En 1988, el arqueólogo y antropólogo Walter Neves trabajaba en el Museo Paraense Emílio Goeldi cuando fue convocado apresuradamente por Guilherme de la Penha, en ese entonces director de dicha institución de investigación, para llevar a cabo una misión en el exterior. Debería representar a la jefatura del museo en una reunión sobre arqueología de salvamento en Estocolmo, Suecia. El evento sería una semana después. Neves aceptó reemplazar al jefe en el viaje, pero realizó una exigencia. Quería estirar la estadía en Escandinavia unos días para ir hasta Copenhague, donde ansiaba conocer la colección Peter Lund, compuesta por mamíferos extintos y cráneos humanos con algunos miles de años, hallados por el naturalista en la zona de Lagoa Santa, Minas Gerais, en el siglo XIX. Y esa escala en la capital danesa cambió el derrotero de su investigación. Neves realizó mediciones anatómicas en 15 cráneos de la colección y, de regreso a Brasil, discutió los sorprendentes resultados con un colega argentino, el arqueólogo Héctor Pucciarelli, de la Universidad Nacional de La Plata. Los cráneos de los paleoindios de Lagoa Santa parecían haber pertenecido a un pueblo con rasgos físicos negroides, semejantes a los de los actuales africanos y aborígenes australianos. Eran más estrechos y largos, con caras prominentes, estrechas y bajas. No se asemejaban a las antiguas poblaciones asiáticas, con sus ojos almendrados, de las cuales descienden todas las tribus indígenas que aún hoy en día están presentes en las Américas.
Este hallazgo se chocaba frontalmente con la visión tradicional de la arqueología, especialmente aquélla proveniente de Estados Unidos, sobre el proceso de poblamiento del continente. Según la teoría convencional y más difundida, América fue colonizada por tres oleadas migratorias compuestas por individuos con rasgos mongoloides (asiáticos), siendo que la primera se habría concretado hace unos 13 mil años, vía Estrecho de Bering. Para el arqueólogo brasileño, los cráneos de la colección Lund no corroboraban esa idea y suministraban elementos como para sostener otra hipótesis. El bosquejo inicial de esa teoría alternativa llegó en 1989 a las páginas de la antigua revista Ciência e Cultura, mediante un artículo firmado por Neves y Pucciarelli. Nacía el embrión de lo que vendría a denominarse modelo de los dos componentes biológicos. Según esta propuesta, hubo dos tandas migratorias primordiales hacia América. La primera, compuesta por cazadores recolectores, con rasgos negroides, emigró hacia aquí hace alrededor de 14 mil años, y ya no se encuentra representada en ningún grupo en la actualidad. La segunda, formada por individuos con apariencia más cercana a la de los asiáticos, puso sus pies en el Nuevo Mundo unos 12 mil atrás. Las tribus amerindias actuales son herederas de esa morfología.
Durante un buen tiempo, las ideas de Neves no tuvieron repercusión ni siquiera entre los medios más especializados. Hasta que a mediados de la década de 1990, el investigador pudo estudiar en detalle un cráneo humano prehistórico de la región de Lagoa Santa, que forma parte de la colección del Museo Nacional de Río de Janeiro. Ese material óseo, que había sido rescatado a mediados de los años 1970 por la misión franco-brasileña en el sitio de Lapa Vermelha IV, en el municipio de Pedro Leopoldo (Minas Gerais), pertenecería a una joven que habría muerto con unos 20 años. La capa geológica en que el cráneo se hallaba fue datada en unos 11 mil años, y los restos de la cazadora recolectora recibieron el mote de Luzia. Con rasgos no mongoloides y las mismas características físicas de los cráneos de la colección Lund, Luzia era el esqueleto humano más antiguo hallado en las Américas.
Neves comenzó a publicar artículos científicos sobre el nuevo cráneo de Lagoa Santa, que se convirtió en el símbolo y la evidencia principal de su teoría alternativa sobre el poblamiento del continente. “Antes de Luzia, todos nuestros trabajos fueron olímpicamente ignorados”, afirma el investigador de la USP. “Pero el efecto mediático de Luzia hizo que los arqueólogos americanos le prestasen atención a nuestro trabajo”. Medios de comunicación de prestigio mundial, tales como el periódico estadounidense The New York Times, y la red de televisión inglesa BBC, hicieron reportajes sobre el cráneo brasileño que servía de soporte a un nuevo modelo de ocupación de las Américas. El inglés Richard Neave, experto forense de la Universidad de Manchester, realizó una reconstitución artística para un programa de la BBC de cómo sería la cara de Luzia, con base en tomografías del cráneo más antiguo de las Américas. La imagen de una joven de labios gruesos y nariz ancha recorrió el mundo y así le dio una cara a la teoría, literal y figurativamente.
