universidades y centros de investigación”, dice Vasconcelos, quien presidió el evento en forma conjunta con Carmen Penido, de la Fiocruz.

Esta transformación, explica, ha repercutido en el proceso de evaluación de los investigadores y en los resultados de las investigaciones, como así también en la comprensión de sus contribuciones a la sociedad. “Simultáneamente, el sistema de recompensas de la ciencia, muy ligado a una cultura que aún preconiza los criterios cuantitativos, se enfrenta a un reto gigantesco para reconocer, con mayor objetividad, aquellas prácticas que resultan esenciales para la calidad y confiabilidad de la ciencia, incluyendo el aporte de la revisión de los artículos científicos, por ejemplo”, dice Vasconcelos. Estas preocupaciones del Brispe se hicieron eco de los temas debatidos durante la 6ª Conferencia Mundial sobre Integridad Científica, que se celebró en 2019 y de la cual surgieron los Principios de Hong Kong (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 281).

Entre los disertantes internacionales, uno de los destacados fue Lex Bouter, epidemiólogo de la Universidad Libre de Ámsterdam y coordinador general de la organización de la VII Conferencia Mundial sobre Integridad en la Investigación Científica, programada para realizarse en Ciudad del Cabo (Sudáfrica) a mediados de 2022, quien hizo hincapié en la importancia de replantear la cultura de la comunicación científica actual para valorar también la difusión de las investigaciones cuyos resultados fueron nulos o negativos. Este tipo de estudios tienen menos probabilidades de publicarse en las revistas y en general quedan relegados por los propios autores, que los toman como una especie de fracaso. Pero en ciertos experimentos, la omisión de los resultados negativos puede sobrevalorar los hallazgos positivos obtenidos por otros grupos, trastocando la realidad y generando sesgos.

La investigadora Elizabeth Heitman, del Programa de Ética en la Ciencia y la Medicina de la Universidad del Sur de Texas, se refirió a la responsabilidad de los investigadores para lidiar con un público que no necesariamente sabe cómo funciona la ciencia, mientras que Glenn Hampson, fundador y director de Open Scholarship Initiative, una organización patrocinada por las Naciones Unidas que desde 2014 realiza estudios sobre la ciencia abierta, mencionó las limitaciones que enfrentan los países de bajos ingresos para financiar la disponibilidad de los datos de investigación en repositorios o para abonar las tarifas de publicación de artículos en acceso abierto en revistas prestigiosas. Otro de los temas que se abordaron fue la diversidad, en cuyo marco Abel Packer, director de la biblioteca de revistas de acceso abierto SciELO Brasil, expuso las realidades y los retos asociados a las asimetrías en el proceso de institucionalización de la ciencia abierta, al tiempo que puso de relieve los avances que Brasil viene obteniendo por medio del programa SciELO con miras a promover una ruptura en las barreras de acceso al conocimiento académico y políticas públicas de comunicación científica.

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