Hace mucho tiempo que los telómeros, estructuras densas situadas en los extremos de los cromosomas –los paquetes en los cuales se concentra el ADN en las células– son considerados los responsables de la longevidad y del envejecimiento. En un estudio liderado por la bióloga molecular española María Blasco, directora del Centro Nacional Español de Investigación del Cáncer, se comparó lo que ocurre a lo largo de la vida con los telómeros en una diversa gama de especies animales. Ratones, cabras, gaviotas, renos, zopilotes, delfines, flamencos y elefantes tienen tamaños y expectativas de vida muy variados y lo mismo se verifica con el volumen inicial de sus telómeros. El grupo descubrió, sin embargo, que el tamaño de esas estructuras no tiene gran relevancia para prever la longevidad de cada especie. Lo que importa es su índice de deterioro. Y en cuanto a eso la variación es enorme: el ratón pierde más de 6 mil pares de bases al año, mientras que en el elefante, esa cifra se ubica en torno a 100 pares de bases (PNAS, 8 de julio). Cuando los telómeros alcanzan, en promedio, entre un 75% y un 50% de su tamaño original, la vida del animal llega a su fin. El envejecimiento parece estar relacionado con el deterioro del material genético que, con el tiempo, y sin la protección de los telómeros, pierde capacidad para reparar los daños causados por el ambiente.
Republicar