Pero la difusión internacional del modelo de los dos componentes biológicos atrajo también críticas, especialmente las de representantes del ala más tradicional de la arqueología americana. En ese ámbito se suele decir que Luzia era una aberración, una excepción y no la regla entre los primeros habitantes de América. Afirmaban que Neves había construido una tesis con base en un solo cráneo. Según esa línea de pensamiento, la evidencia prehistórica más antigua e irrefutable de la presencia del hombre en las América es la llamada cultura Clovis, definida a partir de un sitio arqueológico de Nuevo México donde nunca se descubrieron osamentas de Homo sapiens, pero sí se hallaron, hace alrededor de 80 años, puntas de lanzas líticas con edades de 11.500 años. Luzia ciertamente no es pre Clovis. Con todo, por estar en América del Sur, tener una edad avanzada y exhibir una morfología distinta, Neves la interpretaba como un indicio de que otro pueblo puede haber entrado en las Américas antes que los cazadores recolectores de la cultura Clovis. Otra fuente de críticas a la hipótesis de Neves suele provenir de trabajos del área genética, que refutan la existencia de una posible oleada primordial formada por individuos con rasgos biológicos similares a los de Luzia.
Para reunir más argumentos a favor de su teoría y mostrar que Luzia no era una anomalía, el arqueólogo de la USP decidió, a partir de finales de los años 1990, promover excavaciones en la zona de Lagoa Santa, con el apoyo de una serie de proyectos financiados por la FAPESP, dos temáticos inclusive. “Me di cuenta de que debía de ir al campo”, comenta Neves. Los trabajos de campo se realizaron durante buena parte de la década pasada, en general durante los meses de invierno, que son más secos en el sudeste del país. Las expediciones por las grutas y cavernas de Minas Gerais llegaron a reunir hasta 50 personas en algunas ocasiones. Y los resultados fueron apareciendo. En julio de 2001, el equipo de la USP halló tres osamentas de unos 8.500 años con características físicas similares a las de Luzia en el sitio arqueológico de Lapa das Boleiras, municipio de Matozinhos, donde hay un cementerio prehistórico que no era excavado desde 1956. Aun cuando eran mucho más recientes que el cráneo más antiguo de América, los esqueletos de Boleiras tenían un significado especial. Eran los primeros huesos humanos prehistóricos desenterrados en la región de Lagoa Santa desde 1975, cuando se produjo el hallazgo de Luzia.
Y no fueron los únicos. A finales de 2004, Neves y sus colaboradores publicaron un artículo en la revista científica británica World Archaeology donde presentaban nueve cráneos hallados a mediados de los años 1950 en Cerca Grande, un complejo de siete sitios prehistóricos ubicado en la región de Lagoa Santa. Todas las osamentas poseían características afro-aborígenes y una edad estimada en alrededor de 9 mil años. En otro trabajo, también de esa época, publicado en la revista estadounidense Current Research in the Pleistocene, el arqueólogo de la USP analizó un cráneo, igualmente de 9 mil años y rasgos negroides, oriundo de Toca das Onças, un sitio rico en material prehistórico localizado en Caatinga do Moura, en Bahía. La existencia de una osamenta tan antigua asociada a poblaciones no mongoloides originarias de una región lejana a Lagoa Santa constituía un indicio más de que este tipo físico se dispersó por otras partes del país durante algún momento de la Prehistoria. “Su distribución geográfica era más amplia de lo que se pensaba”, comentó Castor Cartelle, del Museo de Ciencias Naturales de la Pontificia Universidad Católica de Minas Gerais (PUC/ MG), coautor del artículo sobre el cráneo de Toca das Onças, en una entrevista concedida en la época a Pesquisa FAPESP. “Quizá la presencia de individuos de tipo negroide se haya concretado a lo largo de toda la cuenca del río São Francisco, llegando hasta Piauí”. Cartelle coordinó el equipo que halló el cráneo humano de Toca das Onças durante una expedición a la región bahiana a finales de los años 1970.
Hasta en el territorio paulista, durante mucho tiempo considerado un vacío arqueológico en términos de dataciones antiguas, se halló un cráneo masculino parecido a Luzia, que recibió el apodo de Luzio. En abril de 2005, un artículo publicado en la revista estadounidense Journal of Human Evolution presentó una osamenta de unos 10 mil años, que había sido rescatada seis años antes en un sitio arqueológico denominado Capelinha I, en la cuenca del río Jacupiranga, en Vale do Ribeira. Luzio fue un cazador recolector que habitó un sambaquí fluvial del sur de São Paulo.
La osamenta estaba en una sepultura ubicada en una capa geológica superficial”, recordó el arqueólogo Levy Figuti, del Museo de Arqueología y Etnología (MAE) de la USP, coordinador del proyecto en cuyo marco se encontró el cráneo, en una entrevista concedida a Pesquisa FAPESP. “No pensábamos que fuese tan antigua”. Neves fue uno dos coautores del artículo sobre Luzio.
La estrategia de buscar cráneos prehistóricos con morfología similar a la de Luzia rindió frutos incluso en el exterior. Osamentas de México, Colombia y hasta de Estados Unidos fueron identificadas como similares a las de la etnia de Lagoa Santa. En diciembre de 2005, Neves y Mark Hubbe, en ese entonces su alumno, que actualmente trabaja en el exterior, publicaron una gran síntesis de sus hallazgos en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS). En dicho trabajo, los investigadores examinaron 81 cráneos de Lagoa Santa, la mayor muestra analizada hasta ahora sobre osamentas de la región, y las clasificaron, con ayuda de diversos modelos computacionales, como pertenecientes a paleoindios con rasgos similares a los de Luzia. Los cráneos (de 42 varones y 39 mujeres) que se encontraron guardados en museos de Brasil y del exterior tenían una edad estimada entre 7.500 y 11 mil años. Se compararon alrededor de 50 parámetros morfológicos de los esqueletos con las medidas típicas de los principales grupos étnicos que integran actualmente la población mundial. Y el resultado fue que son más parecidos a los africanos y aborígenes, a ejemplo de Luzia.
Pese al éxito, el proyecto de investigación de Neves en Lagoa Santa lo dejó con una cierta de frustración. “Esperaba hallar varias Luzias de más de 11 mil años en la zona”, afirma el investigador. Pero no fue eso lo que pasó. No apareció nada con la edad de Luzia. “Si hubo una ocupación pre Clovis en Lagoa Santa, fue sumamente dispersa.”, dice. De todos modos, no se puede quejar. El arqueólogo de la USP tiene cajas y más cajas en su laboratorio con miles de huesos humanos y de mamíferos y carbones de esa zona de Minas Gerais para estudiar y datar. Es un trabajo para varios años.
Megafauna y grabados
Las excavaciones coordinadas por Neves en Lagoa Santa redundaron en hallazgos que, si bien no comprueban su teoría, le otorgan mayor consistencia a las tesis de este investigador de la USP. Asimismo, los trabajos de campo también produjeron conocimientos en áreas correlativas a la cuestión de la llegada del hombre a América. En 2002, la datación por el método del carbono 14 de un fragmento de costilla de un perezoso terrestre gigante de la especie Catonyx cuvieri, que había sido encontrada en la región de Minas Gerais, rica en sitios prehistóricos, mostró que esos enormes mamíferos aún no habían desaparecido por completo hace alrededor de 10 mil años. El estudio reforzó la idea de que las antiguas versiones terrestres y más aventajadas de los actuales perezosos arborícolas fueron contemporáneas del pueblo de Luzia y compartían prácticamente el mismo territorio. “El ensayo demostró que el perezoso habitó aquella área hace 9.990 años”, dice Neves. Los perezosos gigantes eran unos de los representantes de la espectacular megafauna que habitó la parcela sur del continente americano.
Más recientemente, el 22 de febrero de este año, Neves publicó un artículo en la revista científica Plos One en el que da cuenta de un hallazgo inesperado, realizado en los últimos momentos de los trabajos de campo en la región de Lagoa Santa en 2009. En el sitio Lapa do Santo, un refugio bajo la roca, los trabajos de excavación rescataron un petroglifo de unos 30 centímetros de tamaño con una figura antropomórfica, es decir, un grabado de un hombre estilizado hecho sobre piedra, que estaba escondido a 4 metros de profundidad. El dibujo retrata a un hombre con un enorme órgano sexual. Su edad se estimó entre 9.600 y 10.400 años. “Este grabado rupestre es el más antiguo de las Américas teniendo en cuenta una datación indiscutible”, afirma Neves. “Y apunta firmemente que la cultura que vivió entre el fin del Pleistoceno y el inicio del Holoceno (hace 12 mil años) no se ceñía a la fabricación de herramientas de piedra y a la subsistencia, sino que también poseía una rica dimensión simbólica”. Con el nuevo descubrimiento, Lagoa Santa pasa a tener el cráneo humano y ahora también el grabado rupestre más antiguo de las Américas, de acuerdo con el investigador de la USP.
Proyectos
1. Orígenes y microevolución del hombre en América: un abordaje paleoantropológico II (nº 99/00670-7); Modalidad Proyecto Temático; Coordinador Walter Neves – Instituto de Biociencias/USP; Inversión R$ 538.172,80 y US$ 76.000
2. Orígenes y microevolución del hombre en América: un abordaje paleoantropológico III (nº 2004/01321-6); Modalidad Proyecto Temático; Coordinador Walter Neves – Instituto de Biociencias/USP; Inversión R$ 1.555.665,94
Artículos científicos
NEVES, W. A. y PUCCIARELLI, H M. Extra-continental biological relationships of early South American human remains: a multivariate analysis. Ciência e Cultura. v. 41, p. 566-75, 1989.
NEVES, W. A. y HUBBE, M. Cranial morphology of early Americans from Lagoa Santa, Brazil: implications for the settlement of the New World. PNAS. v. 102, n. 51, p. 18309-14, 2005.
NEVES, W. A. et al. Rock Art at the Pleistocene/ Holocene Boundary in Eastern South America. PloS One. v. 7, n. 2, p. e322-28, 2012.
De nuestro archivo
Walter Neves: el padre de Luzia – Edición nº 195 – mayo de 2012
Como nuestros padres – Edición nº 182 – abril de 2011
Los primos de Luzia – Edición nº 119 – enero 2006
Redescubriendo el Nuevo Mundo – Edición nº 107 – enero 2005
La tierra de Luzia – Edición nº 86 – abril 2003